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Dr. Fidalgo: La venta de médicos cubanos es un negocio muy lucrativo que gestiona una mafia

Las mejores misiones, los mejores contratos son vendidos dentro de este esquema de corrupción.

Dr. Fidalgo y su familia © Cortesía del entrevistado
Dr. Fidalgo y su familia Foto © Cortesía del entrevistado

Este artículo es de hace 3 años

Andrés Fidalgo Bacallao (Caibarién, 1961) Un hombre hecho a sí mismo capaz de afrontar los castigos con la virtud de usarlos para mejorar su vida y la de su familia y que encontró en otra isla, Cabo Verde, un sentido de su vocación de servicio a los demás, complementando su labor como pediatra con la de pastor de la Iglesia Evangélica y empresario de la medicina.

Fidalgo Bacallao no se conformó con sacar a su familia de Cuba, sino que eligió Cabo Verde porque ya la conocía de una misión internacionalista previa, donde tuvo que soportar el dolor de no poder acudir al entierro de su madre y luego afrontar un destierro de 15 años.

La mayoría de los cubanos que emigran, eligen Estados Unidos y Europa, pero la elección del doctor Fidalgo fue meditada por su conocimiento previo y las potencialidades que descubrió en Mindelo, donde financió la construcción de la primera clínica privada, donde solo había pequeños centros médicos.

Especialista en Pediatría, pondera la buena preparación de médicos en Cuba, hasta 1998, pero lamenta que trabajen con escasez de recursos y medicamentos y condena sin ambages la "mafia" que gestiona la venta de servicios médicos en el extranjero; una práctica que convierte al profesional en un esclavo del siglo XXI.

¿Cuál es su criterio sobre la venta de servicios médicos cubanos en el extranjero?

En esto puedo hablar con propiedad porque yo fui parte de la mercancía vendida en el pasado.

En sus inicios, esas "Misiones Internacionalistas", eran subvencionadas por la Izquierda Internacional y tenían como objetivo la diseminación de la doctrina comunista en todos los países pobres. Tenía un carácter humanitario, sin embargo, los intereses no eran humanitarios sino políticos e injerencistas. ¡Y lo consiguieron!, hay que reconocerlo.

Invadieron centenares de países de África, Asia, y América Latina y consiguieron cautivar a políticos de esos países desde finales de los años 70 a los 90. Así lograron penetrar con su doctrina a muchos países. El vehículo utilizado era las ayudas sociales en áreas sensibles como lo es la Salud y la Educación, era despertar entre los pobres necesitados la dependencia y el asistencialismo como método de coerción y adoctrinamiento.

Era una tarea simple, que solo conllevaba recursos financieros, que era soportado por los países socialistas poderosos de la época como Rusia, China y Alemania Democrática. La mano de obra la ponía Cuba.

Un método sencillo: Yo te ayudo, te mando médicos y maestros, creo lazos afectivos de agradecimientos, me llevo grupillos de niños africanos y de países latinoamericanos, los meto en la Isla de la Juventud, los adoctrino. Me llevo jóvenes, los meto en la escuela "Ñico López" (Superior del Partido Comunista de Cuba), los formo como cuadros políticos, me llevo otro grupillo de jóvenes, los formo como médicos o técnicos de cualquier ramo y, así garantizo, que la futura lideranza política de esos países muestre simpatía y apoye al gobierno cubano, que defiende lo que llama un compromiso moral para mantener el juego eternamente.

Estos niños y jóvenes formados regresan en 10 ó 15 años a sus países y, sin dudas, son los Influencer de la sociedad de esos países, donde ya se había sembrado la semilla del socialismo y de los movimientos de liberación nacional.

Algo tan simple como eso. La masa pobre, que es mayoría, es muy fácil seducirla y secuestrarla. Eso fue lo que hicieron con las misiones medicas y de educación. Junto con estas misiones viajaban cientos de asesores políticos y militares que se establecieron en todos esos países. La ganancia inicial no era financiera solamente, era ganar peso político. Y lo consiguieron.

Pero nunca contaron con que el campo socialista, con la URSS a la cabeza, se desplomara tan fácilmente y en tan poco tiempo, después de iniciar esta estrategia de injerencia internacional.

