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Aritmética electoral y mapa político

Los cubanos que votaron; incluidos quienes lo hicieron por el voto unido, no son carneros; solo víctimas de la dictadura más vieja de Occidente; eficaz productora de presos políticos, exiliados, inxiliados, simuladores y hambre de tantas cosas.

Colegio electoral en Consolación del Sur, Pinar del Río © CiberCuba
Colegio electoral en Consolación del Sur, Pinar del Río Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año

Una vez pasadas la guapería infantil del presidente Miguel Díaz-Canel y la decepción de opositores por la pírrica victoria oficialista del 75,9% de asistencia a las urnas, conviene leer el mapa político cubano, repasando los números facilitados -con retraso- por el propio gobierno.

Los cubanos que votaron; incluidos quienes lo hicieron por el voto unido, no son carneros, solo víctimas de la dictadura más vieja de Occidente; eficaz productora de presos políticos, exiliados, inxiliados, simuladores, apagones y hambre de casi todo.

Otra vez la torpeza política se apoderó de tardocastristas y opositores; convirtiendo cada simulacro electoral -en Cuba no se puede elegir entre candidatos diferentes, solo votar lo que ordena el poder- en plebiscito falso sobre el comunismo de compadres.

El error de ambos contendientes obedece a su analfabetismo político, al aldabonazo popular del 11J y a la polarización del mundo en buenos y malos; donde totalitarios de ambos bandos intentan imponer su discurso a las mayorías, provocando distorsiones democráticas -como el aniquilamiento del adversario- y autocensura en sectores moderados.

En años recientes, cuando no existían correos electrónicos y teléfonos móviles, los resultados electorales en Cuba se conocían el mismo día, casi nunca se alargaba el horario de votación, salvo lugares y ocasiones concretos.; pero vayamos a los números.

El retraso en cerrar los colegios es significativo porque, hasta las cinco de la tarde, habían votado 5.711.397 electores cubanos, más del 70% del censo; pero como se trataba de aplastar a los adversarios, ampliaron el horario para dar tiempo a los miembros de la comisión de embullo del pan con na a buscar a votantes remisos o tardíos; con la indecencia de mandar niños en roles de pioneros por el comunismo.

Ambos hechos retratan la indigencia moral del tardocastrismo y la indecencia de sus personeros; pero vayamos a los números.

Padrón electoral: 8.120.072 cubanos.

Cubanos que votaron: 6.164.876 (75,92% del censo electoral).

Cubanos que no votaron: 1.955.196 (24,08% del censo electoral).

Cubanos que votaron en blanco: 383.455 (6,22% del total de sufragios)

Cubanos que anularon su voto: 215.770 (3,50% del total de sufragios).

Total de votos blancos y nulos; no válidos para la elección: 599.225 (9,72% del total de sufragios).

Votos válidos para la elección: 5.565.651 (68,5% del padrón electoral).

Por tanto, sumando los abstencionistas, quienes votaron en blanco y anularon su boleta, la dictadura cosechó el rechazo objetivo de 2.554.421 cubanos; siempre según las cifras del gobierno, que deberá gobernar no solo para sus simpatizantes; sino también para sus adversarios; tan atacados por Díaz-Canel en sus alardes totalitarios y generadores de odio entre hermanos.

Otro dato a tener en cuenta son los votos por todos -obsesión de la ilegal campaña electoral de los candidatos- empezando por el presidente, que lo reclamaba constantemente, añadiendo que eran para el fallecido Fidel Castro, el jubilado Raúl, la revolución y el socialismo.

Cubanos que votaron por todos: 4.012.834 (72,10% de los votos válidos)

Cubanos que votaron selectivamente: 1.552.817 (27,90% de los votos válidos).

Las magnitudes oficiales, aún cuando sean maquilladas, son homologables a países democráticos y, en el caso de Cuba obedecen, fundamentalmente, al descontento popular por la represión; incrementada tras el 11J, desigualdad y empobrecimiento que genera la casta verde oliva y enguayaberada, jineteando a los ciudadanos, incluidos emigrados.

Todo ello, tras la baja de 231.239 electores del padrón electoral, con respecto a noviembre del año pasado, cuando estaban convocados a votar 8.351.311 ciudadanos. Merma notable, en cuatro meses, que obedece, fundamentalmente, a la oleada migratoria lanzada por el régimen contra Estados Unidos.

¿Por qué no se depuró el censo de votantes con igual eficacia que los emigrados en el registro de la OFICODA? ¿Estaba inflado el número de votantes en las elecciones municipales de noviembre?

Para las elecciones generales, el gobierno creó 12.427 circunscripciones, 80 distritos, 23.468 colegios; más otros 250 especiales, habilitados en hospitales (106), hoteles (80) y 164 en campismo y otros centros, sin definir por las autoridades, que tampoco han informado sobre el costo de su carnaval absurdo; con campaña electoral de los principales candidatos de dos meses y la pantomima del domingo.

El totalitarismo queda en evidencia, cuando disimula para perpetrar la hoja de ruta de Raúl Castro que, en su despedida política, ordenó que Díaz-Canel dirigiera el vendaval sin rumbo diez años; cesando primero como presidente y luego como máximo dirigente comunista.

Una vez pasada la euforia del fracasado y cobarde poder, los presos políticos y sus familiares siguen sufriendo el terror institucional y la mayoría de los hogares cubanos continúan soportando inclemencias como apagones, escasez de alimentos, medicinas y agua potable, desastre sanitario y educativo y el desprecio de los casatenientes de Siboney.

El gobierno sabe que carece de legitimidad popular e impone e improvisa cada dos por tres; tratando de ganar tiempo a ver si ocurre un milagro, como la vieja URSS o Hugo Chávez; desconociendo que se acabaron los guapos en Yateras y que la propia izquierda latinoamericana está partida en dos bloques; colocándose La Habana en el triángulo del mal, junto a Venezuela y Nicaragua.

La oposición tiene un reto apasionante, con las ventajas de contar con 2.554.421 cubanos que no temen al lobo comunista y una emigración próspera y solidaria; en sus cabezas está seguir jugando a las candelitas o liderar un proyecto en el que todos pierdan un poco para que Cuba gane mucho.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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