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En un acto que buscaba alegrar el Día de los Reyes Magos a los niños de Santos Suárez, en La Habana, una familia que tradicionalmente reparte juguetes y dulces desde su casa vio cómo su gesto solidario se transformó en una situación caótica.
El hecho fue documentado en Facebook por Ernesto Herrera, quien compartió imágenes de la gran aglomeración de personas frente a la vivienda privada.
Esta casa es conocida por sus tradicionales decoraciones navideñas. Llenan la fachada con espectaculares muñecos inflables, reflejando alegría y creatividad, pese a la crisis que atraviesa el país. Es un lugar que muchos padres llevan a sus hijos pequeños para hacer divertidas fotos.
La casa tiene custodios nocturnos para evitar que personas malintencionadas roben las decoraciones. La vivienda está ubicada en la esquina de San Benigno y Santa Irene, muy cerca del parque Santos Suárez, en el municipio Diez de Octubre.
Este de enero, según relatan testigos en los comentarios de la publicación, lo que suele ser un momento bonito y organizado para los niños del barrio se convirtió en una odisea.
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“Había muchos niños, pero también adultos con chicos de 10, 11 y hasta 15 años. Algunos parecían necesitados, pero también había quienes querían revender los regalos”, expresó la usuaria Cinthya González.
Por su parte, Heidy Argudín Dávila relató su experiencia: “Llevé a mis niños a ver los inflables y tirarnos fotos, pero me sorprendió la cantidad de personas. Al principio organizaban la cola, pero después todo se salió de control. Algunos niños comenzaron a llorar porque querían juguetes, pero al final no entregaron nada. Apagaron las luces, quitaron los inflables y desalojaron a la gente. Fue muy triste”.
El evento, que inicialmente buscaba fomentar la alegría y el sentido de comunidad, terminó generando frustración y desilusiones. La falta de organización y el comportamiento incívico de algunas personas contribuyeron a desvirtuar el momento.
Este incidente también refleja las profundas carencias materiales que enfrenta la población cubana en medio de una crisis económica sin precedentes.
La escasez de productos básicos y el aumento de la pobreza han llevado a muchas personas a actuar de manera desesperada y, a veces, egoísta. En lugar de fortalecer la solidaridad y el disfrute colectivo, estos comportamientos a menudo obstaculizan los intentos de crear momentos positivos dentro de las comunidades.
El gesto de esta familia, que con esfuerzo y buena voluntad intenta mantener viva la magia de los Reyes Magos en La Habana, se enfrentó al duro contraste de una realidad marcada por la precariedad.
Este hecho pone en evidencia cómo la crisis impacta incluso en las tradiciones y celebraciones más sencillas, convirtiendo lo que debería ser un día de alegría en una experiencia amarga para muchos.
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