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¿Quien paga, manda?: De cómo el gobierno cubano recibe dinero de George Soros y la Fundación Ford

Organismos gubernamentales cubanos como MINREX y agrupaciones de la sociedad civil con la anuencia oficialista reciben subvenciones de Open Society, Ford Foundation y partidos europeos para desarrollar proyectos colaborativos junto a entidades internacionales.

Mariela Castro Espín © Twitter / Cenesex
Mariela Castro Espín Foto © Twitter / Cenesex

Este artículo es de hace 3 años

Durante los asesinatos de reputación que el gobierno cubano ejecuta sistemáticamente contra activistas, defensores por los Derechos Humanos o periodistas y artistas independientes dentro y fuera de la isla, el argumento que primero lanzan contra ellos es la procedencia de sus recursos financieros.

La Ford Foundation, la National Endowment for Democracy (NED) y la Open Society Foundations (OSF), encabezan la lista de organizaciones que, según el discurso oficialista, “promueven la subversión”, atentan contra la seguridad nacional e infieren contra el “proyecto democrático de la Revolución”, todavía en construcción después de 60 años.

Sin embargo, la información que el gobierno cubano omite es que sus propias instituciones reciben financiamiento no solo de entidades sin ánimo de lucro a escala internacional, sino directamente de partidos políticos y gobiernos extranjeros.

Tal es el caso de la Asociación de Amistad Hispano-Cubana Bartolomé de las Casas, con sede en Madrid. María Isabel Menéndez, presidenta de la entidad, declaró públicamente en entrevista al portal La Jiribilla, que recibían dinero procedente de partidos políticos para proyectos de filantropía en Cuba. Además de contribuir con estas subvenciones al sostenimiento del periódico Cubainformación y de todo un proyecto televisivo en el País Vasco (financiado por Euskadi-Cuba, que a su vez recibe dinero del gobierno de Vizcaya) para “llevar la verdad de Cuba” a la audiencia europea, la asociación colabora con el Instituto Cubano de Amistad Con los Pueblos (ICAP), un brazo de la inteligencia cubana disfrazado de bastión de solidaridad, y con la red Medi-Cuba, cuya misión consistía, básicamente, en burlar el embargo económico de Estados Unidos y enviar materia prima al Grupo Empresarial QUIMEFA y al Polo Científico, actualmente BioCubaFarma.

Con relación al paso del huracán Irene por la isla, en 2011, Menéndez comentó: “Se hizo un esfuerzo muy importante en lo que llamamos “Intervención inmediata”. No se trabajó una subvención, sino la aportación de dinero directo de otros partidos políticos, de organizaciones sindicales, de la gente común que se animaba a poner dinero en una cuenta común. Lo cierto es que se consiguió el dinero y, sobre todo, muy de prisa”.

Asimismo expresó que, tanto la derecha española de la época como el Partido Popular (PP) en el gobierno, limitaban el acceso de la asociación a fondos porque sus intereses se centraban en promover sectores “contra Cuba”.

Sin embargo, el perfectamente desmontable presupuesto de que “quien paga, manda”, blandido por la prensa oficialista y los dirigentes cubanos cuando de opositores y proyectos autónomos se trata, alcanza su punto máximo de la desfachatez en la figura de Mariela Castro Espín, directora del CENESEX.

En una edición especial del NTV, el presentador Humberto López se refirió en cadena nacional y sin oportunidad de debate o réplica, a varias reuniones de periodistas independientes cubanos con diplomáticos y funcionarios de organizaciones del sector civil (ONGs). El propio Maykel González Vivero, director del sitio Tremenda Nota, aparece en la cobertura narrando su encuentro con Aimel Ríos Wong, jefe de programas para Cuba y Venezuela de la NED. Aunque la grabación se efectuó bajo consentimiento, el clip fue manipulado a través de una burda edición, que muestra a Maykel lanzando frases descontextualizadas.

El embajador noruego en La Habana, John Petter Opdahl, quien se ha reunido en múltiples ocasiones con actores de la sociedad civil y la prensa independiente, declaró haber aportado “más de 230,000 dólares a la organización de Mariela Castro durante los últimos dos años”, según reportes de The New York Times. La delegación diplomática noruega es una de las que más ha contribuido a la promoción del arte y la cultura en la isla.