Después de 1990, estos países se quedaron descolgados y corrían a las ayudas de sus antiguos colonizadores y de la Unión Europea, que recién comenzaba. Cada país europeo está comprometido a ayudar y apoyar financieramente a los países pobres africanos que fueron sus colonias. Grandes sumas de dinero se mueven en este sentido.

El Gobierno cubano también se vio descolgado de mamá URSS y su hermanita el CAME y entró en una profunda crisis financiera, en 1992-1993. El apoyo de la URSS y del campo socialista terminó. ¡Hay que salvar la revolución aunque para ello sea necesario negociar los principios!

La oportunidad estaba a la cara: Transformar las misiones internacionalistas en un negocio altamente lucrativo, sabiendo que estos países pobres reciben financiamientos a fondo perdido para pagar médicos y recursos para desarrollar sus países, ¡pues esta es la mía!, dijo Fidel Castro y comenzó la larga escalada de negociación y venta de servicios médicos. Un negocio internacional y nacional.

Cuba ofertaba y hacia propaganda de su medicina, vendía las misiones al mejor postor y, a su vez, médicos y sanitarios cubanos compraban sus misiones, pagando a funcionarios del régimen, en un esquema horroroso de corrupción de venta de puestos en supuestas misiones de solidaridad médica.

Este negocio está muy controlado por la mafia de Colaboración Medica Internacional y el Ministerio de Salud Pública. Las mejores misiones, los mejores contratos son vendidos dentro de este esquema de corrupción. Los médicos del interior se tienen que conformar, para donde los manden. Los médicos de La Habana y cercanías, que son más perspicaces, compran sus destinos.

Una vez en el país adonde han sido destinados, estos médicos son controlados, perseguidos, explotados, humillados, y despreciados en su máxima expresión. Los ponen a convivir dos o tres, en una casa, para que se expíen unos a otros.

Sus salarios han mejorado después de la explotación y esclavitud de 100 dólares mensuales cuando eran internacionalistas. El gobierno cubano se queda con el 70% del salario real de sus médicos, monto que comparte con el país donde se realiza la misión.

Un win to win (ganar para ganar), donde ambos estados ganan, pero el médico es el que trabaja y el que menos gana. Al final de cuentas esto es todo negocio, yo te propongo un contrato y usted acepta o no, a sabiendas que hay una cola de médicos locos por salir, porque de ganar 30 dólares al mes, pues gano 500 dólares y conozco otro país y salgo de la agonía que se vive en Cuba. Ese el razonamiento y la lógica de los médicos cubanos.

Pero lo peor seguramente no es el salario, sino la humillación constante durante sus estadías en estos países. Sometidos constantemente a la intimidación, la amenaza de mandarlos para Cuba, si violan cualquiera de los mandamientos, ordenanzas, directrices y acápites del reglamento que han establecido los cuerpos de la Seguridad del Estado en las Misiones Médicas Cubanas, haciendo ver que volver antes de tiempo a Cuba es un ¡castigo!, y cuyo objetivo más importante es evitar que estos médicos, se casen en estos países, o se queden, abortando su misión.

Para esto le obligan a reportarse constantemente, los atosigan con constantes reuniones, efemérides cualesquiera, actividades recreativas que deben pagar los propios médicos, domingos rojos, MTT, matutinos, lectura de comunicados, e infinidades de actividades inútiles, que solo tienen por objetivos controlarlos y minimizarlos. Los mantienen azocados durante dos años hasta que regresan a Cuba. Siempre se quedan algunos en cada misión, lo que provoca una tragedia y persecución para los que permanecen cumpliendo su contrato hasta que les toca regresar.

Estos médicos no pueden tener relaciones con los nacionales del país y mucho menos con los cubanos residentes en estos países. Ciertamente lo hacen, pero bajo la presión de amenazas constantes de mandarlos para Cuba. No hay peor amenaza para un médico misionero, que el hecho de mencionarles la palabra Cuba.

Realmente son una vergüenza en estos países. Y son una vergüenza porque ya los médicos nacionales y todo el personal técnico de la salud y gran parte de los pueblos saben en las condiciones en que viven estos médicos en Cuba, saben sus salarios, saben que ellos ganan 30 dólares por mes. ¡Y esto es humillante!

