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"Plantado" Ángel de Fana convencido que los jóvenes cubanos derrotarán al comunismo

La democracia y el capitalismo nos hará libres y prósperos. Tengo una gran confianza en que los cubanos de dentro de la isla, fundamentalmente los jóvenes, eliminarán el poder del comunismo en el país. Nuestra misión en el exilio, en las actuales circunstancias, es brindarle nuestro mayor apoyo.

Ángel de Fana (centro) con actores Gilberto Reyes (izda.) y Abel Rodríguez durante rodaje de Plantados © Cortesía del entrevistado
Ángel de Fana (centro) con actores Gilberto Reyes (izda.) y Abel Rodríguez durante rodaje de Plantados Foto © Cortesía del entrevistado

Este artículo es de hace 3 años

Ángel de Fana Serrano (La Habana, 1939) Desde joven quiso ser periodista y estuvo preparándose con un profesor para acceder a la escuela de periodismo, pero la vida lo hizo ayudante de comercios en su barrio y llegó a hacer encargado de una céntrica zapatería habanera, ubicada en los pasillos de Radiocentro-CMQ, donde ganó dinero y conspiró contra el naciente castrismo porque formó parte de la excepción dentro de un pueblo abrazado al advenimiento del Ejército Rebelde.

Católico coherente rechazó a la revolución cubana desde el minuto cero y llegó a ser Coordinador Nacional del Movimiento Democrático Cubano, tras escalar desde simple miembro de la organización clandestina hasta el máximo cargo, actividades opositoras que combinaba con su trabajo y sus bailes en el Club San Carlos, en la barriada de Santos Suárez, próximo a donde nació y se crió.

En 1963 fue condenado a veinte años de cárcel que cumplió en prisiones de La Cabaña, Isla de Pinos y Boniato, donde fue liberado "incondicionalmente" en 1983, cuando descubrió una norma gubernamental que obligaba a comer algo para poder tomarse una cerveza, a la que accedió gracias a la generosidad y viveza de una camarera santiaguera. Cuando volvió a su casa de Lawton todo le parecía más pequeño, incluida la Calzada de 10 de octubre y la esquina de Toyo, donde un emigrante español le regalaba caramelos y algún cocotazo.

En sus dos décadas en la cárcel castrista vio morir a Pedro Luis Boitel como consecuencia de una huelga de hambre y sed, conoció al comandante Huber Matos Benítez, con quien luego trabajó en el exilio, y al padre Loredo, a quien sustituyó en labores pastorales en la cárcel, una vez que el sacerdote fue excarcelado.

Lloró viendo Plantados, pese a que estuvo casi a diario a pie de rodaje y haberse leído 16 veces el guión para ayudar a Lilo Vilaplana a construir algo muy parecido a la tragedia que vivió en sus carnes, sin un minuto de tregua, pero sin una claudicación porque entró sabiendo que si no moría y era excarcelado no tenía nada que agradecer al castrismo, sino a Dios y su familia, que cumplió una condena paralela con sus desplazamientos a Isla de Pinos y Santiago de Cuba.

La cárcel no consiguió minar su confianza en Cuba y sus jóvenes, a los que seguirá apoyando para derrotar al comunismo y convertir las prisiones y cuarteles en escuela; hombre práctico sabe que el ejemplo moral de Plantados es historia viva, pero apuesta por una patria futura con libertad, dignidad y honestidad.

Cartel de la película Plantados / Cortesía de Lilo Vilaplana

¿Qué sentiste cuando viste la película Plantados?

Mis sentimientos hacia Plantados comenzaron antes de ver la película. El día en que Ernesto Díaz Rodríguez y yo le presentamos a Lilo Vilaplana a Leopoldo Fernández Pujals, comenzó nuestra responsabilidad en cuanto al filme, que luego en los créditos la denominaron “Asesores Históricos”.

Primeramente organizar reuniones entre algunos expresos con Lilo, para que le dieran testimonios. Fueron varias sesiones. Posteriormente las reuniones se trasladaron al estudio donde se filmaría, esta vez las reuniones eran con los artistas y los técnicos y la revisión del guión, aproximadamente 16 veces, tuve que leer el guión en su totalidad, y presentar mis observaciones. Lo mismo hacía Leopoldo Fernández Pujals.

Cuando comenzó la filmación, en representación de Centurion Film, o sea, del productor, debía estar presente siempre que podía en las filmaciones. Y señalo que siempre que podía, que era casi a diario, porque tengo compromisos de mi trabajo que debía cumplir.

Hay escenas que me han hecho llorar, desde que estaban filmándolas. Una de ellas es cuando la madre y hermana de Pablo van a una visita especial. Algo parecido me ocurrió, al igual que a otros compañeros, cuando estábamos en calzoncillos en La Cabaña.

Es importante destacar que los hechos que muestran la película son “algo parecido” a la realidad, pues la película, como bien ha explicado Lilo, no es un documental, no es la historia de nadie en particular, aunque podría describir, en cada uno de los hechos, cuando ocurrió y a quién o quiénes nos ocurrió, adaptándolo a la genialidad del director y los demás guionistas al desarrollar la historia.

