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Guardabolsos y carnés para comprar en las shoppings: ¿hasta cuándo será la desconfianza hacia el consumidor cubano?

La inmensa mayoría de los cubanos parecen adaptados a ese procedimiento, pero no son pocos los que se muestran descontentos o indignados ante lo que consideran un acto inoperante y hasta lesivo a la dignidad individual.

Cubanos esperan en la tienda Riviera en Santa Clara para dejar los bolsos © Cibercuba
Cubanos esperan en la tienda Riviera en Santa Clara para dejar los bolsos Foto © Cibercuba

Este artículo es de hace 5 años

Hace solo unos días tuvo lugar un altercado entre una clienta y una trabajadora de la tienda Riviera, de la ciudad de Santa Clara.

Todo se originó a partir de que la propia tendera le imposibilitara a la joven entrar con su pequeña cartera de mano, y le indicara que debía hacer la cola del guardabolsos, ubicado a la vera de la puerta, y donde unas 10 personas esperaban a que hubiera disponibilidad de plazas para dejar sus pertenencias.

Tienda Riviera en Santa Clara / CiberCuba

Sin embargo, un minuto después la propia trabajadora dejó pasar a dos turistas con sus mochilas de viaje, ante lo cual la clienta se dispuso a entrar nuevamente, y recibió idéntica negativa. Entonces, a la vista de todos los presentes le hizo notar a la trabajadora lo que consideraba una injusticia. La empleada alegó estar cumpliendo orientaciones de sus superiores y que dejaba pasar a los extranjeros porque “es muy difícil que los turistas se vayan a robar algo”.

Dejaba pasar a los extranjeros porque 'es muy difícil que los turistas se vayan a robar algo'

Ante aquellas palabras no faltó la réplica colectiva de los que esperaban en el guardabolsos, quienes increparon a la empleada diciéndole que entonces todos ellos podían pasar a la tienda pues no eran delincuentes. Entre los querellantes no faltó quien señalara que ese tipo de prácticas solo se veían en Cuba, donde nos habíamos acostumbrado al maltrato y la humillación.

Esperando por un cupo en el guardabolsos de la tienda Riviera en Santa Clara / CiberCuba

Otros reconocieron, en cambio, la necesidad de medidas de control pero con soluciones menos incómodas para los clientes y en ese sentido hablaron de darles un mejor uso a las cámaras de seguridad que abundan en estas tiendas, pertenecientes a la corporación CIMEX.

Han llenado la ciudad de cámaras en todas las esquinas para meterle miedo a la gente, pero no las usan en las tiendas, como sucede en el resto del mundo”, señaló una de las presentes.

La situación lejos de controlarse fue aumentando su intensidad, a medida que iban llegando nuevos clientes a guardar sus pertenencias en el abarrotado guardabolsos, y preguntaban qué sucedía.

La polémica creció y comenzó a abarcar otros tópicos como las políticas de garantía que se aplican en Cuba, y otros absurdos como la necesidad de aportar el carné de identidad cuando se compra con un billete de alta denominación.

Los compradores que paguen con billetes grandes deben dar su datos y número de C.I. / CiberCuba

“Eso de tener que llenar un modelo, mostrar el carné y firmar un papel si vienes con un billete de 50 o 100 CUC es algo verdaderamente ridículo”, señaló otro de los presentes, que se preguntó "¿hasta cuándo será la desconfianza entre cubanos?"

Cuando en la década del 90 del pasado siglo, con la caída de la URSS, el gobierno cubano se vio necesitado de ingresar divisas frescas a su asfixiada economía, despenalizó el dólar y se extendieron por toda la geografía nacional las tiendas recaudadoras de divisa, comercios diseñados para colectar los dólares que se recibían por concepto de remesas familiares.

Fue entonces que los cubanos se reencontraron con algunos productos que, por decreto gubernamental y a partir de la austeridad socialista obrante, se habían dejado de considerar imprescindibles en las décadas anteriores. Pero aquella apertura también vino acompañada de medidas de seguridad realmente exageradas que aún hoy se mantienen.

La imposibilidad de pasar al interior de las tiendas con bolsos o jabas, y la revisión a la salida del establecimiento, contabilizando cada uno de los artículos adquiridos a partir del comprobante emitido por la caja, son algunas de las disposiciones que tres décadas después permanecen inalterables en las popularmente conocidas como shoppings.

Si bien la inmensa mayoría de los cubanos parecen adaptados a ese procedimiento, no son pocos los que se muestran descontentos o indignados ante lo que consideran un acto inoperante y hasta lesivo a la dignidad individual.

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