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Ancianos y enfermos, víctimas de la voracidad tardocastrista

La dictadura comunista hace negocios con la protección social y salud de los vulnerables.

Anciano cubano © CiberCuba
Anciano cubano Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año

La voracidad tardocastrista no conoce límites y aprovechando que el Código de las Familias está a punto de caramelo y que el sistema de Salud Pública y Seguridad Social está quebrado, ha establecido que los ancianos son responsabilidad individual de sus descendientes y, en paralelo, una empresa instalada en Miami ha comenzado a ofrecer paquetes de servicios médicos para familiares-rehenes en Cuba.

Hace años, que los abuelos con suerte son aquellos que tienen familiares en el extranjero y pueden socorrerlos mensualmente; y que los carentes de fe malviven en condiciones deplorables, pese a los subsidios estatales en alimentos escasos y de mala calidad, sus casas están deterioradas y sus pensiones son de hambre; incluidos veteranos combatientes y ex dirigentes de la revolución, a la que sirvieron con denuedo y esperanzados en el futuro socialista que nunca cristalizó.

Una gusañera (mitad gusana/mitad compañera) de Horus Intellicare Solutions, Inc., timbiriche montado en Miami para vender seguros médicos con efecto en la isla; dijo a Diario de Cuba que ellos no tienen nada que ver con el gobierno tardocastrista; como si el resto no supiera que la medicina privada fue exterminada en 1968, mediante la Ofensiva revolucionaria y que bailar en casa del trompo implica aceptar las reglas de juego del patrón y tocar con limón a los bondadosos funcionarios y jefes implicados en la penúltima felonía.

Cuando el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez aseguró que el limón es la base de todos, muchos rieron y memizaron la advertencia, hasta el extremo de provocar el truene de un periodista; pero pocas veces el mandatario ha sido tan sincero con eso de tócala con limón, cosa buena, tócala con limón.

Los ingenuos, que casi siempre reaccionan -involuntaria y erróneamente- al son de La Habana, se escandalizarán por enésima vez, como si estuviéramos ante algo raro, sorprendente e inédito; desconociendo que el partido comunista se desentendió de los cubanos a raíz de la crisis económica que provocó la extrema dependencia de la derrumbada Unión Soviética.

Ahora, además de mandar comida, medicinas, uniformes y medios escolares, dólares o euros, televisores de pantalla plana y plantas eléctricas, la solidaria emigración cubana deberá asumir gastos médicos y la protección social de sus mayores, descendientes y parientes; pero no deberán caer en la tentación de decir que Cuba es estado fallido; porque aparecerá Roberto Morales Ojeda vendiendo manteca de majá para asmáticos y Cundeamor para hipertensos, con su dicción de curda de victrola.

El cinismo de la casta verde oliva y enguayaberada, que ha dejado en la cuneta a miles de ciudadanos esparcirá el rumor que si tantos cubanos quieren avanzar hacia el capitalismo, que se vayan entrenando; como si no bastaran la hiperinflación, la dolarización galopante, apagones kilométricos y otras técnicas de exterminio en masa.

La inmoralidad de la casta verde oliva y enguayaberada soportará el discurso que lo recaudado por asistencia médica pagada por emigrados a sus familiares, servirá para costear la Salud Pública y la protección social del resto de cubanos; como ya mienten con la venta de servicios médicos al mejor postor, cuando peor está la medicina cubana, donde muchos médicos se han acostumbrado a mirar las manos de sus pacientes a ver qué traen, en vez de a los ojos para saber qué les pasa.

Hace años, que cada servicio médico en Cuba tiene su precio estipulado en dólares estadounidenses o especies; según el cliente y siempre por la izquierda, aunque afanosos heraldos de la mentira consuetudinaria hablen de potencia médica y toda esa retahíla de boberías que provocarían carcajadas, si no se tratara de la vida de millones de cubanos.

El envejecimiento de la población, un reto para cualquier estado, es un filón de dólares para la dictadura latinoamericana más antigua; perpetradora de un plan de evacuación de jóvenes y cubanos en edad activa, para convertirlos en mantenedores de sus mayores.

Hagan juego, señores, que Cuba ha vuelto a ser el flotante casino que la mafia pretendía, solo que ahora se trata de croupiers y jefes de sala con carné del partido comunista y del FARINT, entrenados apostadores simulando hasta que piquen los incautos y borrando todo vestigio de inteligencia, honor y conciencia de una época.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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