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Científico Eduardo López-Collazo relata cómo lo defenestraron y le prohibieron ejercer en Cuba

“Haciendo corto el relato”, se lee en su blog Viernes, “me despidieron, me defenestraron, me prohibieron volver a hacer ciencia y sólo el tesón de quien no se rinde frente a la adversidad me hizo retomar el camino que hoy es una realidad”.

Eduardo López-Collazo © Captura de pantalla/CiberCuba / IdiPAZ, Madrid
Eduardo López-Collazo Foto © Captura de pantalla/CiberCuba / IdiPAZ, Madrid

Este artículo es de hace 2 años

El científico cubano Eduardo López-Collazo, radicado en España, afirmó este sábado que en su país de origen lo “defenestraron” profesionalmente y le “prohibieron volver a hacer ciencia”, y que solo su determinación de salir adelante le permitió retomar el camino profesional.

La reacción del científico se produjo en respuesta a quienes le han echado en cara su formación en Cuba luego de sus críticas al proceso de vacunación contra el coronavirus que impulsa el gobierno de La Habana.

En una entrada de su blog publicada este primer día de mayo, López-Collazo señaló: “la Isla Metafórica [Cuba] me entrona como anticastrista furibundo por opinar sobre sus vacunas y publicaciones oficiales de por allá entrecomillan el epíteto científico que acompaña mi nombre”.

“Puedo decir, sin pudor alguno, que soy científico a pesar de la Isla Metafórica y su sistema de control”, sostuvo el investigador, a quien alude un artículo aparecido el 23 de abril en la web oficialista Cubadebate. “Nunca me he detenido a contar la tragedia que me hicieron vivir cuando, iluso yo, defendí una postura lógica en el centro investigación donde realizaba mi tesis habanera”.

“Haciendo corto el relato”, se lee en su blog Viernes, “me despidieron, me defenestraron, me prohibieron volver a hacer ciencia y sólo el tesón de quien no se rinde frente a la adversidad me hizo retomar el camino que hoy es una realidad”.

Como antes en una entrevista para CiberCuba, el director científico del Instituto de Investigación del Hospital La Paz de Madrid aclaró que debe su formación, con becas y salarios, también a centros académicos de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y España, pero que ninguna de esas universidades se lo recuerda constantemente.

“¿Creéis que dejé de aprender, educarme y formarme cuando La Habana quedó a lo lejos?”, escribió López-Collazo: “El Max Planck de Freiburg me formó y pagó por ello, España costeó el doctorado en La Complutense y me pagó un salario para poder vivir mientras tanto, en Estados Unidos una universidad de la Ivy League cubrió mi traslado y, rigurosamente, todos los meses me ingresaba un salario muy generoso”.

“Algo parecido ocurrió en la tercera universidad en importancia del Reino Unido y nuevamente en otro gran centro de excelencia en la mitad de Estados Unidos”, agregó el físico nuclear y doctor en Farmacia. “Sin embargo, ninguna de estas instituciones, ninguno de estos países me exige lealtad y agradecimiento eterno por su contribución, valiosísima, a mi formación científica e intelectual”.

López-Collazo insistió en su “independencia”, que le permite “opinar sobre los candidatos de vacunas cubanos, en mis palabras: con mucha probabilidad exitosos, y la vez poner en dudas la transparencia con que desarrollan sus ensayos clínicos”.

Precisamente eso último es lo que se le cuestiona en el artículo titulado “La guerra mediática contra las vacunas cubanas” de Cubadebate: “violando todo protocolo de ética profesional, lanzaba, en una entrevista, un panfleto político para desprestigiar la estrategia de vacunación de Cuba”.

En efecto, López-Collazo dijo a CiberCuba en febrero: "Curiosamente Cuba se ha desmarcado y de todos los países latinoamericanos. Creo que es el único [en rechazar su inclusión en el Fondo Covax de vacunas contra la COVID-19, promovido por la Organización Mundial de la Salud]. Los porqués no los tengo claros, pero supongo es porque tienen muchísima confianza en que alguno de sus prototipos o todos sus prototipos salgan adelante”.

“Es realmente una lotería y una ruleta rusa lo que han hecho”, afirmo entonces. “Yo si fuera el presidente de un país no haría eso".

Ahora, López-Collazo no escatimó argumentos para responder al expediente de su deuda de formación con el gobierno cubano: “En la Isla Metafórica quien escribe aprovechó las bondades que el sistema ofrecía, bondades que acarreaban pagos encubiertos de todo lo recibido”.

“Allí se estudiaba por la mañana y por la tarde se trabajaba en el campo recogiendo patatas, cosechando tomates, arando la tierra y un largo etcétera”, explicó. “Al terminar la universidad se te ubicaba en un puesto de trabajo preasignado y se te pagaba un escueto salario, más cercano a un estipendio que un pago por tu trabajo”.

“Con ello”, prosiguió el especialista, “se debería cubrir lo gastado en tu formación no en todas partes extraordinarias, pero sí, al menos, básica. Entonces comenzaba un vía crucis que te acompañaría de por vida: aprendiste a pensar, mas no debes hacerlo. Deberás estar agradecido de por vida…”

“Lo que allí aprendí de mucho me sirvió, pero lo aprendí yo. La inmensa mayoría de mis vecinos, con la misma edad, iguales condiciones y oportunidades se ganan la vida remendando zapatos, haciendo contrabando en el mercado negro del pueblo o realizando alguna otra labor exenta de intelectualidad”, dijo finalmente el estudioso.

Esta semana, López-Collazo se refirió además al plan gubernamental para vacunar voluntariamente al 84,3% de la población de La Habana (2 015 857 habitantes en 2019) con prototipos nacionales contra el coronavirus Abdala y Soberana 02, anunciado por el Ministerio de Salud de Cuba.

“Sería una grandísima noticia si ya hubiese pasado una Fase III", opinó el experto, y a continuación apuntó que no están a mano los datos que aseguren eso (incluidos los resultados de amplias pruebas con placebo, y doble ciego).

“En lo que he podido revisar no parece ser que sea así. Si es así, que lo comenten, pero todo parece indicar que es una especie de vacunación masiva incluida dentro de lo que llaman ellos Fase III”, manifestó a CiberCuba.

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