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Cero libertad, juicios, mulas y Oficoda volante

Un detalle: Los cubanos sublevados gritaban libertad, ya no se conforman con una mejora de la situación económica; que es obligación de todo gobierno, asi que Díaz-Canel y su equipo deberían abandonar toda tentación totalitaria de palos y limosnas y asumir en la categoría política de normal lo que es simplemente normal, en las calles de Cuba.

Díaz-Canel en la Mesa Redonda del miércoles © Estudios Revolución
Díaz-Canel en la Mesa Redonda del miércoles Foto © Estudios Revolución

Este artículo es de hace 2 años

El presidente Miguel Díaz-Canel sigue empeñado en leer al revés el 11J, profundizando su desconfianza hacia los cubanos, a los que sigue negando libertad y democracia, rehusando pedir perdón públicamente por su incitación a la guerra civil -que es delito de lesa humanidad- y la respuesta desproporcionada a la revuelta por hambre y hartazgo de ciudadanos nacidos dentro de la revolución, a los que volvió a amenazar con la justicia revolucionaria.

Menos mal que el 11J fue disturbio y no estallido, pero ahora vendrá una ola de terror judicial televisado, truenes de cuadros intermedios y reparto de migajas para intentar acobardar al resto de la población y restarle apoyo popular a las revueltas, que se vienen sucediendo desde 2019, tras aquel ataque de sinceridad de Alejandro Gil en otra Mesa Redonda y aquellos corrientazos coyunturales que han electrocutado al presidente.

Díaz-Canel se autodeslegitimó el domingo de autos, con esa improvisada comparecencia televisiva, a la vuelta de San Antonio de los Baños, alentando a sus huestes a masacrar cubanos; hasta ese día, el mandatario pasaba ante una parte del mundo como un político joven, portador de una esperanza de prosperidad y reforma; y aunque luego ha ido matizando su postura y hasta hablando de amor y fraternidad; parecía Grau San Martín, ya el harakiri sangra por todos lados, incluida la comunidad internacional, que ha tomado nota, empezando por el presidente Biden.

En 1980 y 1994 hubo palizas como las ocurridas en las últimas horas; el terror en Cuba no ha cambiado, pero mucha gente ya no tiene medio a los terroristas que gobiernan contra la mayoría y el sentido común; ya se pueden poner muy dignos en el Palacio de la Revolución y lanzar hasta una furtiva lágrima que, cuando un gobierno tiene que emplear la violencia, ya ha perdido la razón y el discurso.

El compañero Marrero Cruz, que es una joya por su instinto primario y analfabetismo político, soltó una de sus perlas: Este gobierno está vivo; ¿es que estaba enfermo grave? Nos alegramos de su pronta recuperación; debe tratarse de otro milagro de la medicina revolucionaria.

La vuelta de las mulas tendrá un alcance limitado debido a la crisis sanitaria que padece Cuba, con cinco candidatos vacunales y miles de contagiados; el efecto de la crisis económica y la propia Covid-19 en el bolsillo de la solidaria emigración cubana; pero no deja de ser significativo que sean -una vez más- los desterrados quienes alivien el sufrimiento comunista de sus familias y bajen la presión contra el gobierno,que los priva de derechos políticos y civiles y esquilma con tasas consulares y aduaneras de atraco a mano armada.

Pese a que el gobierno ha contado con la incapacidad política de la oposición interna y externa para ponerlo aún más contra las cuerdas, en parte porque fueron los primeros apresados y/o advertidos, su discurso ya no cala en la gente, abriendo una desconfianza insalvable entre gobernantes y gobernados, a los que ahora se tratará de comprar con migajas como la Oficoda volante para orientales indocumentados en La Habana.

La oposición debe promover el enjuiciamiento del presidente por su llamado público a la violencia entre cubanos y exigir la renuncia o destitución de Marrero Cruz y los ministros de Salud Pública, Agricultura, Alimentaria, Energía e Interior y del presidente de GAESA por sus responsabilidades en la provocación y erróneo manejo de la crisis.