“Ella ha abolido buena parte del estigma para mucha gente en el país y le ha mejorado mucho la vida, no solo en La Habana, sino también en las provincias”, añadió Opdahl.

No obstante, el destacado economista cubano Pedro Monreal, a propósito de la última campaña de descrédito de los medios estatales contra activistas e intelectuales disidentes, mencionó en su muro de Facebook que no solo “la Fundación Ford apoyó la donación a Cuba de una réplica de la estatua ecuestre de José Martí colocada frente al Museo de la Revolución”, sino que, además, “ha financiado el proyecto “Cuban Oral History: Memories of the Cuban Revolution”, de la Universidad de Southampton, realizado bajo los auspicios del CENESEX”.

Sobre la Ford Foundation y la Open Society, el intelectual cubano explicó el amplio espectro de proyectos que financian, los cuales no se conducen en la unívoca dirección de "desmantelar la Revolución cubana”, como pretende hacerlo ver el aparato propagandístico del régimen totalitario.

“El argumento de que cualquiera que se aproxima a esas fundaciones se contamina, falla cuando se comprueba la evidencia de que la Fundación Open Society habría financiado instituciones que son abiertamente solidarias con la Revolución cubana, como son Global Exchange y National Security Archive Project”, refirió Monreal.

Del mismo modo en que Castro Espín se reunió con Hilary Pennington, vicepresidenta de la Ford Foundation, en 2016, varios integrantes del Laboratorio de Ideas Cuba Posible debatieron junto a funcionarios de Open Society en su sede de Nueva York. Sin embargo, el diario Granma pudo dedicar un artículo de opinión a vincular malogradamente a los intelectuales cubanos con los planes de la CIA, pero se le escapa -o deja escapar convenientemente- el detalle de que una Diputada a la Asamblea Nacional, con apellido Castro por más señas, recibe a los mismos funcionarios -con el mismo dinero- que hoy en día tanto vilipendia el gobierno.

“El Programa Cuba de ILAS (Institute of Latin American Studies), el cual ha recibido financiamientos de Open Society, incluyó un Programa de Intercambio Académico entre la Universidad de Columbia y la Universidad de La Habana, bajo el cual se han realizado visitas académicas entre ambos países. También ILAS ha mantenido un proyecto de colaboración con el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, en La Habana”, añadió Monreal.

Respecto al programa académico sobre Cuba que desarrolla la Universidad de Columbia, su propio gerente de difusión, Esteban Andrade, declara públicamente en su perfil de LinkedIn que dentro de sus tareas y misiones se halla la de "establecer y mantener relaciones con patrocinadores como The Ford Foundation, The Open Society Foundations, The Lemann Foundation, The Tinker Foundation y con el Departamento de Educación de Estados Unidos".

De este modo se evidencia que no solo entidades dentro del sector social oficialista, como CENESEX, ejecutan proyectos colaborativos con centros o pragramas financiados por OSF o la Ford, sino también instituciones del Estado cubano como el politizado Instituto Superior de Relaciones Internacionales.

La autonomía en las agendas de medios, proyectos y creadores no va en detrimento de cuánto dinero pague una entidad para el desarrollo de los mismos. Existen sobrados ejemplos de medios, grupos y proyectos cuya gestión o discurso no se ve supeditada a los “intereses injerencistas” de la fuente emisora de los fondos, de existir realmente esta preocupación paranoide. En todo el planeta hay presencia de verdadera sociedad civil que funciona al margen de la esfera gubernamental y de la privada subsistiendo con fondos internacionales, sin que eso constituya una vergüenza o un estigma.

Por ejemplo, el propio CENESEX recibió en 2010 casi 89 mil dólares por su proyecto Enhanced Editorial Facilities, otorgado por The Atlantic Philanthropies, fundación privada del magnate norteamericano Chuck Feeney.