Los médicos pierden la perspectiva pocos meses después de su llegada a estos países, no saben si ellos vinieron a ayudar o a que los ayuden. Y esto también es humillante. Sin hablar de los sufrimientos por sus familiares que dejaron atrás en Cuba (padres, cónyuges, hijos, etcétera), sus preocupaciones por todo, el acoso y el asedio sexual entre muchas otras humillaciones.

Las misiones medicas cubanas han contribuido sobremanera al alto índice de infidelidad y divorcios en Cuba. La destrucción de familias, separación de los hijos, traumas psicológicos y muchas otras calamidades.

Yo personalmente, siento pena por ellos, con la misma intensidad que yo sentía pena por mí en mi época de médico internacionalista en Cabo Verde. Al final, ¡todos somos víctimas!

Examinando a una paciente / Foto: Cortesía

¿Qué valoración hace de la Medicina Cubana?

Considero la Medicina Cubana, hasta que salí de Cuba, en 1998, una de las mejores del mundo… No por el concepto idílico y romancista de muchos, que piensan y aseguran que los médicos cubanos son los más humanos del mundo, lo cual no es verdad, sino porque la llamada Medicina Cubana es la Medicina Americana, llevada a la práctica, sin riesgos legales alguno…. No pongo ejemplo, el concepto que cada uno lo interprete a su manera y a su experiencia. Es una cuestión de ética, de lógica y de sentido común, usando como referencia el sistema social y dictatorial de Cuba.

La calidad de los médicos -hasta que yo salí de Cuba-, era muy buena, sin dejar de reconocer, que muy pocos, contados con los dedos, saben trabajar con las tecnologías más modernas, pero aún así, en condiciones normales, en países en vías de desarrollo y en los países pobres, sin dudas el médico cubano se destaca, por saber trabajar, sin recursos ni condiciones sobre la base de la semiología y la intuición.

De la medicina actual, sobre todo cuando comenzaron a formar médicos en los municipios, a graduar especialistas en Venezuela, pues, yo pongo en duda su calidad, por la pobreza en su formación de las Ciencias Básicas y las áreas Clínicas. Pero no me atrevo a categorizar nada ni opinar sobre el perfil del médico actual formado en los municipios y en los campos de Venezuela.

¿Por qué vive fuera de Cuba?

Desde muy joven, exactamente a los 14 años, había muchas cosas en Cuba que no me gustaban. Nací y me crié en un pequeño pueblo pesquero al norte de Villa Clara, llamado Caibarién.

Por ejemplo, comencé a oír que existían ricos y pobres, que existía otras formas de vida, que en otros países los jóvenes eran muy liberales, que podían oír la música que querían, que podían vestirse la ropa que les gustaba, que en fin eran libres, mientras lo que yo veía y sufría era, que tenia que conformarme con una ropita pobre que no me gustaba y unos zapatos que a mi edad no eran juveniles.

Era impedido de oír las músicas que me gustaban, pues estaban prohibidas en Cuba y no podía estar en un grupo de jóvenes en el parque de mi pueblo a las 12 de la noche, porque la Policía nos intimidaba y nos obligaba a irnos para nuestras casas. Crecí con estas limitaciones de mi juventud, nuca pude usar un jean, que era mi anhelo, un pull-over ni tener un par de gafas oscuras, ni unas zapatillas, ni oír mis músicas favoritas en mi casa con las puertas abiertas ni mucho menos en público.

Esas aparentes prohibiciones, asociadas a una vida pobre con una sencillez obligada y prohibido de soñar de salir de esa condición, forjó en mí una personalidad rebelde a todo, motivo por el cual rehusé toda mi vida de ser de la UJC, del PCC con el precedente de nunca haber sido pionero, porque mi padre se negaba a que yo repitiera aquella fase insolente de los pioneros, donde mi padre me insistía que yo no tenia que ser como nadie, sino yo mismo. Todo esto fue acomodando la idea de un día libertarme de la pobreza, de las limitaciones y de las prohibiciones.

