Dinero, joyas y tarjetas de recargas de teléfono son un caramelo para los estafadores de Sancti Spíritus. En lo que va de año 31 timos de este tipo han sido denunciados ante la Policía, según el diario local Escambray.
Una de las estafas más increíbles ocurrió el pasado 3 de mayo cuando un espirituano pretendía cambiar 1.830 dólares canadienses en la Casa de Cambio del Bulevar de Sancti Spíritus. Por el camino, un hombre lo convenció para que se los cambiara a él y le dio un fajo de billetes, que la víctima no contó. Se fue confiado de que llevaba 1.445 CUC en el bolsillo, pero al llegar a una tienda donde pretendía comprar un ventilador comprobó que sólo le habían dado 345 CUC. Le tumbaron 1.100 pesos convertibles porque el fajo estaba lleno de billetes de 1 CUC.
Ramón Cabrera Ramos, un vecino de El Río, en Mayajigua, es otra de las víctimas. El 13 de abril pasado cuatro hombres llegaron a su casa en un Tur. Lo embaucaron y le vendieron un billete de 5 pesos cubanos de 1960 por 13.500 pesos. Supuestamente él podría revender ese billete a un gallego que ellos le traerían esa noche y que le pagaría 8.000 CUC por la joya numismática. El gallego no apareció. Los embusteros tampoco.
Manuel Rodríguez Valdés, un agente de telecomunicaciones, cayó en las redes de los atracadores el 4 de mayo. A las 11:30 a.m. recibió una llamada del director de la División Territorial de ETECSA, informándole de que las tarjetas de recarga de 5.00 CUC de determinadas series estaban defectuosas. Para comprobarlo, le pidió los códigos de las tarjetas y le dijo que después del almuerzo le enviarían las nuevas de reposición.
A la 1:15 p.m aún no había llegado nadie de ETECSA a su casa de la calle Céspedes y Manuel comenzó a sospechar que alguien le había estafado el dinero de 51 tarjetas (255.00 CUC). "El tipo me cogió movido", confiesa.
Lo mismo le ocurrió al día siguiente a Esther Ramírez Ruiz. El timador la llamó y le dijo que su nieta había comprado 61 tarjetas mal codificadas. Le dio detalles: que su contrato de agente de telecomunicaciones se lo había firmado Edenia, que le había pasado lo mismo a Manuel Rodríguez Valdés... Cayó en la trampa y todavía se pregunta hoy cómo el timador conocía todos esos detalles.
Cuando se dio cuenta de que era una estafa, Esther corrió hasta un punto de ETECSA, donde una funcionaria consiguió bloquear la descarga de 16 códigos. El atracador tenía 1.170 CUC en su línea telefónica.
Hay otros dos casos similares denunciados en Jatibonico. ETECSA ha decidido alertar a sus agentes para que no sigan cayendo en la trampa.
Las estafas telefónicas van más allá. Lilian León Carpio, recepcionista del hotel La Ronda, recibió una llamada del subdirector del complejo Las Cuevas. Le contó que había tenido un percance, que se le había roto el auto camino a la Universidad Marta Abreu. Le pidió cuatro códigos de tarjetas de recarga. La joven sospechó porque no le reconocía la voz, pero del otro lado el jefe le dijo que tenía gripe.
A este tipo de estafas hay que sumar el robo de cuentas Nauta en zonas wifi. La gente se conecta y le roban el usuario y la contraseña y se adueñan de su cuenta y de su saldo.
También se acumulan en Sancti Spíritus las denuncias de personas que pican cuando los llaman avisándoles de que les traen un paquete del extranjero, pero el auto se les ha roto en la Autopista Nacional, por lo que necesitan una recarga para llamar a la empresa que les rentó el carro.
La ingenuidad no tiene límites. Arelys Fonticella Rodríguez iba caminando por la calle Agramonte y la llamó un hombre por su nombre. La saludó y le preguntó por su hija que está en el extranjero. Después la convenció para que le vendiera una de sus cadenas de oro. También para que dejara que se la enseñara primero a su esposa. Arelys hizo por acompañarlo, pero el hombre le dijo que su mujer era celosa. Ella le dio la cadena y nunca volvió a saber ni de él ni de la prenda.
El coronel Jorge Luis Tejera, jefe de la PNR en Sancti Spíritus, no se explica cómo la gente puede picar en timos como éstos.
Las estafas están castigada en Cuba con penas de entre tres meses y 10 años de cárcel.
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