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¡Patria y Vida!, grito de Cuba silenciada por la bota verde oliva

Patria y Vida es es la mejor respuesta a la totalitaria disyuntiva de los verdugos de un pueblo noble, talentoso y capaz, la desvencijada patria o muerte.

Cubanos y la actriz española Beatriz Luengo, agradeciendo el premio Grammy a mejor canción urbana © Captura de vídeo / CiberCuba
Cubanos y la actriz española Beatriz Luengo, agradeciendo el premio Grammy a mejor canción urbana Foto © Captura de vídeo / CiberCuba

Este artículo es de hace 2 años

El premio Grammy a la cubanísima canción Patria y Vida es un palo demoledor para la dictadura más antigua de Occidente que, hasta fechas recientes, contaba con la indiferencia de la poderosa industria cultural de Estados Unidos ante la tragedia de Cuba.

Que un grupo de músicos cubanos negros y mestizos, nacidos después de 1959, hayan compuesto, promovido y triunfado con Patria y Vida, desmonta el falso discurso racial del comunismo de compadres, defendido por Harry Belafonte y Danny Glover, entre otros, en Estados Unidos y durante sus visitas a Cuba.

Una de las claves del avance y consolidación de la revolución castrista fue el reconocimiento y apoyo que obtuvo en los círculos liberales norteamericanos, incluidos los medios de comunicación y Hollywood; pero Maykel Osorbo, que brilló por su ausencia forzada al estar preso en Cuba, El Funky, Descemer Bueno, Alexander Delgado y Randy Malcom (Gente de zona), y Yotuel cambiaron la ecuación y pusieron el foco mundial sobre la grave crisis política del tardocastrismo liberticida y empobrecedor.

Patria y Vida es un grito de la Cuba silenciada por la bota verde oliva, y la complicidad de buena parte del mundo, incluidas ciudades letradas; es la voz de quienes no han tenido voz durante diez grises quinquenios, incluidos los emigrados, no hay exilio tan vilipendiado como el cubano; pero sobre todo, es la mejor respuesta a la totalitaria disyuntiva de los verdugos de un pueblo noble, talentoso y capaz, la desvencijada patria o muerte.

Y el bocinazo en los tímpanos de la dictadura comunista no pudo llegarle en peor momento, cuestionada interna y mundialmente por sus atropellos totalitarios, como la salvajada de encarcelar a un adolescente, Reinel Rodríguez (16 años), por marchar vestido de blanco por las calles de Cárdenas, ciudad bandera y cuna de José Antonio; y su caso no es excepcional porque el 11J, sicarios tardocastristas apresaron y encarcelaron durante 30 días a Christopher Lleonard Santana (14 años).

Un gobierno que cantó Todos los niños del mundo vamos una rueda a hacer y, en mil lenguas cantaremos, en paz, queremos crecer... acaba encarcelando a niños y privando a otros de sus madres, como los hijos de Daniela Rojo, desaparecida durante tres días por la Seguridad del Estado.

El coste político internacional y doméstico de la ola represiva, desatada tras la rebelión del 11J, el destierro de Yunior García y señora y el Grammy a Patria y Vida conforman un semestre trágico para el raulato, que abrió el año persiguiendo y empobreciendo aún más a los cubanos, con su Tarea ordenamiento, postergada una década para acabar provocando hiperinflación y mayor dependencia aun del dólar norteamericano y el Euro; viles metales sin los que Díaz-Canel no puede sobremorir.

Cuentan añejas crónicas que, en 1958, publicistas de la televisión y la radio cubanas pusieron en la voz de la magnífica Consuelito Vidal la frase: Hay que tener fe, que la fe mueve montañas; la música -como alma de los pueblos- remueve conciencias y ha puesto al tardocastrismo contra su propia pared de ignominias, silencio y fusilados.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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