Las Casas de Cultura, una red de instituciones comunitarias dedicado a la promoción de las actividades artísticas, arribarán a su 41 aniversario de fundadas en el presente año. Con menos de medio siglo de existencia, estas instituciones afrontan un conjunto de obstáculos difíciles de vencer en el panorama nacional.
Según reportes de IPS, actualmente, el sistema nacional abarca un total de 343 Casas de Cultura, que emplean a 2.240 instructores de arte. Estos son sitios donde se imparten talleres literarios, se realizan comparsas de fiestas populares, surgen conjuntos artísticos de aficionados. A la par, se desarrollan festivales de danzón, teatro, danza y repentismo infantil.
Sin embargo, el éxodo masivo de instructores de arte y especialistas en el sector, el deterioro físico de las instalaciones y la carencia de materiales, dificultan las labores que se desarrollan -o podrían llegar a desarrollarse- en los barrios de la Isla.
Tan solo en el 2018, se contabilizaron un aproximado de 1.007 bajas de instructores de arte. Las razones -planteadas por el Consejo Nacional Casas de Cultura y el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello- se adjudican a la precariedad del salario y a las malas condiciones de trabajo.
De los inmuebles destinados a difundir y promover la cultura, 114 están catalogadas en regular estado, 46 de malo y 27 permanecen cerradas, debido a su estado técnico. Inclusive, existen ocasiones donde los propios gobiernos locales se convierten en meras barreras para la labor desarrollado en estos espacios.
Todo ello, condiciona que se se realicen actividades poco creativas, con programas de desarrollo carentes de proyecciones estratégicas.
Según la agencia, durante el 2019 el Consejo Nacional de Casas de Cultura prevé el fortalecimiento de todos los déficits planteados. Para Diango González, presidente de la comitiva estos espacios dentro de la comunidad deben “satisfacer las necesidades culturales y artísticas de las personas”.
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