A los 18 años, estando en la universidad, fue la oportunidad perfecta. Abrieron el Mariel… Salí como un bólido de la universidad para mi pueblecito Caibarién a buscar a mis amigos, que pensaban como yo, para lanzarme a la aventura de la emigración, escondido de mis padres, aún cuando yo no tenia ningún familiar o amigo en los EUA. Mi pensamiento en ese entonces era que los cinco amigos que teníamos esa intención algún día, salir juntos y emigrar juntos y ayudarnos unos a los otros.

Mi fatal sorpresa fue que cuando llegué a mi pueblo, solté mi maletín y fui a procura de mis amigos, ya ellos estaban a camino de los EUA sin haberme podido avisar. Eran los años donde no había celulares, ni teléfonos en nuestras casas, ni forma alguna de avisarme a la universidad. Un vacío enorme y una frustración sin igual se apoderó de mí. Ahora solo, inconforme, frustrado y sin amigo, y estudiando una carrera que no me gustaba, la que fui obligado a estudiar.

Termino mi carrera de Medicina, la Especialidad y en 1989 me envían a Corralillo, en Villa Clara. Un Municipio experimental donde enviaban a todos los sancionados, religiosos, Adventistas del séptimo día, Testigos de Jehová, homosexuales, revoltosos y gente no grata al Gobierno.

Ahí conocí el hambre de verdad. Hasta ahora había conocido la pobreza, la miseria, las necesidades, pero ahora me enfrentaba al trabajo forzado y al hambre. Dos años que marcaron mi vida y que nunca olvidaré. El único Pediatra en dos municipios, desde Motembo hasta Quemado de Güines, pasando por varios pueblos, Corralillo, Sierra Morena, Playa Planchita, Rancho Veloz, Quintín Bandera.

Un solo pediatra recorriendo todo el día y la noche esos pueblos curando niños, pero sin alimentación, sin almuerzo ni comida, apenas desayuno con leche el cual yo era alérgico y no podía tomar. Doce horas diarias trabajaba de lunes a sábado. Una verdadera explotación y humillación. Ahí se ensayó en 1991 el Período Especial y la Opción Cero, que después fue implantado en 1993. Ese fue otro evento que marcó mi vida.

Asumí ese post graduado como una sanción por no simpatizar con el gobierno y por manifestar abiertamente mis ideas en mi juventud y en la universidad en tiempos de la "Profundización de la conciencia comunista". Dos años sancionado. Este fue el clímax para decidir irme para cualquier país.

En 1994 me mandan, de una forma extraña y en ¡72 horas!, para Cabo Verde a una Misión Internacionalista, en medio de muchos planes que tenía para emigrar ilegalmente por mar para Estados Unidos con mi esposa e hijo. Sentí las garras de la Seguridad del Estado en este negocio. Pero mi situación en Cuba era de peligro, podía caer preso en cualquier momento, porque mi pensamiento político y social contrario al régimen ya no era un secreto para nadie.

Mi intención era aprovechar esta misión para abandonar el país y emigrar a Estados Unidos, pero el destino me jugó una mala pasada: La muerte repentina de mi madre en Cuba. Esto me hizo esperar el término de la misión y regresar a la tumba de mi madre, un año después de fallecida, pues la misión no me autorizó a viajar a Cuba, por la inminente amenaza de una epidemia de Cólera, en Cabo Verde.

Como misionero sentí de nuevo la explotación, la sanción, la imposición la humillación, la vejación y la violación descarada de todos mis derechos como ser humano. Soportaba todo aquello, esperando regresar a mi tierra a ver mi familia y la tumba de mi madre.

A mi regreso yo era otra persona, me negué e trabajar más como médico durante seis meses, hasta que me olvidara de todas las humillaciones a que fui sometido. A los seis meses me presenté al hospital donde yo era Jefe de Pediatría y Subdirector Docente. Me aceptaron, ni sé por qué. Trabajé durante un año y luego comencé a intentar salir por mi cuenta para Cabo Verde, este pequeño país africano, donde yo vi que las personas podía vivir de una forma honesta, digna y honrada y donde había dejado huellas que hicieron que el Ministerio de Salud me ofreciera un contrato particular para trabajar por mi cuenta.

