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¿Seguridad cubana torpedea acercamiento a Estados Unidos?

Con la tranquilidad que la Casa Blanca no apostará a la desestabilización, el sector duro de la dictadura parece apostar a un mecanismo de manual del KGB para sabotear una deshielo bilateral, deslegitimar la rebelión popular e intentar recuperar el control de las vitales remesas familiares.

Distintivo de la Seguridad del Estado cubana © Prensa Latina
Distintivo de la Seguridad del Estado cubana Foto © Prensa Latina

Este artículo es de hace 1 año

Aprovechando que Estados Unidos no apostará a la desestabilización a 90 millas náuticas de su costa suroeste, pero sin contar con el creciente hartazgo popular, la devaluada Seguridad del Estado podría haber montado una operación made in KGB para torpedear el enésimo intento de distensión entre La Habana y Washington y -de paso- deslegitimar la rebelión popular en las calles cubanas.

Una fuente del MININT dijo a CiberCuba que habían negociado con el FBI la suspensión de vuelos desde Miami hacia La Habana y Varadero, esgrimiendo datos de Inteligencia sobre pasajeros que, supuestamente, llevarían dinero para promover la subversión interna.

Cubanos de ambos lados están hartos de la vieja cantaleta castrista de acusar al enemigo de todos sus males y casi que están vacunados ante las falacias del decadente Palacio de la Revolución que, conoce su descrédito, pero encubre operaciones de calado con ruido mentiroso.

El objetivo casi público de la operación sería desinformar y manipular a la población cubana; haciéndole creer que los protestones son solo agentes a sueldo del imperialismo y la mafia anticubana de Miami; como descalifica el diccionario oficial a la Casa Blanca; esa misma a la que -inusualmente- pidió ayuda de emergencia, y a los opositores.

Pero su propósito secreto y más caro sería torpedear el enésimo intento de tregua bilateral, siguiendo órdenes del sector duro del tardocastrismo, siempre reacio a un arreglo con Estados Unidos y con predominio en la desorganizada e ineficaz cúpula cubana, cuyo flanco reformista se siente tentado por el new deal post huracán Ian y otros asuntos de interés mutuo; incluida su propia salvación.

En Cuba, el árbitro real es el pánico de ambos grupos a un 11J definitivo y a que una transición a la democracia se los lleve por delante, pero en todo forcejeo interno, las tribus políticas aprovechan la coyuntura para degollar a infieles y hacer sitio a uno de los suyos, de cara a la postergada hora de los mameyes.

La estrategia de la seguridad cubana puede obedecer a dos escenarios diferentes, pero igualmente útiles a los propósitos gubernamentales de manipular y desinformar: La existencia real de datos de Inteligencia sobre supuestos pagos a una parte de los cubanos descontentos o la invención total; sazonada con los correspondientes juegos operativos fuera y dentro del país.

En ambos casos, resulta excesivo pedir la suspensión de vuelos familiares, cuando más lo necesitan los cubanos empobrecidos, teniendo la opción de vetar a uno o más pasajeros, sin necesidad de perjudicar al resto; como ha ocurrido este fin de semana y cuyas consecuencias aun no se conocen del todo porque perjudicados podrían demandar a sus aerolíneas en tribunales de Estados Unidos.

El estado emocional de Miami ante la crisis sistémica de en Cuba, es propicio para que uno o más emigrados, habitualmente jóvenes inmaduros, comenten la necesidad de apoyar económicamente la rebelión popular. En ese caso, agentes de la Dirección de Inteligencia (DI) -específicamente del departamento M-XIX; aunque pudiera cooperar el M-I) identifican al o los exaltados y el Centro Principal opta por ordenar controlarlos y confrontar sus nombres con los listados de pasajeros que envían previamente las aerolíneas a Cuba o valoran ordenar a los espías que estimulen su conducta agresiva para luego reflejarla en sus campañas de descrédito.

La segunda variante implica activar mecanismos de Contrainteligencia dentro de Cuba en la búsqueda de antecedentes, vínculos familiares, amistosos y posibles zonas de influencia del viajero, supuestamente portador de dinero para financiar parcialmente la subversión.

Un tercer objetivo no declarado sería usar supuestos casos aislados de correos monetarios para esgrimir ante el gobierno estadounidense la conveniencia de que el envío de remesas vuelva al canal oficial de Fincimex o similar; en evitación de posibles desvíos de dinero para objetivos no humanitarios ni pacíficos; siempre la calculada operación de la Seguridad del Estado; conocedora de la voracidad recaudadora del estado al que sustenta y protege ante la ira justa de muchos cubanos.

Llegado el caso, no sería extraño ver al canciller Bruno Rodríguez y al viceministro Carlos Fernández de Cossío rasgándose las guayaberas y escandalizándose por si un día la revolución tuviera la idea de financiar a políticos de la oposición en Estados Unidos; práctica que viene ocurriendo desde los tiempos del ya fallecido general Oberto (Orlando Prendes) y la dulce coronel Adelfa (Alina Amaro Alayo).

El único problema que tendría la operación diversionista de La Habana es que muchos cubanos no se creen una palabra de sus pronunciamientos y -mucho menos- de sus ataques contra compatriotas y que Estados Unidos sabe que Cuba es asunto menor, una pequeña isla devorada por Saturno y la cobardía de sus incapaces e incoherentes continuistas que, un día alborotan el gallinero antiyanqui y, al siguiente, piden Pío tai; creyendo que nadie los ve.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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