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Gracias, Juan Manuel

El gobierno cubano censuró a Serrat, entre 2003 y 2012, por haber firmado la respuesta de amigos que están lejos a la misiva de intelectuales y artistas apoyando los fusilamientos de tres jóvenes negros.

Silvio Rodríguez (izda.) y Juan Manuel Serrat © Zenda Libros
Silvio Rodríguez (izda.) y Juan Manuel Serrat Foto © Zenda Libros

Este artículo es de hace 1 año

Para Niurka Rodríguez

Juan Manuel Serrat acaba de retirarse de los escenarios, sin haber vuelto a Cuba; donde estuvo en 1973 y 1997 y muchos tembas lo recuerdan y cantan sus canciones, pero el prefirió mantener prudente distancia de la dictadura más vieja de Occidente, sin renunciar a la amistad con Elena Burke, Joseíto González (Rumbavana), Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Nicolás Guillén, Noel Nicola, Vicente y Santiago Feliú; entre otros.

En 1973, Cuba todavía se lamía las heridas de la Zafra de los diez millones -que sirvió al máximo líder para extirpar la Navidad- España vivía el tardofranquismo, Estados Unidos andaba empantanado en Indochina, la izquierda había ganado la guerra cultural y la revolución era todavía espejismo.

En 1997, Serrat abarrotó el Carlos Marx y advirtió que llegaba con "un mensaje de tolerancia y pluralidad, en favor de la inteligencia y el progreso". ¡Más claro agua! y nunca más.

Cuando en 2003 firmó la respuesta de "amigos que están lejos" al apoyo de figuras de la cultura a los fusilamientos de tres jóvenes negros cubanos, Serrat entró en la lista de los censurados en emisoras de radio y televisión; bajo el eufemismo de "Limitados", que duró hasta 2012, cuando Abel Prieto levantó el veto; excepto a Gloria Estefan, Willy Chirino, Olga Guillot y Celia Cruz.

La Habana intentó corregir el disparate censor, cabildeando para que volviera a Cuba, pero Juan Manuel nunca mordió el anzuelo, grabó una versión de su Lucía con Silvio; antes había grabado con Pablo, actúo con Santiago Feliú y agradeció el disco Cuba le canta a Serrat, pero no volvió a pisar un escenario cubano, pese a los notables esfuerzos de mancilladores y oportunistas de la cultura cubana.

Algunos ilusos creen que montando conciertos como los de Rolling Stone y Juanes en La Habana, la dictadura comunista asumirá que los pecados murieron por el tiempo y la ausencia, cuando su tren siempre vende boletos de idas sin vuelta; como hizo con los desterrados del 11J y tantos otros.

La censura comunista está más viva que nunca y, si los comedores de azúcar cruda y bebedores de agua sin mascar, aún dudan, que revisen cómo desde los meses previos al referéndum del Código de las Familias, el tema Perdóname conciencia, de Piloto y Vera -cantado magistralmente por Moraima Secada e Ivette Cepeda- desapareció de las transmisiones estatales, para amargura de musicalizadores y público.

Por tropelías como esa, fue que Serrat se alejó de la Cuba oficial, manteniendo su amistad y admiración por autores y músicos, que nunca lo traicionaron ni dieron la espalda; como esos tembones que aun siguen jugando en su playa.

Gracias Juan Manuel, por coherencia tan precoz e impedir que la dictadura comunista, asesina de pensamiento y reputaciones ajenos, te cogiera para sus cosas.

¡Que suerte tienes, cochino! En el final del camino, te esperó el amor de millones de cubanos; que siguen colgados de un barranco, viendo envejecer al cura, al cabo y al sacristán, pero con la certeza del árbol talado, que ¡aún tiene vida!, aunque sigan hartos de vagabundear y preguntarse porqué y porqué.

Hasta pronto, Nano.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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