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Un cubano deportado desde Estados Unidos a la Isla cuenta sus penurias

Franco asegura que vive con el estigma de los excluíbles en un país que durante décadas calificó a gente como él de "escorias y vagos."  

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Este artículo es de hace 5 años

Armando Franco Martínez, un cubano que fu declarado excluible y deportado a Cuba desde los Estados Unidos en el año 2013, convive desde hace muchos años con un cáncer de próstata que le diagnosticaron en los Estados Unidos, en una perenne zozobra.

Gracias a una sobrina que lo llevó a vivir a su casa, Armando ha podido paliar su situación un poco. La vivienda, ubicada en la calle Reina, está en muy mal estado. El hombre ni siquiera tiene carnet de identidad.

El país lo recibió de vuelta en mayo del 2013 a raíz de los acuerdos migratorios bilaterales firmados entre los gobiernos de Cuba y EE.UU., luego de haber salido durante el éxodo del Mariel 23 años antes.

"(...) Yo no estoy apuntado aquí en nada (...) llevo cuatro años viviendo aquí en este mismo lugar. He ido a todas las dependencias de aquí de Cuba, a todas las que hay que ir, todos los canales y aún así no me quieren resolver", explicó.

Franco asegura que vive con el estigma de los excluíbles en un país que durante décadas calificó a gente como él de "escorias y vagos."

"Yo salí de aquí de Cuba en 1980, por el Mariel. Llegué a Estados Unidos, estuve trabajando. En el año 1989 me busqué un problema con una persona, una cosa personal y murió y caí preso, hice 23 años en la prisión," dijo Franco quien fue enviado después a un Centro de Detención en Miami en espera de que Cuba lo aceptara de vuelta.

Sus vecinos aseguran "no haberlo visto en ningún problema". Trabaja como custodio en una fábrica de Recuperación de Materias Primas, un trabajo que dice le "costó bastante conseguir." Como no tiene identificación, no tiene domicilio registrado.

"En este país, si usted no tiene un número de carné de identidad, usted no puede recibir tratamiento médico y no puede trabajar", indicó Franco, quien se queja de la burocracia, y de las carencias para tener una vida digna.

Su caso no es único. Este mes otros dos cubanos excluibles contaron sus historias a Martí Noticias.

Uno de ellos, Roberto Molina Cruz (65 años), regresó a Cuba hace 17 años y, desde entonces, no han sido pocas las ocasiones en las que ha sufrido acoso policial, encarcelamiento y otras limitaciones. “He cumplido condenas carcelarias en dos ocasiones: por peligrosidad y por asedio al turismo. Este último un delito que ni siquiera figura en el código penal”, dijo.

El otro, Luis Herrera Paz (57 años) cuenta que estaba preso en el Combinado del Este, cuando el gobierno cubano le obligó a exiliarse en la década del 80. Luego, por otro delito, fue encarcelado en EE.UU. y estuvo entre los amotinados de la cárcel Atlanta en 1987 y fichado de inmediato como excluible.

A su retorno a la Isla fue directamente encarcelado durante más de cinco años, y liberado bajo licencia extrapenal. Actualmente se encuentra bajo tratamiento médico por un padecimiento esquizofrénico-paranoide.

Herrera Paz recibe por su condición médica una chequera del MTSS de apenas 165 pesos mensuales (aproximadamente 7 dólares). “Después de casi veinte años de haber sido deportado, todavía recibo órdenes de apercibimiento cuando sucede cualquier evento como la visita de los Papas, de John Kerry y Barack Obama”, contó.

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