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11J y Archipiélago cambiaron a Cuba

La avenida Línea del Vedado, embellecida con el amarillo de Archipiélago, es el mejor síntoma del desconcierto comunista.

Avenida Línea en La Habana © CiberCuba
Avenida Línea en La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 2 años

La rebelión popular del 11J y la anunciada marcha del 15N cambiaron a Cuba, obligando al gobierno a asumir una dinámica política incómoda porque no consigue retomar el liderazgo, sigue a la defensiva y descuidando cuestiones claves como la leche de venta racionada a los menores de siete años; y yendo de ocurrencia en ocurrencia como adornar la habanera avenida Línea de amarillo, color de Archipiélago, o el presidente asegurando que "milita en el bando de los impacientes".

Las peticiones fiscales y condenas judiciales desproporcionada no consiguen amedrentar a los cubanos y la reaparición en varios actos del anciano Raúl Castro vestido de general de ejército y la imposición del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja como diputado por Remedios solo han confirmado las carencias y debilidades de Díaz-Canel.

Cuando un gobierno responde con un asesinado, incitación a la guerra civil, cabillazos, palos y pedradas a las naturales y justas demandas de libertad política y económica de ciudadanos, solo demuestra que está instalado en la demencia política, que es profundamente anticubano y que sus leyes y la Constitución son espurias.

La avenida Línea del Vedado, embellecida con el amarillo de Archipiélago es el mejor síntoma del desconcierto comunista; con lo bonita que luciría de verde oliva impaciente y gorra de los Yankees de Nueva York; mientras se conecta con La Lisa, llamada a ser la primera ciudad inteligente de Cuba, en otra fantasía animada de Díaz-Canel y la UCI.

El 11J fue la mayor demostración de ira popular ante una corte de burócratas sin un proyecto de nación, que cada día se empeña en mostrar su incapacidad, como el reciente anuncio de convertir La Lisa en Ciudad Inteligente, otro alarde de insensatez, cuando ni siquiera han conseguido que funcionen las ventas digitales de bienes y servicios y los sistemas de compras a domicilio son otro fracaso.

La elección de La Lisa no es gratuita, su condición fronteriza con los barrios donde habita la élite extractiva, que se ha auto adjudicado casas y parcelas al modo de la piñata sandinista y siguiendo el ejemplo de Raúl Castro; aconsejan un tratamiento diferenciado; llegando al ridículo presidencial de autoproclamarse impaciente, tras llevar militando en el banco de la paciencia y el empobrecimiento desde pionerito.

Los gobernantes cubanos carecen de ideas propias; solo repiten las letanías de Fidel y Raúl Castro, cuyos resultados prácticos están a la vista de todos y solo hay que ver la movilización descomunal que provoca el 15N, organizando hasta Planes de la calle para que -niños privados de leche por la ineficiencia comunista- salten y jueguen a la rueda rueda sin pan y con Díaz-Canel y Marrero, en los papeles de Trompoloco y Ferdinand.

Los esfuerzos gubernamentales por internacionalizar el conflicto, culpando a Estados Unidos de la desgracia de Cuba; solo confirman su mediocridad y la enorme dependencia de la economía de plantación con reparto de pobreza del mercado más dinámico del mundo, donde viven casi dos millones de cubanos solidarios con sus familiares y amigos rehenes en la isla.

El primer territorio libre en América acabó dependiendo de las remesas en dólares norteamericanos y sigue soportando la presencia de tropas norteamericanas en su territorio; aunque el defenestrado Alejandro Castro Espín intentó darle valor de uso a la Base Naval de Guantánamo, ofreciéndose como alguacil de los yanquis y ostentando la experiencia acumulada en manejo de prisiones.

La temerosa y desproporcionada reacción de la dictadura más antigua de Occidente frente el 11J y el 15N solo demuestra su extrema debilidad, su miedo y su incapacidad para afrontar los retos de Cuba en el siglo XXI; cuando la creciente pluralidad y voluntad reformista de los ciudadanos, choca con un grupito conservador que manda a abofetear a estudiantes sudafricanos y felicita a Daniel Ortega y Rosario Murillo por su reciente fraude electoral.

La revolución castrista se fue a bolina porque los barrios más empobrecidos -los mismos que reconocieron en Barack Obama a un líder joven y capaz- cortaron el cordón umbilical con la cultura de pobreza e indefensión aprendida que propugnó siempre el castrismo, y la vanguardia de la ciudad letrada acompaña el grito de justa ira contra el comunismo de compadres que, más allá de nombres e inventos, es el cáncer de Cuba.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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