Una cubana de 51 años identificada como Irene Rodríguez Rosell ha expresado su arrepentimiento tras haberse autodeportado desde EE.UU. a Cuba, en medio de una crisis personal y con la esperanza de recibir una ayuda económica del gobierno estadounidense que, hasta el momento, no se ha materializado.
Rodríguez Rosell, quien había ingresado a Estados Unidos por la frontera sur en noviembre de 2024 utilizando una cita gestionada a través de la aplicación CBP One, residía en el condado de Miami-Dade cuando tomó la decisión de retornar voluntariamente a la isla.
“Estaba sola, enferma. Estuve tres meses trabajando en un home, me vi tan frustrada que decidí volver”, relató en recientes declaraciones para Univision desde Cuba, donde dice que se encuentra en una situación precaria.
Sin embargo, no fueron los apagones o las carencias de la isla los argumentos esgrimidos por la migrante retornada como causa de su descontento, sino el prometido bono de mil dólares que no ha recibido.
La cubana decidió regresar al parecer no tanto por el miedo a la deportación -que no mencionó en el fragmento de entrevista publicado- sino motivada por la promesa de que quienes se autodeportaran recibirían el pago del pasaje de regreso y un bono de mil dólares.
“Ese dinero me hacía tremenda falta, yo contaba con eso. Estoy enferma y estoy aquí [en Cuba], ya sabe, con una mano alante y la otra atrás”, lamentó.
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El peor error
Su salida de EE.UU. se gestionó a través de una nueva aplicación del gobierno estadounidense, CBP Home, impulsada por la administración de Donald Trump para facilitar procesos de retorno voluntario.
Rodríguez Rosell se inscribió, notificó su salida y voló a Cuba desde el Aeropuerto Internacional de Miami el pasado 12 de junio.
Sin embargo, semanas después, afirma no haber recibido ni el reembolso del pasaje ni el bono económico prometido.
Uno de los errores clave, según explicó al citado medio el abogado Armando Olmedo, fue que al llegar a Cuba Rodríguez Rosell borró la aplicación de CBP Home de su teléfono, lo cual habría interrumpido el canal de comunicación con las autoridades migratorias estadounidenses.
“Para recibir las instrucciones, es importante tener la aplicación porque el gobierno se va a comunicar con la persona por esa vía”, advirtió el letrado, quien advirtió sobre los riesgos de tomar decisiones migratorias sin el debido asesoramiento legal.
Además, el caso revela un vacío legal aún no resuelto: No está claro cómo un ciudadano cubano puede recibir fondos enviados por el gobierno de EE.UU. desde la isla, dada la complejidad de las relaciones bilaterales y las restricciones financieras existentes.
“Fue un error salir”, concluyó Irene Rodríguez, al reconocer que la desesperación y la falta de información la llevaron a tomar una decisión que hoy lamenta profundamente.
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