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¿Por qué hay que traer a Cuba productos del exterior?

Los mercados informales ahora van a vivir una etapa de crecimiento. El dólar campará libremente en la economía.  

Cubanos cargados en el aeropuerto de La Habana, en una imagen de archivo. © CiberCuba
Cubanos cargados en el aeropuerto de La Habana, en una imagen de archivo. Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 2 años

Este lunes 19 de julio han entrado en vigor las nuevas medidas relativas a la importación de alimentos, aseos y medicamentos, sin límites en su valor y sin pagar los aranceles de Aduana, por los viajeros procedentes del exterior.

Las normas, como casi todo el aparato administrativo castrista, son burocráticas y exigen una lectura atenta de lo publicado en la Gaceta Oficial No. 62 para poder determinar si realmente estas medidas podrán paliar la situación de escasez generalizada que se vive en el país, como consecuencia de los efectos devastadores provocados por la Tarea Ordenamiento desde el 1 de enero de este año.

Tal y como ha sido acogida la medida, parece existir de todo. Desde los optimistas frenéticos que ven en ella un poderoso instrumento para resolver todos los problemas, hasta los más cautos y prudentes que entienden que las propuestas se quedan cortas y van a servir de poco para resolver la situación, incluso, creando con ello más desigualdades en la Isla.

Pero la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, está encantada con esta iniciativa que, para muchos analistas y observadores internacionales, es una reacción del régimen de Díaz-Canel a las protestas ciudadanas de una semana antes. Falso. Basta con leer detenidamente las medidas para comprobar que esta carta estaba marcada y se encontraba escondida en la manga ventajista.

Fácil de comprobar. Si se prohibía depositar dólares en efectivo en las cuentas bancarias y con ello era imposible rellenar los saldos de las tarjetas para comprar en tiendas en MLC los mismos productos que ahora se pueden importar, no se podía dejar desabastecida a la población. La solución no era otra que la propuesta. Todo guarda estrecha relación. De hecho, nada ha cambiado. Los que reciben transferencias en dólares en sus cuentas seguirán comprando en las tiendas en MLC, los que no, podrán recurrir a los mercados informales que ahora van a vivir una etapa de crecimiento. Y el dólar campando libremente en la economía.

La medida que autoriza este trasiego de productos y mercancías se aplica tanto para cubanos como para extranjeros, residentes o no en el país, y según declaran las autoridades, tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre, lo que viendo el carácter temporal de otras iniciativas como las tiendas en MLC, lo más probable es que acabe quedándose por más tiempo. Solo existen restricciones al trasiego de mercancía en los viajeros que entren por los aeropuertos de los polos turísticos de Varadero y Cayo Coco. Los aeropuertos José Martí, de La Habana; Antonio Maceo, de Santiago de Cuba; Cayo Coco y Matanzas están operativos.

Se insiste en que los productos deben estar diferenciados o separados del resto del equipaje personal. Pueden venir aseo, medicamentos y alimentos unidos, pero no mezclados con el resto de los artículos y otras misceláneas que se pueden importar, porque si no el viajero tendrá que separarlos en el momento del despacho alargando los trámites de aduanas. Por eso, las autoridades insisten en que estos artículos lleguen en maletas aparte, lo que implica salir directamente del aeropuerto por el canal verde y no pasar por el despacho de Aduana, pues todos sus productos estarán exentos de pago.

La norma dice textualmente que las personas podrán traer lo que la aerolínea les permita, sin otro límite que la capacidad de la bodega de carga del avión. Se incluyen insumos médicos no contemplados como medicamentos, pero que son necesarios para las personas como, por ejemplo, dispositivos de diagnóstico para análisis y biosensores, mascarillas sanitarias desechables, máscaras para administrar oxígeno, hojas y mangos de bisturí, guantes, jeringuillas y culeros desechables de adultos. Con respecto al aseo, productos como jabón, detergente y preparaciones para higiene bucal, entre otros, estarán incluidos en la medida. Las bebidas no alcohólicas se considerarán como alimentos, también la cerveza, en cambio, el ron y otras bebidas alcohólicas no podrán entrar con los beneficios de la norma.

Todo esto queda claro en la Resolución 206 que publica un denso listado de productos a los que se aplicarán estas medidas y que se pueden importar sin aranceles ni límites de cantidades establecidas. De igual modo, el Ministerio de la Agricultura y el Centro Nacional de Sanidad Animal dieron a conocer las regulaciones sanitarias especiales para la importación de alimentos de origen animal por viajeros y personas naturales. En ese sentido, tan solo se prohíbe traer dos tipos de productos, las carnes frescas, congeladas, deshidratadas o saladas y la leche fluida y derivados lácteos en general no pasteurizados.

La nómina de productos que se pueden importar es bien larga. En el caso de conservas cárnicas (enlatadas) de bovinos, porcinos y aves, debidamente identificadas y de marcas comerciales reconocidas, procedentes de los países que por su situación zoosanitaria actual y acuerdos establecidos entre Servicios Veterinarios Oficiales son elegibles para Cuba (España, Portugal, Estados Unidos, Canadá, México, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay).