La gran odisea fue salir de Cuba. Lograr la liberación del ministro de Salud Pública de Cuba era una tarea de titanes o sucumbir a los mecanismos de soborno y corrupción que me orientaban, pero que yo no compartía ni era apologista.

Por cansancio y perseverancia mía me otorgaron la liberación en agosto de 1998, con una condicional por parte del Ministerio de Salud: Usted se acordará de nosotros! … Esa frase envolvía, sin yo saberlo, una sanción que no me permitía regresar a Cuba por cinco años y esa sanción se iba prorrogando cada quinquenio, hasta llegar a los 15 años, fecha en que me llamaron de la embajada cubana en Cabo Verde para informarme que ya estaba extinguido mi injusto destierro.

Por tanto, me fui de Cuba por las injusticias de un gobierno déspota y cruel.

Dr. Fidalgo y su esposa celebrando el tercer aniversario de su clínica / Foto: Cortesía

¿Cómo llegó a Cabo Verde y cómo vive en su otra isla?

La primera vez como Misión Internacionalista por dos años, desde 1994 hasta 1996. La segunda vez, por mi cuenta, con mi dinero y mis esfuerzos, en 1998.

En mi primera venida a Cabo Verde, en condición de misionero internacionalista, mi vida era como la de un esclavo cualquiera del siglo XX.

Dos años trabajando de forma descomunal, sin descansos apenas, en condiciones de vida muy precarias, reconociendo que eran mejores que las que yo tenía en Cuba, pero no dignas de un médico en este país. Mis colegas médicos caboverdianos tenían sus vidas dignas de un profesional de la salud, mientras yo vivía de migajas, de invitaciones, regalos, mal alimentándome con el mísero salario que me ofrecía el gobierno cubano de 130 dólares mensuales, mientras que se quedaban con 500 dólares y el Ministerio de Salud de Cabo Verde con otros 500 dólares también. Así conseguí terminar la misión que no me puedo quejar, no por la asistencia del Gobierno cubano, (que muy mal que se portaron conmigo), pero sí gracias al pueblo caboverdiano que me acogió como a un hijo, con mis apenas 32 años.

El regreso, por mi cuenta, fue duro, sacrificado, doloroso y lleno de matices, de altos y bajos. A los once meses tuve que optar por la condición de emigrante, y no acepté la condición de emigrante económico, estatus que me quería colocar la Embajada de Cuba, sino como emigrante político. Esto me costó más años de destierro. Gracias a Dios, pude ubicarme bien en el Hospital de la Isla de São Vicente y concentrarme en sacar a mi esposa e hijo, en cuanto fue posible.

En 1999, algo hizo mudar el rumbo de mi historia. Fue un encuentro sobrenatural con Dios a través de la predicación del Evangelio de Jesucristo. La fe entró en mí y la certeza y convicción de una nueva vida y una nueva esperanza y de prosperidad.

Seis meses después de aquel día, mi esposa pudo venir de una forma poco natural en Cuba.

Me entregué por completo a la causa del Evangelio. La Medicina la compartía con el estudio intenso en Teología. En poco tiempo, tal vez un año, comencé a ejercer como líder de la iglesia evangélica Asamblea de Dios, de Cabo Verde, primero como Diácono, luego como Presbítero y unos años mas tarde como Pastor.

Para esa época alternaba mis funciones de pediatra en el hospital de referencia Baptista de Sousa, con el de profesor de la Escuela de Enfermería en la isla, mi consulta privada y Pastor. ¡Una vida muy intensa!

Varios años pasaron hasta que Dios me dio la visión de construir un centro privado. Con mucho temor, prudencia y precaución iniciamos el proyecto en 2005 y, en 2006, lo inauguramos, para la "Gloria de Dios".

Medicentro, hospital privado en Cabo Verde / Foto: expressodasilhas.cv

En dos años, el centro creció mucho y construimos un edificio en el centro de la ciudad de Mindelo donde abrimos una clínica privada, Medicentro, la primera en Cabo Verde que, hasta entonces, solo disponía de centros médicos y consultorios privados.

