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La iglesia cubana entra en el debate sobre el matrimonio homosexual

El presidente de la Conferencia de Obispos afirma que el matrimonio, concebido como la unión entre un hombre y una mujer, no es una tradición, sino un hecho inherente a la naturaleza humana.

Persona ora con un rosario. © Pixabay
Persona ora con un rosario. Foto © Pixabay

Este artículo es de hace 5 años

El debate que ha suscitado la probable aprobación del matrimonio homosexual en Cuba, continúa siendo el que más opiniones genera dentro del proceso de reforma de la Constitución.

El arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez, se ha sumado a la polémica mediante un extenso escrito en el que da a conocer el pensamiento de la iglesia católica acerca del matrimonio.

En opinión del sacerdote, decir que el rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo es algo exclusivo de los cristianos, es una expresión superficial y parcializada.

Entre los que rechazan este tipo de unión hay hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, (..) científicos y personas con menos preparación, del campo y de la ciudad, civiles y militares, adultos y jóvenes. Es un abanico en el que está representado todo nuestro pueblo (…) pues esta postura está avalada por la experiencia, la historia y las ciencias que estudian al ser humano y su comportamiento”, aclaró.

Añade el prelado que la institución del matrimonio es tan antigua como la humanidad, y que en las diferentes culturas ha habido diversas formas de concebir la unión matrimonial, pero en todas están presentes los dos sexos: hombre y mujer.

“Esto es debido a que la naturaleza del matrimonio es la convivencia y ayuda mutua entre los cónyuges y la procreación y educación en común de los hijos. Así ha sido concebido y vivido el matrimonio en todas las culturas y pueblos”, añadió.

Explica el clérigo que cada sexo tiene sus particularidades y diferencias, y por ello se complementan.

“El ser humano no es solamente razón, sentimientos, deseos, libertad sin límites, capacidad de ilusionarse; es también materia, biología, genética, con la que tenemos que contar y que nos condiciona. No se puede tratar de simplificar este problema ni querer ridiculizar, como se ha hecho, a los que pensamos de esta manera. Los datos que aportan la experiencia y las ciencias son patrimonio de creyentes y no creyentes”, agregó.

Las consecuencias que traería consigo el cambio de definición de matrimonio en la Constitución: la aprobación del matrimonio igualitario, y la autorización para adoptar niños, sirven de fundamento a la posición de la iglesia cubana.

“Esto traería la consecuencia injusta de privar a estos niños, desde el día de su nacimiento, de tener un padre o una madre; los niños no sólo necesitan que se les quiera sino que necesitan también a un papá y una mamá. Si actualmente constatamos que la ausencia del padre o de la madre en el hogar puede crear situaciones de inestabilidad en los hijos, esto se ampliará mucho más con el matrimonio entre dos personas del mismo sexo”, asegura el sacerdote.

Monseñor Dionisio se refirió también a la preocupación de los padres por que se modifique el contenido educativo en las escuelas para adaptarlo a la nueva formulación.

“¿Nos damos cuenta del innecesario cambio cultural que esto generaría?”, cuestionó.

Acerca de las injusticias que sufren muchas personas que conviven y comparten sus bienes sin estar casadas, opinó que deben buscarse los medios legales que los protejan, pero que esos casos no deben tomarse como argumento para cambiar la definición de matrimonio.

Para el religioso cubano la nueva definición de matrimonio proviene de grupos con gran poder económico, que se aprovechan de la globalización y tratan de influir para crear una cultura uniforme que adopte sus criterios, descalificando otros.

“Es lo que se ha llamado el ‘imperialismo cultural’”, afirmó.

“Han penetrado los organismos internacionales, de tal manera, que muchos de éstos y gobiernos de países ricos influyen en países menos desarrollados necesitados de ayudas económicas, financiando en ellos a grupos afines a sus ideas y presionando a los gobiernos de los mismos hasta el punto de condicionar, en muchas ocasiones, la ayuda económica, para que apliquen políticas como éstas. Es un nuevo colonialismo ideológico”, concluyó.

Lea el texto completo aquí.

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