Para los embutidos, se autorizan con carácter temporal, procedentes de los países que por su situación zoosanitaria actual y acuerdos establecidos entre Servicios Veterinarios Oficiales son elegibles para Cuba (España, Portugal, Estados Unidos, Canadá, México, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay).

Las conservas de productos del mar originadas de cualquier área geográfica.

La leche fluida UHT, condensada, evaporada, y postres lácteos originadas de cualquier área geográfica. También, la leche en polvo originada de los países que por su situación zoosanitaria actual y acuerdos establecidos entre Servicios Veterinarios Oficiales son elegibles para Cuba (España, Portugal, Estados Unidos, Canadá, México, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay).

Los quesos maduros pasteurizados originarios de cualquier área geográfica o elaborados a partir de leches ultra pasteurizadas.

La norma establece que todos los productos deberán llegar envasados íntegramente, de marcas reconocidas y etiquetados, sin rotura en el embalaje. Aquellos cuyo embalaje sufra alguna rotura o deterioro que pudiera convertirse en transmisor de agentes etiológicos causantes de enfermedades, serán decomisados e incinerados.

El porqué de esta medida

El porqué de esta medida, se puede analizar teniendo en cuenta los datos relativos a la producción industrial de 2020 que acaba de publicar la ONEI, en su anuario estadístico. Se dispone de información sobre la producción de estos artículos que ahora el régimen permite traer del exterior, y los resultados confirman que la oferta interna se ha desplomado en la mayoría de ellos, y no satisface la demanda interna. Veamos los ejemplos.

En el caso de conservas cárnicas, en 2016 se produjeron en Cuba 120.800 toneladas. Desde entonces, la cifra ha ido en una clara tendencia a la baja hasta quedar situada en 2020 en 117.100 toneladas tras haber registrado solo 111.500 en 2019 cuando se alcanza el valor más bajo del período. La producción de carne en conserva de la industria nacional ha caído un -6% en estos años, el equivalente a unas 6.000 toneladas. Habrá que buscarlas en algún sitio.

Para los embutidos, no existen estadísticas de producción nacional, pero se puede analizar qué ha ocurrido con la producción de carne de cerdo en bandas, que es la materia prima. En 2016 la producción era de 144.100 toneladas en tanto que en 2020 había bajado a 93.400 toneladas, con una caída superior del -35% a lo largo del período. Aquí sí que hay escasez. La oferta se reduce más de un tercio.

Las conservas de productos del mar tampoco están definidas en la clasificación de productos de la estadística nacional, pero existe un componente la masa de pescado que se utiliza como materia prima para muchos de estos productos. Pues bien, en 2016 la producción de masa de pescado en Cuba fue de 2.792 toneladas, en 2020, la cifra alcanzó solo 736 toneladas tras haber registrado el mínimo en 2019 con solo 648 toneladas. La caída de la producción se estima en un -73,6%, un claro ejemplo de los problemas reales de la economía cubana.

La leche fluida UHT, condensada, evaporada, y postres lácteos es una obsesión fallida del régimen desde los tiempos del “vasito de leche” de Raúl Castro. Los datos son demoledores. La producción de leche en Cuba cayó de las 123.100 toneladas en 2016 a las 100.500 de 2020, con un descenso del -20% en este período. La leche condensada es aún peor, ya que de un total de 300 toneladas en 2016 se ha pasado a cero, es decir, nada, en 2020. Y con la leche evaporada, de 1.300 toneladas en 2016 se ha pasado a 1.000 en 2020 con un descenso del -23%.

Los quesos maduros pasteurizados, otro producto autorizado a entrar, han experimentado un descenso en la producción igualmente, pasando de 22.600 toneladas en 2016 a tan solo 12.500 en 2020, después de haber alcanzado en 2019 el mínimo con solo 10.000 toneladas. En este caso, la caída ha sido del -48%.

Otros productos, como jabones de distintos tipos, dentífricos, detergentes, etc., que son autorizados siguen una tendencia similar en sus producciones nacionales.

Por ello, no hace falta insistir en la necesidad de traer estos productos del exterior ante la falta de oferta nacional. La industria manufacturera cubana, en manos del estado, es incapaz de producir suficiente para atender las demandas de la población, lo mismo que el sector agropecuario, alimentos o la construcción, viviendas suficientes. La economía estatal es improductiva, ineficiente y no da para más. Encima se ponen ellos mismos palos en la rueda con experimentos funestos como la Tarea Ordenamiento que ha provocado daños muy importantes en la estructura económica y social.

Si el lector se detiene en un dato más, verá que la caída de la producción de la industria cubana arranca del año 2016. No es una casualidad. Ese año Venezuela comenzó a reducir de forma sistemática los suministros de petróleo a Cuba, tocando fondo en 2019, de ahí los pésimos resultados alcanzados en dicho ejercicio. El régimen no lo reconoce ni culpa a su socio financiero de este incumplimiento que supone un lastre para la economía.

La industria nacional se resiente de la falta de suministro de energía, porque el régimen ha priorizado ante la situación de escasez el consumo de la población, y aquí están los resultados. Una industria en crisis, incapaz de producir los bienes que ahora podrán traer los viajeros del exterior. No cabe la menor duda que existe un camino alternativo. Urge tomarlo cuanto antes.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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