Shaun Casey, un funcionario del Departamento de Estado norteamericano, encargado de asuntos religiosos, sostuvo una breve estancia en la Habana, Cuba, durante unos días en los cuales conversó con autoridades religiosas y creyentes residentes en la isla.
El viaje, según sus declaraciones, fue originado por diversas denuncias acerca de la destrucción y mal estado de algunas construcciones religiosas en la Isla.
Según Casey, el Departamento de Estado está tratando de negociar conversaciones con el gobierno cubano, cuyo tema serían los derechos humanos, y hacerlo de manera profunda, lo cual evidentemente incluye el derecho a la profesión de cultos religiosos.
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