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Luis Robles Elizástigui, conocido como “el joven de la pancarta”, ha llegado a España tras años de encarcelamiento, hostigamiento y represión por parte del régimen cubano.
Su arribo a Madrid este lunes, junto a su madre Yindra Elizástigui y a su hijo de siete años, marca el inicio de una nueva etapa en libertad.
Cansados y visiblemente emocionados, evitaron hacer declaraciones a su llegada al Aeropuerto Adolfo Suárez, según reportó el medio independiente 14yMedio, que fue testigo de su llegada y dio a conocer la información.
Hasta el cierre de esta nota, no han trascendido otros detalles relativos al arribo del expreso político a España.
De preso de conciencia a exiliado: Una historia de resistencia pacífica
Robles, de 32 años y natural de La Habana, fue declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional tras ser arrestado en diciembre de 2020.
¿Su “delito”?: sostener una pancarta con un mensaje pacífico en pleno Boulevard de San Rafael, en el centro de La Habana.
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El cartel decía decía: “Libertad, no más represión, #FreeDenis”, en apoyo al rapero Denis Solís, condenado a ocho meses de prisión en un juicio sumario y y quien posteriormente fue desterrado.
Aquel acto solitario, grabado por transeúntes y difundido en redes sociales, se convirtió en un símbolo de protesta. Las imágenes fueron incluidas más tarde en el videoclip de Patria y Vida, himno de la resistencia cubana.
Paradójicamente, ese mismo video fue la única prueba utilizada por la Fiscalía para condenarlo.
Durante el juicio, celebrado casi un año después de su detención, Robles fue acusado de “resistencia” y “propaganda enemiga”.
Sin embargo, en el video se ve que no opuso fuerza al ser arrestado y que el mensaje de su cartel no aludía a ningún enemigo ni incitaba a la violencia. Incluso los testigos circunstanciales intentaron interceder en su favor.
Una sentencia arbitraria y funcionarios sancionados
Robles fue condenado a cinco años de cárcel.
La sentencia, fechada el 28 de marzo de 2022, casi cuatro meses después del juicio, justificó su condena alegando que Robles “respondió a una convocatoria” del influencer Alexander Otaola y que su mensaje se oponía “a las decisiones de las autoridades”.
Según el Tribunal Provincial de La Habana, su actuación buscaba “desestabilizar el orden interno” y atacar “el sistema económico y social cubano”.
Esta resolución fue duramente criticada por organismos internacionales.
En mayo pasado, Estados Unidos sancionó a los tres jueces y la fiscal involucrados -Gladys María Padrón Canals, María Elena Fornari Conde, Juan Sosa Orama y Yanaisa Matos Legrá- por su “papel crucial en la detención arbitraria” de Robles, calificándola como una “grave violación de los derechos humanos”.
Ellos y sus familiares tienen prohibida la entrada a territorio estadounidense.
La familia como blanco del castigo
Mientras Luis Robles cumplía su condena en la prisión Combinado del Este, de máxima seguridad, el régimen extendió su represión a su familia.
Su hermano, Lester Fernández, fue detenido mientras construía una embarcación y multado con 7.000 pesos bajo la acusación de “salida ilegal del país”, a pesar de que no se presentaron pruebas.
La denuncia la hizo pública su madre, quien nunca dejó de visibilizar los abusos cometidos contra su hijo.
Yindra Elizastigui se convirtió en una de las voces más activas en la defensa de los presos políticos en Cuba.
“Debemos seguir defendiendo a los inocentes, porque nuestros hijos y nuestros familiares son inocentes”, declaró en una transmisión en mayo de 2023, cuando una vez más se le negó a su hijo la libertad condicional.
“Lo que ellos hicieron lo hicieron por un derecho que tenemos todos los seres humanos”, añadió entonces.
Un joven contestatario desde antes del cartel
Graduado en Informática, Luis Robles ya expresaba ideas disidentes antes de su histórica protesta.
Tres días antes de su arresto, grabó un video en el que reflexionaba sobre el estado del país, el cual se haría público mucho después. En él afirmaba:
“Deseamos de corazón un cambio, un cambio de sistema, un cambio de país, porque realmente el comunismo ha convertido a este país en un verdadero infierno, en un infierno donde prácticamente es imposible respirar, no solamente respirar aire, sino respirar paz, respirar tranquilidad”.
Y continuaba:
“La libertad es lo más grande que uno puede tener en la vida y estos descarados comunistas desde que llegaron nos han cortado todo tipo de libertades […] Nos han quitado hasta la libertad de pensar, quieren mandar hasta en lo que pensamos”.
En marzo de 2022, desde prisión, Robles publicó una carta en la que reafirmaba su compromiso con la causa democrática:
“Decidí romper el silencio porque me cansé de ver cómo mi país se destruye y el Gobierno no hace nada por arreglarlo […] porque pienso que el mayor enemigo que tiene Cuba no está afuera, sino sentado en la silla presidencial”.
El exilio como única salida
Luis Robles fue uno de los excarcelados en enero de este año en el marco de un acuerdo entre el régimen cubano y el Gobierno de Joe Biden, que permitió la salida de decenas de presos políticos.
Aunque todavía cumplía arresto domiciliario, este se extinguió formalmente en junio.
Su llegada a España simboliza tanto una victoria parcial como una derrota amarga: la libertad obtenida fuera del país que lo vio nacer y al que alguna vez soñó ver transformado.
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