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Con Mbappé de maquinista, Francia se sube al tren de la revancha

Los galos derrotaron a su bestia negra en la Liga de las Naciones, Dinamarca.

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Foto © @FIFAWorldCup

Este artículo es de hace 1 año

Francia nunca había perdido tres veces ante un mismo equipo en un año calendario y tampoco lo hizo ahora al imponerse 2x1 a Dinamarca, que peleó hasta desfallecer a los pies de Kylian Mbappé.

Para el campeón del mundo era una cuestión de autoestima derrotar a la Dinamita Roja, que venía de hacerle la gracia par de veces en la Liga de las Naciones (1-2 en Saint-Denis en junio y 2-0 en septiembre en Copenhague).

“Debemos asegurarnos de revertir la tendencia sin hablar de venganza”, había dicho en la previa el seleccionador Didier Deschamps, quien calificó a Dinamarca de “selección infravalorada”.

Tan bonito se le paran los nórdicos a Francia a lo largo de la historia, que su historial de encuentros oficiales se resumía en ocho triunfos por bando y dos empates. Hoy los galos tomaron la punta en el dual meet.

Kasper Hjulmand sabía que su pobre resultado frente a Túnez (0-0) le exigía sacar petróleo frente a un rival tremendamente complicado, pero no le tembló el pulso para reforzar el sector atacante en el grupo titular.

En la trinchera opuesta, Deschamps insistió en el cuarteto ofensivo que hizo polvo a Australia, pero atrás introdujo a Raphael Varane y Jules Koundé, este último como lateral derecho.

Como si se tratase del reporte de una partida de ajedrez, cabría decir que los minutos iniciales discurrieron por "caminos teóricos" en los que las escuadras probaron conocerse y respetarse. Francia sacaba los colmillos por alto con Varane y Olivier Giroud; Dinamarca se colgaba de la imaginación de Christian Eriksen, un auténtico ‘10’ que a ratos da la sensación de ser futbolísticamente incomprendido por sus compañeros (más aún desde que Thomas Delaney causó baja por lesión en la rodilla izquierda).

Pero el mar se picó a partir de la mitad del primer tiempo, con Les Bleus en modo olas y los daneses transformados en surfistas.

Todo empezó por un pase en profundidad de Antoine Griezmann para Kylian Mbappé, quien debió ser derribado a la desesperada por Andreas Christensen, con tarjeta amarilla incluida. Un instante después, el furioso remate de cabeza de Adrien Rabiot salía rechazado in extremis por Kasper Schmeichel.

A partir de ese susto la cancha se inclinó y el asedio se convirtió en el sello de un período donde Ousmane Dembelé corroboró el momento top que vive. Francia perseveró y perseveró, y a la hora de juego venció a Schmeichel a través de Mbappé.

Sin embargo, Dinamarca no se mareó con el impacto y avanzó metros en el campo. En el ‘67, dos testarazos en el área volvieron a ser gol y fue a Christensen a quien le correspondió ponerse el uniforme de los héroes.

El abrazo había retornado a la pizarra y el encuentro se puso precioso, de ida y vuelta, con oportunidades para ambos. Rabiot, que hace un Mundial inmenso, casi clavó en el ángulo una media chilena, y Martin Braithwaite llegó desde el banquillo para terminar una acción donde la Al Rihla pasó lamiendo el poste del veterano capitán Hugo Lloris. Amenazas para un lado, peligros para el otro, y así fue hasta que Griezmann puso un centro medido que la cadera de Mbappé mandó a dormir la siesta en el ’86.

La tradición de que el campeón vigente no supera la fase de grupos queda atrás. Francia está en los octavos, y Dinamarca deberá buscar el pasaporte frente a Australia.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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