A José Martí se le considera el más universal de los cubanos y posiblemente es, además, el más querido de todos los nacidos en el país caribeño. Ambas condiciones se las ganó por su obra revolucionaria, artística y humanista.
Esas mismas dos razones bastan para que en diversas partes del mundo se le rinda homenaje de diferentes formas: algunos son muy sencillos, muy íntimos, otros bien rimbombantes y oficialistas…, se hacen en fechas significativas o no, pero en cualquier caso, los cubanos siempre tenemos al Maestro en el recuerdo, en el pensamiento, donde quiera que uno esté, donde quiera que uno viva… quizás por eso es el más universal de los cubanos.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, tiene el Maestro sitio de descanso eterno en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, y ahí nunca le faltan su solemne ceremonia de cambio de guardia de honor, su llama eterna y las rosas blancas.
A propósito, por años a muchos molestó y hasta cuestionaron que los restos mortales de José Martí descansaran en Santiago de Cuba y no en La Habana, lugar que justamente le vio nacer. En la actualidad este hecho se entiende muy bien: el campo santo de la que es llamada «Capital de la Historia» se ha convertido en una especie de «Altar de la Patria» donde todos vienen a rendirle tributos a los pilares de las gestas bélicas, y José Martí, como era lógico, no podía faltar.
Sin embargo, existe en Las Tunas uno de los más especiales agasajos dedicados al Héroe Nacional de Cuba, también está entre los más simbólicos y aparentemente entre los más sencillos: se trata de la Plaza Martiana, espacio donde se combinan los conocimientos profundos de la historia, la astronomía y la arquitectura, para dar lugar a un sitio singular, aunque lamentablemente es desconocido por no pocos que pasan cerca y más allá del nombre, a duras penas saben otros detalles.
Resulta que entre las pisadas de los transeúntes que caminan por la tunera Plaza Martiana o debajo de las asentaderas de quienes se conectan a la wifi, se encuentran, en pequeñas piezas de bronce, las fechas más significativas en la vida del Maestro plasmadas en un calendario solar. Están, por ejemplo, los días de su nacimiento y fallecimiento.
También, y no menos importantes, se ilustran los momentos importantes en el movimiento aparente del Astro Rey, como son solsticios de verano e invierno, y los equinoccios de primavera y otoño.
Con un juego de sombras y luces se marcan cada una de estos momentos, cuando les corresponde el día en el año, y de esa manera se da vida a uno de los sitios más importantes de Las Tunas, ubicados en el mismo corazón de la pequeña ciudad.
Se dice que tan conjunción de historia, arquitectura y astronomía, devenida homenaje solar a Martí, es única en el país y fuera de la nación. Hecho que se refuerza con un hermoso retrato escultórico del Apóstol, hecho por Rita Longa, una de las artistas más importantes en esta manifestación en la isla y Premio Nacional de Artes Plásticas, que solo se ilumina el 19 de mayo, a las 2:30 pm, fecha y hora en que cayera el Héroe Nacional de Cuba en Dos Ríos, y momento en el que por única vez los rayos del sol inciden en un espejo y se reflejan directamente en el rostro esculpido en bronce.
Esa fecha, el 19 de mayo, reúne a personas en la Plaza Martiana para rendirle homenaje al Apóstol… pero no pocas ocasiones las nubes le juegan una mala pasada y ver iluminado el rostro del Maestro se ve malogrado, aunque no deja de ser una bella iniciativa la de materializar la voluntad de “morir de cara al sol”. Es uno de los detalles que hacen único este lugar en la ciudad de Las Tunas.
Sin embargo, existe una coincidencia que pocos conocen de esta Plaza Martiana y de la luz reflejada en el rostro de José Martí. Una de las personas expertas que trabajan en el lugar asegura que, “por coincidencia, una iluminación similar se produce el 26 de Julio”, hecho que los propios trabajadores del sitio relacionan con la sentencia de ser el Maestro el autor intelectual de los sucesos de la mañana de la Santa Ana, en Santiago de Cuba. Cierto o no, es una hermosa curiosidad, sin dudas.
Muy cerca hay otra singularidad: una réplica de la casa natal de José Martí, en este caso en una de las calles más céntricas de Las Tunas y sin más intenciones que esa, recrear la fachada del lugar donde vivió el Apóstol en La Habana.
El rostro de José Martí está en una de las puntas de la estrella del conjunto escultórico, figura que se proyecta al cielo y al espacio, y cuya estructura y materiales reflejan dos características propias de la personalidad de Héroe Nacional: su delicadeza y resistencia. Cuando se ilumina con el Sol, sinónimo de dignidad, se logra una bella y simbólica conjunción junto con las palmas, el cielo y la bandera y una hermosa armonía.
La Plaza Martiana se inauguró el 25 de marzo de 1995. Sus autores son el arquitecto Domingo Alás, el mismo que también años después hizo la famosa Casa Insólita y que algunos conocen como «el arquitecto del Sol», y la escultora Rita Longa. A pocos metros un mural cerámico del artista Pedro Escobar, y entre las figuras de color marrón se describe la incorporación de los tuneros a la guerra de independencia cubana, en el año 1895.
Además del calendario y el espejo proyector, el reloj solar es otro elemento importante en el conjunto escultórico de la Plaza Martiana, “tiene una precisión de cinco minutos”, comenta un tunero orgulloso y es lo que todos conocen del mismo. Es de tipo horizontal y tiene poco más de siete metros de diámetro. No es el único que existe en la ciudad, aunque posiblemente es el más notorio.
El hermoso proyecto de arquitectura solar conmemorativa que es la Plaza Martiana completa su riqueza con un monumento en el lugar exacto donde murió en combate Ángel de la Guardia Bello, reconocido por la historia como el único testigo presencial de la caída del Héroe Nacional de Cuba en Dos Ríos. Hecho que agrega, sin dudas, una mayor carga simbólica. Sin embargo, es un detalle que, otra vez, muchos ignoran, lamentablemente.
Como cierre visual de quien se para delante del rostro de José Martí, aparecen dos frases del Apóstol, casi como las justificaciones de tan singular y bello homenaje solar al Apóstol: “La luz es el gozo supremo de los hombres” y “Es la hora de los hornos y no ha de verse más que la luz”.
José Martí, que casi escribió de todo, en una misiva fechada el 16 de abril de 1895 y dirigida a Carmen Miyares y a sus hijos, plasmó que “solo la luz es comparable con mi felicidad”, y sin dudas usted también estará de acuerdo conmigo cuando afirmo que la Plaza Martiana, en Las Tunas, es uno de los homenajes más hermosos y simbólicos que existen en el mundo dedicados al más querido y universal de todos los cubanos.
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