Mike Hammer, jefe de la Misión de Estados Unidos en Cuba, protagonizó este jueves una escena poco habitual en la diplomacia: una partida de dominó en plena calle con un grupo de jóvenes en la ciudad de Camagüey.
El momento fue compartido por la Embajada de EE.UU. en su cuenta oficial de X (antes Twitter), donde se puede ver en un video al diplomático acercarse a la mesa de dominó callejero y aceptar la invitación a jugar. “¿Tú sabes jugar dominó?”. “¡Claro que sí!”, contestó Hammer antes de cederle la salida a su compañero.
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“Unos jovencitos en Camagüey me invitaron a mi primera partida de dominó en Cuba — ¡qué divertido! ¿Adivinen quién ganó?”, escribió el diplomático en tono distendido, reflejando el espíritu de cercanía que ha caracterizado sus más recientes visitas a diversas regiones de la isla.
La escena forma parte de una serie de encuentros impulsados por Hammer desde su llegada a La Habana, donde ha sostenido conversaciones tanto con ciudadanos comunes como con activistas y opositores, como José Daniel Ferrer, Guillermo Fariñas y Martha Beatriz Roque.
"Quiero hablar con cualquier persona que quiera compartir sus perspectivas", expresó Hammer recientemente, enfatizando la importancia de escuchar directamente al pueblo cubano.
En su visita a Villa Clara, se reunió con familiares de presos políticos, activistas de derechos humanos y miembros del movimiento Damas de Blanco, reafirmando el compromiso de Estados Unidos con las libertades fundamentales y condenando la persecución política en la isla .
Su presencia en sitios emblemáticos como el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre y su disposición al diálogo cara a cara con cubanos de distintas esferas ha despertado el interés —y también la incomodidad— del régimen cubano, que lo ha acusado de injerencia en asuntos internos.
El viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, acusó a Hammer de comportarse como "un activista que alienta a los cubanos a actuar contra su país", justificando las medidas represivas como defensa ante una "potencia extranjera hostil”.
El gesto informal de sentarse a jugar dominó en la calle refuerza su mensaje de conexión directa con el pueblo cubano y busca establecer un diálogo directo con la sociedad civil cubana.
Mientras las tensiones políticas persisten, Hammer apuesta por una diplomacia cercana, simbólica y al ras del suelo. Su visita a Camagüey deja una imagen que trasciende los titulares: la de un diplomático extranjero compartiendo juego y risas en un barrio cubano.
Dominó en Camagüey: Una nueva “diplomacia del ping pong” al estilo cubano
El gesto de Mike Hammer al sentarse a jugar dominó con jóvenes en las calles de Camagüey puede leerse como una versión cubana y contemporánea de la célebre "diplomacia del ping pong", utilizada por Estados Unidos y China en los años 70 como catalizador para el acercamiento entre dos potencias ideológicamente enfrentadas.
La "diplomacia del ping pong" nació en 1971, cuando un inesperado intercambio entre jugadores de tenis de mesa de EE.UU. y China allanó el camino para el histórico viaje de Richard Nixon a Pekín.
Aquella maniobra fue un gesto suave, informal y simbólicamente cargado que rompió años de aislamiento y desconfianza mutua, demostrando que los gestos culturales o deportivos pueden desempeñar un papel estratégico en el deshielo diplomático.
En ese mismo espíritu, Hammer, al compartir una partida de dominó —juego icónico en la cultura cubana— con jóvenes camagüeyanos, transmite un mensaje que trasciende las palabras oficiales: Estados Unidos busca conectar con el pueblo cubano desde lo cotidiano, desde lo humano. No se trata solo de reuniones formales ni de discursos desde embajadas, sino de sentarse en una esquina, mirar a los ojos y compartir un juego y una conversación.
A diferencia del contexto de los años 70, Hammer actúa en medio de una relación bilateral marcada por la tensión, la vigilancia oficial y el rechazo abierto del gobierno cubano. Sin embargo, al igual que en el caso del ping pong, el dominó se convierte en una herramienta diplomática no convencional que busca abrir espacios de entendimiento y comunicación directa.
En suma, el gesto del diplomático norteamericano puede verse como una apuesta por una "diplomacia del dominó": un intento de construir puentes a través del respeto cultural, la cercanía social y la empatía política: una estrategia que exacerba las preocupaciones de la Seguridad del Estado con este diplomático que ha decidido romper los moldes tradicionales de actuación del Departamento de Estado en las relaciones con el régimen cubano.
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