El canto de La Montaña siempre me causa una gran emoción, y la muerte de Pedro Luis Boitel, me hace brotar lágrimas; Plantados me oprime el pecho, me trae muchos recuerdos, gran parte de los cuales no aparecen en la película, porque sería imposible trasmitirlos en dos horas de duración.

De Fana (izda.) junto a su familia en una visita en prisión / Foto: Cortesía del entrevistado

¿Fuiste preso plantado desde 1963 hasta 1983 en prisiones de Cuba, ¿cómo afrontaste ese desafío al castrismo y cómo sobreviviste esos 20 años?

Fui hecho prisionero el 10 de septiembre de 1962. En esa época era el Coordinador Nacional del Movimiento Demócrata Martiano, que había fundado y dirigido Bernardo Corrales, fusilado en septiembre de 1961, cuando yo era un simple miembro de los grupos de acción. Fui condenado a 20 años de prisión luego de un largo y fuerte proceso de interrogatorio, que incluyó estancias en “Las Cabañitas” o “Punto X” y separación del resto de los presos que se encontraban en La Cabaña.

En la prisión de Isla de Pinos comenzó verdaderamente la constitución de la fortaleza espiritual o psíquica que me permitió, al igual que a otros miles de presos políticos, a mantenernos firmes en nuestros principios enfrentando múltiples castigos e intentos de resquebrajar nuestra moral y voluntad. Estudiaba lo más posible; idiomas, literatura, ciencias políticas. En los tiempos en que fue posible, pintaba, escribía, estudiaba música y tocaba guitarra. La mayoría del tiempo en los más de 20 años de mi prisión, no tenía guitarra ni medios para pintar.

En todo momento, y en cualquier circunstancia, mantenía actividad política dentro de mi organización y en las relaciones con las demás organizaciones. La religión siempre fue un gran refugio. Soy católico. En los primeros tiempos de la prisión participaba simplemente como uno más en las oraciones que se realizaban. Cuando llegó al Presidio de Isla de Pinos el sacerdote franciscano Miguel Ángel Loredo, integré su Consejo Pastoral.

Luego de diez años, cuando Loredo fue excarcelado, me nombró para sustituirlo como Presidente de la Comunidad Católica, lo que fue aprobado por el resto de la comunidad y permanecí siéndolo hasta mi excarcelación, en abril de 1983.

¿Qué recuerdos tienes del comandante Huber Matos Benítez?

A Huber lo conocí en La Cabaña, cuando regresamos de Isla de Pinos. Un grupo de amigos creamos lo que llamamos “Fragua”. Éramos miembros de diferentes organizaciones, y nos unía bastante afinidad en nuestro pensamiento político. Huber se acercó a nosotros, teníamos bastante comunicación con él. Cuando fuimos trasladados a la prisión de Guanajay y comenzó a organizar lo que posteriormente se convertiría en el movimiento Cuba Independiente y Democrática (CID), me invitó a participar en el mismo, pero no acepté por mis responsabilidades como presidente de la Comunidad Católica, donde se reunían católicos de todas las manifestaciones políticas.

Cuando viajé a Venezuela dos meses después de mi excarcelación, Huber fue a verme y me propuso que ingresara en el CID y trabajara en la emisora radial La Voz del CID, que trasmitía hacia Cuba por onda corta desde un país de Centroamérica. Acepté. Viajé en dos oportunidades a realizar la labor ejecutiva en la emisora desde el centro de transmisión.

Padre Miguel Ángel Loredo (izda.) y Pedro Luis Boitel / Fotos: Café Fuerte e Isliada

Cuando me instalé en Miami, continuó mi labor en la emisora, primeramente en redacción, junto a Juan Benemelis; escuchábamos algunas emisoras cubanas, leíamos partes de sus transmisiones que nos llegaban, y redactábamos noticias y comentarios. Con el transcurso del tiempo pasé a ser Jefe de Programación y luego Director General de la emisora. Durante casi diez años realizaba esa labor. Por las noches limpiaba oficinas en compañía de mi esposa. Un día me contrató el profesor y amigo Juan Clark para que lo ayudara en la preparación de su magistral obra “Cuba, Mito y Realidad”. Durante tres años, cuatro horas diarias, de noche, de lunes a viernes, tuve el privilegio de colaborar con el.

Cuando terminamos el libro de Clark, Huber me pidió que lo ayudara a terminar el libro que durante años lo tenía estancado. Durante alrededor de un año, cuando terminaba mi labor en la radio, me sentaba con él a completar su libro “Como llegó la noche”. Además de ser un subordinado de su organización, fui amigo de Huber, cubano de integridad probada y de amor profundo a la patria.

De Fana con su hijo Ángel y su padre / Foto: Cortesía del entrevistado

¿Cómo es la Cuba que tu sueñas y deseas?

Quiero una Cuba que haya dejado atrás, completamente, la pesadilla comunista. Creo que la democracia y el capitalismo nos hará libres y prósperos. Tengo una gran confianza en que los cubanos de dentro de la isla, fundamentalmente los jóvenes, eliminarán el poder del comunismo en el país. Nuestra misión en el exilio, en las actuales circunstancias, es brindarle nuestro mayor apoyo.

Sueño con una Cuba donde podamos vivir con libertad, dignidad y honestidad, todos los cubanos.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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