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Castrismo Covid

Con garantías para los derechos individuales, la historia no sólo no hubiera absuelto a Fidel Castro, sino que ni siquiera hubiera reparado en el petroglifo que hoy lapida su cripta funeraria.

Momento en que sacan a activistas del MSI de su sede © Collage Facebook / Razones de Cuba - Alicia Alonso
Momento en que sacan a activistas del MSI de su sede Foto © Collage Facebook / Razones de Cuba - Alicia Alonso

Este artículo es de hace 3 años

La pandemia es el estado ideal para la supervivencia de la Revolución Cubana.

En la práctica, nuestra nación ha vivido desde enero de 1959 en un eterno estado de emergencia. De crisis en crisis, de provocación en provocación, de batalla en batalla, de victoria en victoria. La guerra de todo el pueblo. En una plaza sitiada, hasta la más mínima duda debe ser castigada como alta traición.

Fidel Castro en persona se encargó de esta tarea titánica, en la cual se jugaba no sólo su máximo cargo, sino también su cadáver arrastrado por las calles cubanas. Obviamente, el comandante en jefe ganó, pues falleció en paz entre sus propias heces fecales, tendido entre honores y hedores sobre la cama de una clínica privada personal, pero sin la tara de haber sido procesado nunca por sus crímenes de lesa humanidad.

Si en algún aspecto Fidel Castro perdió, sin embargo, sería en que su régimen demostró no estar en condiciones de gobernar a nuestro país en tiempos de paz y progreso. Se trata, pues, de un totalitarismo de corte más tanático que tiránico.

En efecto, el castrismo siempre ha necesitado inventarse escenarios de guerra y ruina económica. Con ciudadanos solventes y empoderados cívicamente, la Revolución Cubana hubiera durado muy pocos meses. Con garantías para los derechos individuales, la historia no sólo no hubiera absuelto a Fidel Castro, sino que ni siquiera hubiera reparado en el petroglifo que hoy lapida su cripta funeraria.

Ahora, cuatro años exactos tras el anuncio de su defunción el 25 de noviembre de 2016, llegamos por fin al escenario exquisito por antonomasia para cualquier caudillo en control de una sociedad cerrada. El socialismo y la virología son primos cercanos. Léase, la pandemia de coronavirus, con los escasos cientos o miles de muertos que pueda acarrear en Cuba en los próximos años, es en puridad una panacea para el estilo de gobernabilidad grosero de todos los Partidos Comunistas, radiquen en la Plaza de la Revolución de La Habana o en el séptimo piso del número 235 de la Calle 23 Oeste de Nueva York.

El atroz asalto militar de este jueves 26 contra la sede del Movimiento San Isidro es, por ejemplo, únicamente un síntoma clínico, no necesariamente de los más severos. La pandemia les está permitiendo a los poderosos perpetrar un espectro muchísimo más maléfico de sumisión. Y perpetuarse de paso como los padres protectores que expurgan las patologías que impacten a nuestro pueblo.

Este virus es, de hecho, todo un viaje en el tiempo, un viraje hacia el encanto criminal de las décadas fundacionales del fascismo de hoz y martillo a la cubana. Con Joe Biden o Kamala Harris investidos en La Casa Blanca norteña, igual el legado de la continuidad en la Isla ha encontrado su tablita microscópica de salvación: más restricciones de viaje, más reversión del cuentapropismo, más prisión preventiva domiciliaria, más invasión de la privacidad, más imposiciones institucionales, más represión al derecho de reunión y protesta pacífica, etc. Todo con la vergonzosa bendición de la Organización Mundial de la Salud.

Nunca, como a partir de ahora, será más imprescindible la intervención intensiva del Estado en cada una de las esquinas rotas de la sociedad cubana. Nunca, como a partir de ahora, se hará más irreversible el estéril escenario de una Revolución que mató a mansalva, pero que no se sabe morir. Nunca, como a partir de ahora, los cubanos nos convenceremos de que, a los efectos funestos de la barbarie, Fidel Castro era un bebé.

Todo tiempo futuro tiende a ser peor. Y, creamos en las vacunas o seamos anti-vax, lo cierto es que el Covid-19 le acaba de consagrar al castrismo sin Castros por lo menos otros 19 años de sobrevida post-mortem.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Orlando Luis Pardo Lazo

Escritor y bloguero de La Habana. Actualmente realiza un doctorado en Literatura en Saint Louis, Missouri, EUA.


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