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Anamely Ramos: "Luis Manuel Otero, un nuevo tipo de amor"

La curadora de arte dedicó un breve ensayo a Luis Manuel Otero Alcántara, para conjurar el pesar de su ausencia.

Anamely y Luis Manuel durante la huelga de hambre / Luis Manuel Otero Alcántara © Collage / Facebook de Anamely Ramos y Luis Manuel Otero
Anamely y Luis Manuel durante la huelga de hambre / Luis Manuel Otero Alcántara Foto © Collage / Facebook de Anamely Ramos y Luis Manuel Otero

Este artículo es de hace 3 años

La curadora de arte Anamely Ramos publicó este lunes en su cuenta de Facebook un breve ensayo titulado Luis Manuel Otero, un nuevo tipo de amor.

Según Ramos, este texto le ha servido para "mitigar" la ausencia de Otero en momentos en que el artista se encuentra ingresado y bajo vigilancia de la Seguridad del Estado en el Hospital Fajardo de La Habana.

"Escribí este pequeño texto en San Isidro mientras Luis estaba todavía (en huelga) de hambre y sed. Lo escribí en el propio teléfono casi sin respirar y no arreglé ni una coma. Hoy lo comparto como una manera da aliviar mi preocupación por Luis, mitigar cuánto lo extraño", dijo la también académica en la red social.

Ramos fue una de las personas que se declaró en huelga de hambre en la sede del Movimiento de San Isidro (MSI) en días pasados, motivada por su ideal de justicia, la liberación del rapero Denis Solís y su confianza en Otero.

Al mismo tiempo, ha exigido en reiteradas ocasiones al gobierno que la "dejen llegar a él o que lo dejen irse a su casa con sus amigos".

"No pueden retenerlo para siempre. Luis es libre", dijo Anamely antes de presentar el texto que reproducimos a continuación:

Hoy estuve recordando y hace exactamente un año que conocí a Luis Manuel. Es así aunque no lo crean, solo un año. La primera conversación que tuvimos fue sobre su obra, para un texto que estaba escribiendo, y la ironía es que terminamos hablando de la muerte, de que solo la muerte no es oportunista, a diferencia de la vida.

A partir de ahí todo fue intensidad, como es al lado de Luis. Conversaciones a las tres de la madrugada, donde se hablaba lo mismo de la visión de la estética en Cambodia que de la física cuántica. Y de allí salieron textos y más textos. Creo que de esas conversaciones con Luis voy a sacar textos toda mi vida.

Son muchos días a su lado: cuando José Julián se fue y fui del aeropuerto para allá, deshecha y resulta que lo encontré llorando a él también; o el día que fui a conocer a su mamá y terminó enseñándome dónde se habían filmado Los papaloteros; o nuestros largos paseos buscando rejas antiguas por la Habana Vieja.

Recuerdo otro día en que estábamos en San Isidro, creo que en un cumpleaños de Maykel, un poco borrachos, y Luis empezó a decir que a él le gustaría tener cuatro años y ver al mundo con esos ojos de cuatro años y que Dios no podía existir porque si existía era un singao. Luis tiene una capacidad, o yo no sé si eso se llama capacidad, para sentir el dolor de los otros como propio y para moverse en torno a eso, que le da una nobleza difícil de encontrar. Por eso lo amo. Por eso es mi persona favorita.

Luis: Sabes que todo esto empezó con un sueño, me encanta recordártelo. Yo soñé un día, cuando todavía no habíamos cruzado una palabra, que tú eras importante para mí. ¡Ve tú que sueño más raro! Un sueño que era solo un sentimiento. Y mira a dónde nos ha llevado. Hace unos días te dije que ya sabía por qué te había conocido: para experimentar un nuevo tipo de amor, distinto a todos los anteriores. De eso se debería tratar la vida: de ir experimentando tipos de amor diferentes, y reír.

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