La apertura de canales humanitarios -que es lo que se pretenderá con el regreso de las mulas- ha sido una petición reiterada del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), la Democracia Cristiana, el Consejo para la Transición y Cuba Humanista, pero La Habana no escuchó hasta que la gente saltó a las calles, pero ahora lo presenta como iniciativa propia y otro nombre.

Los apagones no tendrán solución definitiva por las carencias petroleras y la cochambre tecnológica que conforma la base de generación cubana, que tenía sus esperanzas puestas en las energías alternativas, incluida la biomasa, pero la falta de liquidez y la baja producción azucarera han acabado con ese otro sueño de las tórridas noches de verano.

El ministro de Economía volvió con su cantaleta de micro, media y gran empresa estatal y su pasión pedagógica baldía porque 62 años de planificación socialista, salpicada de voluntarismos del Comandante en Jefe y atrevimientos de Raúl Castro, vía Humberto Pérez, aumentaron la pobreza y la desigualdad en Cuba, para desdichas de combatientes, apáticos y contrarrevolucionarios, igualados a la vejez en pobreza y extravío.

El resto de la Mesa Redonda transcurrió por los caminos gastados de invocaciones a Fidel y Raúl, menuda jubilación está teniendo el General de Ejército, que ni siquiera se puede quitar las botas (Díaz-Canel dixit) teniendo un pie más corto que otro; achacar al embargo norteamericano la culpa principal de los males de Cuba, y mostrar dolor por las mentiras, en otro acto hipócrita de mentirosos consuetudinarios; aunque ello no excluye la obligación del periodismo independiente de informar con rigor, avisando a los lectores cuando no haya podido contrastar determinadas informaciones y evitando contagiarse con esa fiebre de Facebook y otras redes sociales, que parecen el nuevo Espíritu Santo.

La solución a los males de Cuba pasa por un diálogo entre cubanos que promueva una transición pacífica a la democracia, el resto son maniobras dilatorias destinadas al fracaso y, cuanto más tarde ocurra, peor será para los gobernantes, que se han quedado sin margen para aguardar por la muerte de Raúl Castro y aplicar el plan de reformas económicas que permanece dormido desde 1993; nada de esto habría ocurrido si el tardocastrismo no hubiera mordido la mano tendida de Obama o hubiera aceptado la propuesta Trump para Venezuela.

Un detalle: Los cubanos sublevados gritaban libertad, ya no se conforman con una mejora de la situación económica; que es obligación de todo gobierno, asi que Díaz-Canel y su equipo deberían abandonar toda tentación totalitaria de palos y limosnas y asumir en la categoría política de normal lo que es simplemente normal, en las calles de Cuba.

Muchos cubanos -incluidos intelectuales y artistas- están hartos de Melquiades utópicos y exigen vincular el Estado a su realidad, superando cualquier discrepancia necesaria y útil con un clima de paz social, que solo será posible alcanzar con todo el pluralismo político dentro de las instituciones representativas; el resto son alaridos de cobardes que rehúsan entrar en el siglo XXI.

Las decisiones políticas afectan a seres humanos, pero ese día, parece que tampoco los compañeros Díaz-Canel y Marrero Cruz no asistieron a clases y andan tan ensimismados desde el domingo, que no han reparado en que López-Calleja sigue sin dar la cara, pese a que el avaro es culpable directo del 11J por su egoísmo y falta de sensibilidad para facilitar recursos que aliviaran la olla a presión en que el tardocastrismo y sus miedos han convertido a Cuba.

El golpe blando autoinfligido del 11J colocó al gobierno cubano en su peor encrucijada porque a la frialdad de Biden se unirá ahora el recelo de los acreedores y empresarios extranjeros, azorados de que La Habana ya no controla ni la cola del pan; es lo que tiene andar tantos años desestabilizando países y regiones con armas y batas blancas, poseídos de impunidad eterna para acabar mendigando dólares norteamericanos y perdón.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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