A pocos kilómetros del centro de La Habana, en el barrio de Santa Fe, sobreviven las ruinas de un casino que alguna vez fue sinónimo de lujo, juego y fiestas privadas.
El Casino de Santa Fe se construyó entre 1929 y 1930. Rápidamente se convirtió en uno de los espacios más discretos pero concurridos por la élite habanera de la época, recibiendo a visitantes por tierra y por mar.
La edificación se encuentra completamente en ruinas, cubierta de maleza y salitre, pero ha vuelto a captar la atención del público gracias a influencers cubanos como Juan Carlos, del canal de YouTube Vámonos con Juanka, y Yase (@yasevids), quienes se han adentrado en lo que queda del sitio y han mostrado en redes sociales su estado de abandono.
Entre las estructuras corroídas, su puente desgastado y los senderos casi intransitables, aún se pueden distinguir algunos elementos arquitectónicos originales, como arcos de inspiración mudéjar, paseos costeros y restos de lo que fue una fastuosa sala de juegos con techos tallados en madera.
¿Qué hacía tan especial al Casino de Santa Fe?
Este casino se levantó sobre una isleta artificial, en medio de una zona de manglares, cercana al canal de entrada de la Laguna de Santa Fe.

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Su valioso terreno ganado al mar tenía una geografía especial, que protegía el lugar de miradas curiosas y visitas no deseadas. El aislamiento natural le daba el nivel de discreción perfecto para operar en un momento donde el contrabando de bebidas alcohólicas estaba en auge por la Ley Seca en Estados Unidos (1920-1933).
Los yates privados llegaban al casino por mar, provenientes de México, Panamá y Florida. Se dice que muchas veces entraban tras la puesta del sol y salían antes del alba, evitando los controles y la atención pública.
Los visitantes podían disfrutar del juego, el ron cubano, fiestas privadas y otros placeres, lejos del escrutinio de la prensa y las autoridades habaneras.
La sala principal tenía ruletas, mesas de póker, bingos y las primeras máquinas tragamonedas manuales. El edificio contaba incluso con un sistema de ventilación natural que expulsaba el humo de cigarros y puros por un tragaluz central.
Una monografía sobre el Casino de La Puntilla en Santa Fe indica que el local fue un secreto a voces en la capital, porque su existencia nunca fue oficialmente reconocida.
El fin de la Ley Seca en Estados Unidos y el crecimiento de los asentamientos familiares en Santa Fe, provocaron que el negocio comenzara a perder atractivo. A finales de los años 30, cerró sus puertas definitivamente como casino y comenzó a tener otros usos.
En la década de 1940 fue reconvertido en un balneario popular y cafetería, pero no prosperó porque había otros espacios de socialización más accesibles en La Habana.
¿Qué pasó con el Casino de Santa Fe después de 1959?
El régimen cubano nunca mostró interés en rescatar el edificio ni en contar su historia. Era uno de esos lugares que no encajan con la narrativa oficial, requería grandes recursos para su mantenimiento, y era de difícil acceso, por tanto el casino fue poco a poco condenado al olvido.
Muchos cubanos piensan que el Casino de La Puntilla de Santa Fe podría haberse convertido en un espacio cultural, turístico o histórico, pero ha sido una práctica habitual del gobierno dejar que estas edificaciones se destruyan.
A través de las cámaras de los influencers, muchos cubanos descubrieron por primera vez la existencia de este lugar, del que no se habla mucho en libros de historia ni en documentales oficiales.
Lo que fue un punto clave del turismo internacional y de la economía clandestina en los años 30, es hoy un esqueleto de piedra, silencioso testigo de una época de excesos, secretos y contrabando en Cuba.
El Casino de Santa Fe no solo fue un lugar de juego y fiesta. Fue también parte de una Habana compleja, donde el glamour convivía con lo prohibido, y donde lo ilegal servía de motor para una boyante industria turística que el tiempo, y la mala gestión del régimen, se han encargado de enterrar.
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