MediCentro cuenta con todo el equipamientos y personal de necesarios, incluidos sus 27 médicos, varios técnicos en las diferentes especialidades, enfermeras, personal administrativo y auxiliares, que conforman un centro de referencia en Cabo Verde.

En estos momentos ejerzo como director de la clínica, soy uno de los cuatro pediatras que laboran en el equipo médico y mantengo mis labores de Presbítero en la Iglesia, donde mi hijo ha asumido la responsabilidad de Pastor.

Vivo una vida simple, digna, honesta, honrada y sólo me gusta viajar y conocer países y culturas. Tengo que viajar frecuentemente por negocios lo que a veces lo asocio al plan de vacaciones.

¿Cómo consiguió que su esposa e hijo llegaran a Cabo Verde?

En marzo de 1999 pude traer a mi esposa por Carta de Invitación pero -por esta vía era imposible traer a nuestro hijo, pues en aquellos años era prohibido que los niños salieran de Cuba por carta de invitación ni por vía turística a pasar vacaciones.

Pasados seis meses y después de la decisión de mi esposa de acompañarme a llevar adelante un proyecto de vida en Cabo Verde informamos a la embajada nuestra decisión de quedarnos aquí con un nuevo estatus de emigrante y reclamar a nuestro hijo por reunificación familiar. Esto le pareció insultante al cónsul de Cuba y se negó a procesarnos nuestro pedido, con una afirmación: '¡Vuestro hijo nunca pisará las tierras de Cabo Verde!', y automáticamente nos niegan revalidar nuestro pasaporte, informan esto al MINREX, que nos envía una carta informándonos que debíamos regresar de inmediato a Cuba en un plazo máximo de 30 días.

Ante nuestra negativa, nos anulan nuestros pasaportes por tres años, a mi esposa la destierran por cinco años y a mí por tiempo indefinido, después de enviarle una carta a Felipe Perez Roque, el defenestrado Canciller de aquellos días y quien me devuelve la respuesta de forma verbal con una frase: "En el silencio está la respuesta".

A partir de este momento comienza la lucha interminable para que autoricen a emigrar a nuestro hijo, quien estaba al cuidado de sus abuelos maternos. Dos años de reclamaciones, cartas, presiones, sin tener condiciones de pagar un abogado.

Corrían los días de Elián. El cinismo de la dictadura de reclamar un niño, que había sido llevado por su madre a Estados Unidos, fallecida en la travesía y ahora estaba siendo reclamado por su padre. Y aún sabiendo que desde el minuto cero el Presidente Clinton aseguró que el niño iría con su padre en Cuba, después de concluir todo el proceso burocrático, la dictadura se erguía cada mañana con la obra teatral de ¡Devuelvan a Eliancito!

Por eso días éramos decenas de padres reclamando, desde fuera, nuestros hijos que estaban secuestrados por los dictadores de Cuba, pero nuestra tribuna no era escuchada. Mi mujer embarazada en esos meses de lucha viajando constantemente a la capital conmigo, para llevar cartas y reclamaciones y entrevistas con los embajador y cónsul cubanos en Cabo Verde.

No encontrando respuesta la congregación de nuestra Iglesia proclama 15 días de “ayuno y oración”. Más de 50 hermanos de varias nacionalidades en "Ayuno y Guerra Espiritual" por la liberación de nuestro hijo. Al final de estos 15 días nos llaman de la embajada, que el MINREX había autorizado la salida definitiva de nuestro hijo, quien llegó el 20 de enero de 2001, después de estar secuestrado dos años y exactamente 5 días antes del nacimiento de su hermano pequeño y último de nuestros hijos, ya nacido en Cabo Verde.

¿Cuáles han sido sus momentos más duros como médico y ser humano?

Como médico, fueron los dos años de humillación, ignominia y explotación en el municipio de Corralillo en mi post graduado como Especialista en Pediatría.

Como persona, la humillación, la ignominia y el desprecio del Gobierno cubano, cuando no me permitieron asistir a la enfermedad y muerte de mi madre, en 1995, aun siendo un trabajador de ellos, y luego la negación de la Visa Humanitaria por tres veces consecutivas, en 2010 cuando mi padre enfermó y varios meses después falleció.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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