La inflación que descose el bolsillo de los cubanos empieza también a romper las costuras de la prensa oficialista del país que, entre subida de los precios y escasez generalizada, empieza a dejar ver en sus páginas el malestar creciente entre los ciudadanos.
Un paquete con diez galletas a 150 pesos puede resultar un frío indicador de la inflación en Cuba, pero más allá del análisis económico del coste de producción y distribución del producto, la imagen de un niño, cuya familia paga esa cantidad por su merienda, supera los argumentos que esgrimen las autoridades, siempre relacionados con el “bloqueo”, o revendedores e intermediarios.
Sin embargo, un artículo de Periódico 26 abordó “la injusticia de los precios” en el sector estatal, no en el mercado negro, y se preguntó si el paquete de 10 o 12 galletas a 150 pesos cubanos constituye un precio razonable, teniendo en cuenta “que los ingresos del pueblo no rinden y mil pesos se esfuman en un dos por tres”.
“Si observas su tamaño, si piensas en la merienda de los niños… tal pirueta del mercado duele al obrero”, indicó Graciela Guerrero Garay, autora del artículo que abrió su crítica comparando el problema de los precios con “el cuento de la buena pipa” y afirmando que no entendía "que no haya nadie que pueda poner las cosas en su lugar y marcar la diferencia".
El precio de la carne de cerdo a 270 pesos, que “se vende con gordo y hueso”, no es razonable, según Guerrero Garay, como tampoco que los limones cuesten hoy 150 veces más que hace un tiempo, o los aguacates se hayan convertido en un producto de lujo.
“Un segmento de los sufridos consumidores de salario fijo, sondeo mediante, dice que mientras el Estado tenga redimensionado el valor de las escasas mercancías en sus establecimientos, sean alimentos o artículos industriales, nunca los privados bajarán los importes”, señaló.
Para la autora, resultan “injustificables muchos precios de los escasos e inestables productos alimenticios, desde especias hasta frutas”. Llama la atención el análisis de un problema en el que se reconocen, por parte de un medio oficialista, la insufrible realidad económica que enfrentan las familias cubanas.
La imagen de gran parte del pueblo cubano “suspirando impotente frente a la tarima, porque lo que trae en el bolsillo no le alcanza” no sigue las instrucciones del Palacio de la Revolución, que en días recientes ordenó volver a poner el foco en “vagos y maleantes”, o lo que para las autoridades es lo mismo, “intermediarios y revendedores”.
“Lo cierto es que el costo del plato en la mesa es un angustiante dilema para las familias, sobre todo, en aquellas en las que hay niños, jóvenes y ancianos. Ellos no avizoran alguna señal que traiga alivio. Al contrario, ante la cercanía de diciembre, se preguntan a cuánto se pondrá la carne de cerdo y el frijol del tradicional congrí de fin de año, porque ambos suben, suben y suben”, lamentó Guerrero Garay, concluyendo que “la carestía de la vida es hoy insostenible”.
Hasta 340 pesos por una libra de carne de cerdo llegan a pagar en la Isla de la Juventud en medio de la actual inflación. Pero en Holguín, la carne de cerdo se vende a 400 pesos la libra; la bolsa de leche en polvo cuesta 600; el litro de aceite, 700; las frazadas para limpiar pisos a 235 y 250 pesos.
La inflación en Cuba alcanzó el 208% en medio de un país en ruinas, según la medición hecha a comienzos de octubre por el prestigioso economista estadounidense Steve Hanke, quien situó al país en el segundo puesto en la lista de países con mayor inflación.
“En Cuba las desastrosas políticas económicas han dejado al país en ruinas. Hoy, mido la inflación en el paraíso comunista en un castigador 208%/año”, apuntó el también profesor de la Universidad Johns Hopkins.
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