En el plazo de 57 meses, CENESEX debía crear o mejorar instalaciones destinadas a la investigación, gestión del conocimiento y promoción de programas de salud y derechos sexuales, según los términos del premio.

Ni la dirección web del CENESEX, hospedada en un portal del dominio asignado para Cuba (http://www.cenesex.sld.cu/), ni la dirección digital hacia la cual debió haber migrado (http://www.cenesex.org/) funcionan. No se tienen noticias sobre qué pasó con el proyecto presentado por Castro Espín, si se cumplió en el término acordado, o cómo se distribuyó el dinero.

The Atlantic Philanthropies ha estado emitiendo fondos al gobierno de Cuba (principalmente en el área de salud) desde 2002. A propósito del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, esta fundación destinó 1.4 millones de dólares al deshielo a través de grupos como Cuban Americans for Engagement (CAFE), encabezado por el doctor Arturo López-Levy, exfuncionario del Ministerio del Interior (MININT) y supuesto primo de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja. Sobre la relación entre ellos, López-Levy declinó ofrecer declaraciones cuando Nora Gámez, periodista de El Nuevo Herald/The Miami Herald, las solicitó.

Incluso, si el doctor López-Levy no tuviese parentesco con el jefe del conglomerado empresarial militar más poderoso Cuba (GAESA) y exyerno de Raúl Castro, su relación con el gobierno cubano no solo ha sido estrecha sino que, actualmente, es una de las voces “moderadas” que pujan por la conciliación entre ambas administraciones desde los círculos académicos y las intervenciones mediáticas en Estados Unidos.

Foto del Twitter de Arturo López-Levy

En el sitio web de CAFE puede leerse la posición de este grupo ante el recrudecimiento de medidas económicas dispuestas por Donald Trump contra la isla, pero no condenas a las sistemáticas violaciones a los derechos humanos de opositores por parte del gobierno de Miguel Díaz-Canel.

The Atlantic Philanthropies, además, exhibe entre sus principales logros la contribución al restablecimiento de relaciones bilaterales y “haber ayudado a reunir grupos que normalmente no se asocian con la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y la Cámara de Comercio de Estados Unidos”.

Aunque el portal oficial de la fundación no menciona qué grupos específicos dentro de la isla se acercaron a la organización fundada por Jorge Mas Canosa en 1981, sí especifica que ocurrieron encuentros entre ambas partes: “Los grupos participantes intercambiaron las mejores prácticas y se consultaron periódicamente sobre formas de coordinar los esfuerzos de promoción”.

Otro detalle que el discurso mediático oficialista obvia es que, en enero de 2008, Open Society Foundation y The Atlantic Philanthropies lanzaron la Campaña de Seguridad Nacional y Derechos Humanos con el fin de promover políticas progresistas en Estados Unidos, en pos de preservar el estado de derecho.

OSF y Atlantic han sido socios financieros desde enero de 2008 hasta diciembre de 2010, aportando cada uno $20 millones en proyectos para promover libertades civiles y equidad dentro de Estados Unidos.

¿Cómo puede el gobierno de Miguel Díaz-Canel -y todo su aparataje propagandístico- cuestionar la legitimidad de fondos que también reciben sus propios programas? ¿Es más limpio el dinero de Chuck Feeney que el de George Soros cuando, en 2015, el primero donó a la fundación del segundo 10 millones de dólares para un proyecto político en Sudáfrica, por ejemplo?

El gobierno cubano ha sido históricamente incapaz de crear bases de datos accesibles para que la ciudadanía conozca por dónde circula y a dónde va a parar cada centavo que genera u obtiene el país, donde ninguna institución o empresa está obligada a publicar informes de transparencia anuales, como en la mayoría de las democracias occidentales.

Por eso resulta inaudito que el régimen, y sus papagayos internos y externos, conviertan en afrenta y criminalicen con leyes espurias que un sector lacerado como la sociedad civil independiente recurra a fondos internacionales para sobrevivir, crear y expresarse en medio de la represión, el acoso y la violencia de las autoridades gubernamentales.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Lianet Fleites

Periodista cubana. Colabora con la revista El Estornudo y Periodismo de Barrio.


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