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Cubanos ayudan a doctora enferma de cáncer a comprar una lavadora en tienda en dólares

El gobierno cubano decidió vender la mayoría de los electrodomésticos en tiendas en dólares, una moneda a la cual solo accede una parte del pueblo.

La doctora Ismaray Quintanilla © Facebook / Alexander Jesús
La doctora Ismaray Quintanilla Foto © Facebook / Alexander Jesús

Este artículo es de hace 3 años

El doctor Alexander Jesús Figueredo Izaguirre, residente en Bayamo, Granma, agradeció la solidaridad de los cubanos con una doctora que enfermó de cáncer mientras cumplía misión médica en Venezuela y, a su regreso, no contaba siquiera con una lavadora en casa.

Fue el propio Figueredo quien compartió a finales de marzo el devastador testimonio de la joven Ismaray Quintanilla, de 30 años, madre soltera de dos niñas de 3 y 6 años, que casi murió de la enfermedad sin recibir atención médica. Actualmente, la mayoría de los electrodomésticos se venden en tiendas en dólares, una moneda a la cual acceden prácticamente solo aquellos cubanos con familiares en el extranjero.

“Cuando los amigos tienen el corazón más grande que el universo, los días en nuestra efímera vida se hacen inolvidables... gracias, mis hermanos y hermanas, por toda la ayuda a mi amiga”, expresó el galeno en Facebook el sábado.

“Ya ella tiene su lavadora y más aún el regalo de tener buenos amigos... que Dios les multiplique en salud y amor a los que hicieron posible que ella hoy pueda tener Patria y Vida”, dijo, en alusión a la frase que ha popularizado entre los cubanos la canción de Yotuel Romero, Gente de Zona, Descemer Bueno, Maykel Osorbo y El Funky.

Según relatara antes Figueredo, en 2018 la doctora aceptó ir de misión a Venezuela con la esperanza de poder comprar una casa donde vivir con sus hijas a su regreso de la colaboración. Sin embargo, mientras se encontraba laborando en el estado venezolano de Zulia comenzó a experimentar síntomas como tos seca y falta de aire.

Las pruebas descartaban una infección por coronavirus, pero la salud de la joven continuaba empeorando, por lo que decidió pedir el fin de su misión, respetando los términos del contrato, que expresaban un periodo de 18 meses.

No obstante, se vio imposibilitada de regresar a la isla debido al cierre de fronteras por la pandemia. Entretanto, su salud se agravó, y el médico que se encargaba en su CDI (Centro de Diagnóstico Integral) de atender a los colaboradores enfermos advirtió que la doctora tenía “saturación de oxígeno baja (en 80), taquicardia sinusal (pulsaciones en 120 y 130 por minuto) y mucho dolor en las extremidades superiores”.

Luego, la doctora atravesó varios meses sin medicamentos en Venezuela y lo mismo ocurrió una vez que llegó a Cuba tras numerosas vicisitudes. También demoró el diagnóstico, que no se produjo hasta noviembre: “Linfoma en el mediastino anterior, ocupando pulmón, esófago y desplazando el corazón, según tomografía simple, midiendo 120 x 108 mm”.

La doctora relató que a su regreso a la isla, la aduana le decomisó muchos de los artículos que cargaba. “Todo por lo que luchó se desvaneció. Con el cambio de moneda perdió mucho dinero. Ahora sus ahorros ya no son para un cuarto donde poder vivir, sino para comprar la comida si aparece y alimentar a sus hijas. Tiene llagas en las manos de lavar porque las lavadoras solo las venden en dólares y ella no cuenta con esa moneda”, contó Figueredo.

En Venezuela, la doctora sufrió el acoso de su jefe de misión, lo cual la animó a visibilizar la situación que enfrentan las colaboradoras fuera de la isla.

Asimismo, la joven dijo que se decidió a contar su experiencia por “todas las colaboradoras cubanas que son acosadas sin ser escuchadas, por aquellos médicos que perdieron la vida sin que se les atendiera como se merecían, por los que todavía están bajo condiciones deplorables y viviendo en hacinamiento, por los que les robaron su dinero con el reajuste económico y les siguen devaluando ahora el peso con el que les van a pagar y por todos los que hoy siguen creyendo que les importan a algún dirigente”.

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Maykel González

Periodista de Cibercuba. Graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana (2012). Cofundador de la revista independiente El Estornudo.


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