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Piden a diputados que hablen de la miseria vivida por ancianos cubanos

En una de las sesiones parlamentarias de esta semana se abordó el tema del envejecimiento poblacional.

Anciano en Cuba © CiberCuba
Anciano en Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año

La cineasta Belkis Vega Belmonte pidió a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular que hablen durante las sesiones de esta semana de la miseria que viven la mayoría de los jubilados en Cuba.

"No valen medallas, distinciones, diplomas o reconocimientos... o quizás valgan solamente para hacer una nueva puesta de la obra LA VIEJA DAMA MUESTRA SUS MEDALLAS de J.M. Barrie", escribió en Facebook la también profesora de la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.

Vega Belmonte, una de las principales documentalistas de Cuba y corresponsal de guerra, defendió a todos los ancianos cubanos que durante años entregaron lo mejor de sí y ahora deben sobrevivir con pensiones que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, en un país donde la inflación económica aumenta cada mes y existe un alto déficit de productos de primera necesidad.

El reclamo de la cineasta cubana tiene lugar poco después que el primer ministro Manuel Marrero Cruz ofreciera detalles ante el Parlamento sobre la situación demográfica del país.

En Cuba hay 2,4 millones de personas que tienen 60 años o más, el único grupo poblacional que crece, según datos oficiales revelados por el dirigente.

Desde que se implementó la Tarea Ordenamiento, los pensionistas fueron los primeros afectados con una medida que se supone daría solución a la dualidad monetaria, incrementaría la producción y eliminaría subsidios a productos y servicios.

Los ancianos han visto sus chequeras perder valor adquisitivo y solo los que tienen familia en el extranjero pueden tener acceso a determinados alimentos y medicinas, que el gobierno es incapaz de ofrecer.

En octubre una cubana denunció que jubilados de La habana deben permanecer durante horas bajo el sol para cobrar su pensión.

“No hay un árbol, nada para esperar horas a que los atiendan, un solo cajero y la portera siempre sentada dentro, por supuesto, refrescando con el aire acondicionado del local”, apuntó la mujer.

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