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Patria y Vida camino del Grammy y fuera del Granma

Díaz-Canel tiene la rara virtud de meterse solito en las patas de los caballos, cuando reacciona emocionalmente ante desafíos.


Este artículo es de hace 2 años

Un gobierno acobardado por una canción, concluyen cancillerías y academias culturales, ante la desproporcionada reacción de la dictadura más antigua de Occidente frente a Patria y Vida, ordenando a la EGREM y a la prensa que financia eliminar a canción de la lista de nominados a los premios Grammy; haciéndola brillar por su ausencia y agrediendo a los cubanos que les gusta.

Granma censurando a cubanos nominados a los Grammy porque "aquí todo el mundo censura", como alardeó el presidente Díaz-Canel, anunciando el cierre de OnCuba que -afortunadamente- nunca materializó, pese a su inveterada pasión por OffCuba y mantener en la cárcel a Maykel Osorbo, uno de sus autores.

Si el gobierno cubano no hubiera reaccionado cual Capuletos ante Montescos, Patria y Vida no habría alcanzado la dimensión mundial que ahora tiene, como símbolo de libertad y desgaste del poder sexagenario, pero Díaz-Canel y su combo ya tocan a ritmo de Kid Gavilán y disparan a todo lo que se mueve para aliviar el miedo político con que viven.

Que Patria y Vida esté entre los nominados a los Grammy responde a la libre elección de discográficas; pero que haya sido borrada en el listado anual de la EGREM sobre el más importante premio musical del mundo y la renovada comunicación social financiada por el partido comunista haya hecho mutis por el foro, es responsabilidad de Díaz-Canel, máximo dirigente político y estatal.

Las piruetas en política salen caras, especialmente cuando los protagonistas fingen; y los cubanos ya no saben si creerse al mandatario que asistió al concierto de Gente de zona o al que acusó de mal gusto musical al presidente uruguayo Lacalle, en la reciente cumbre de CELAC.

Un presidente que -actuando delicitivamente- llamó a la guerra civil el 11 de julio y que mantiene en su nómina a un ministro de Cultura que golpeó a un periodista para romperle su teléfono móvil y evitar que filmara su reacción ante la protesta del 27N, solo es un rehén de su guapería chabacana e inútil.

Díaz-Canel tiene la rara virtud de meterse solito en las patas de los caballos, cuando reacciona emocionalmente ante desafíos, y los retos del 11J y del próximo 20N parecen haber bloqueado la capacidad de pensar en el Palacio de la Revolución, donde quizá nadie se atreve a parar la sinrazón e imponer una mirada serena que reconozca la crisis sistémica terminal y su evolución hacia la democracia, la creación de riqueza con justicia social y la libertad, incluida la cultural.

Pero tampoco hay que extrañarse excesivamente por los ataques y omisiones del tardocastrismo hacia Patria y Vida porque forma parte del sexagenario gris contra la cultura cubana, silenciando a Félix B. Caignet, Ernesto Duarte, Bebo Valdés, Rolando Laserie, Celia Cruz, Meme Solís, Ella O'Farrill y un largo etcétera, etc; hasta el extremo de cerrar cabarets durante la Zafra de los diez millones y destruir el teatro musical, de viva tradición.

Los crímenes silenciadores contra artistas y músicos forman parte del catálogo totalitario ahora aplicado contra Luis Manuel Otero Alcántara, Mykel Osorbo, Yunior García Aguilera, Tania Bruguera, Hamlet Lavastida, Katherine Bisquet, Yotuel Romero y Gente de Zona.

La diferencia es que antes no habían redes sociales, la mayoría de los cubanos apoyaba a la revolución, despreciando a gusanos y desviados, y el mundo democrático alababa las genialidades de Fidel Castro, cual David contra Goliath, y era cómplice del silencio en torno a la brutalidad en Cuba; salvo honrosas excepciones como Plinio Apuleyo Mendoza, Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards.

A Díaz-Canel le tocó bailar con terrible herencia en todos los ámbitos; incluido el quiero y no puedo reformista de Raúl Castro y, cuando se pone solemne, suelta obviedades como "hay una obra hecha"; desconociendo que el problema no es constructivo ni histórico, sino de libertad y democracia; de asumir en el ámbito oficial la pluralidad natural de millones de cubanos, que son amigos fraternos, respetuosos y solidarios por encima de militancias políticas.

Débil, muy débil debe sentirse el tardocastrismo, cuando embiste a una canción y el presidente abandona momentáneamente su responsabilidad institucional para devaluarse en crítico musical sectario y violento, desconociendo la máxima martiana de la justicia antes que el arte; pero Díaz-Canel debe haber leído tan mal a José Martí, que apela al Apóstol de Cuba, como si fuera militante del núcleo del PCC en la presa Minerva y no aquel avisador de que Patria es ara y no pedestal.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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