El hambre se agrava en Cuba: 1 de cada 4 personas se acuesta sin cenar, según informe independiente

La población enfrenta una crisis alimentaria profunda, marcada por escaso acceso a alimentos, dietas pobres, colapso de servicios básicos y mayor impacto en sectores vulnerables.


La inseguridad alimentaria en Cuba ha dejado de ser una advertencia para convertirse en una realidad cotidiana y alarmante: uno de cada cuatro habitantes ha tenido que irse a la cama sin cenar en los últimos meses.

Según el informe “En Cuba Hay Hambre (2024)”, elaborado por la organización independiente Food Monitor Program (FMP), el estudio se basa en una Encuesta de Seguridad Alimentaria aplicada entre mayo y junio de ese año a 2.703 hogares distribuidos en todas las provincias del país, incluyendo el Municipio Especial Isla de la Juventud.


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La investigación analizó las cuatro dimensiones clave de la seguridad alimentaria: acceso, disponibilidad, estabilidad y consumo.

En cada una de ellas, los resultados muestran un deterioro creciente que golpea con mayor dureza a los sectores más vulnerables de la población.

El 96,91 % de los encuestados aseguró haber perdido acceso a los alimentos debido a la inflación y la caída del poder adquisitivo, mientras que el 98,82 % afirmó haber percibido un aumento significativo en los precios durante el último año.

El 72 % de los hogares declaró haberse visto obligado a adoptar dietas alternativas no saludables, ante la imposibilidad de acceder a una alimentación balanceada y mínimamente nutritiva.

La eliminación de comidas se ha convertido en un mecanismo de supervivencia, y en ese sentido, el 29 % de los cubanos se alimenta solamente dos veces al día y un 4 % apenas una sola vez.

Estas situaciones extremas se concentran con mayor frecuencia en provincias como Artemisa, Isla de la Juventud, Mayabeque y Guantánamo.

A ello se suma un dato estremecedor: el 25 % de los encuestados confesó haberse acostado con hambre, reflejo directo de una crisis alimentaria que no solo está extendida, sino profundamente arraigada.

Los grupos más afectados por esta situación son los que presentan condiciones de vulnerabilidad, entre ellos adultos mayores, mujeres embarazadas o lactantes, personas con discapacidades físicas o mentales y pacientes con enfermedades crónicas.

El 24 % de los encuestados supera los 60 años, lo que evidencia el peso demográfico de quienes requieren dietas específicas y cuidados particulares.

Además, el 63 % de los hogares declaró convivir con adultos mayores bajo su responsabilidad.

El 25 % de las familias encuestadas informó tener al menos una persona con limitaciones severas de movilidad, visión, habla o salud mental, lo que incrementa la gravedad de la situación.

La falta de alimentos no es el único desafío pues a esto se suma el colapso de los servicios básicos indispensables para la cocción, higiene y almacenamiento.

El 71 % de los hogares reportó apagones frecuentes, sobre todo en horarios clave para cocinar, mientras que el 60 % dijo no tener acceso a agua potable y uno de cada cuatro hogares afirmó recibir el líquido apenas una vez cada tres días o incluso con menor frecuencia.

La ausencia de electricidad y agua limita aún más las posibilidades de preparar o conservar alimentos, elevando los riesgos sanitarios.

La economía doméstica también se encuentra asfixiada: el 60 % de los encuestados dedica entre cinco y quince horas semanales exclusivamente a buscar comida.

El 42 % de los hogares gasta todos sus ingresos mensuales en alimentación, mientras que el 25 % necesita invertir hasta cinco veces el salario mínimo mensual para poder adquirir productos básicos.

Alimentarse, en muchos casos, se ha convertido en la única prioridad de millones de cubanos.

El informe de FMP también refleja el malestar generalizado con la gestión estatal pues el 64 % de los encuestados considera que el principal responsable del desabastecimiento alimentario es el gobierno cubano y su deficiente administración.

El 26 % señala la corrupción como causa directa y apenas un 8 % relaciona la situación con el embargo estadounidense.

Estas cifras contrastan fuertemente con la narrativa oficial, que insiste en culpar únicamente a factores externos.

A nivel regional, el informe alerta que, aunque Cuba representa solo el 5 % de la población del Caribe, concentra el 40 % de los casos de inseguridad alimentaria.

Food Monitor Program advierte que la situación es probablemente aún más grave que la reflejada en los datos, debido a la autocensura, la resignación frente a la precariedad y el desconocimiento nutricional que lleva a muchas personas a confundir saciedad con alimentación adecuada.

Esta crisis alimentaria impacta no solo la salud física, sino también el desempeño laboral, escolar y emocional de los ciudadanos, afectando directamente el tejido social y el desarrollo del país.

Frente a este escenario, FMP exige al gobierno cubano que asuma su responsabilidad en garantizar la alimentación y los servicios esenciales de la población.

Además, hace un llamado urgente a organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) para que actúen de manera inmediata ante lo que califican como una emergencia alimentaria silenciosa que afecta a millones de cubanos.

Las muertes por desnutrición en Cuba han aumentado drásticamente, reflejo de una crisis alimentaria que afecta tanto a la población general como a sectores específicos como los adultos mayores y los reclusos.

En datos oficiales analizados por la plataforma elToque, la desnutrición se convirtió en una de las principales causas de muerte, acompañada por el colapso del sistema penitenciario donde, como denunció Cubalex, reclusos han fallecido por hambre extrema y abandono.

La inseguridad alimentaria también se manifiesta en las calles del país. Desmayos por hambre se han reportado en múltiples provincias, afectando a ancianos, jóvenes y mujeres.

Muchos ciudadanos viven con una alimentación reducida a una o dos comidas diarias, y dependen de la solidaridad callejera o la mendicidad. Incluso personas con limitaciones físicas o excombatientes piden ayuda con carteles que dicen “Esto es para comer”, como muestra este testimonio recogido por el OCDH.

El deterioro de la asistencia estatal ha dejado sin alimentos a miles de jubilados y personas vulnerables. Las raciones de la libreta de abastecimiento han sido reducidas, eliminando productos básicos como café, aceite o azúcar, sin ofrecer alternativas viables.

La eliminación progresiva del racionamiento ha agravado la situación en los hogares cubanos, donde la escasez se ha convertido en parte de la rutina diaria.

La desesperación se ha traducido en protestas ciudadanas, como la que tuvo lugar en Santiago de Cuba, donde los manifestantes gritaron frente a la policía “tenemos hambre”.

También en Maisí, madres bloquearon el tráfico con tanques vacíos exigiendo agua y comida, alzando sus voces contra un régimen que, según ellas, las está “matando de hambre y sed” en medio de una crisis cada vez más asfixiante.

El país enfrenta una precariedad extrema: escasez de pan, gas, alimentos y apagones constantes, mientras miles de cubanos rebuscan comida entre los desechos o sobreviven vendiendo objetos reciclables. La imagen de un refrigerador vacío, descrita por una ciudadana como “mi frío está vacío, no hay nada”, resume el sentimiento de abandono y desesperanza que invade a una nación empobrecida por la mala gestión y el desinterés oficial.

Preguntas frecuentes sobre la crisis alimentaria en Cuba

¿Cuál es la situación actual de la inseguridad alimentaria en Cuba?

La inseguridad alimentaria en Cuba es alarmante, con un informe que revela que uno de cada cuatro cubanos se acuesta sin cenar. La crisis se agrava por la inflación, la caída del poder adquisitivo y el aumento significativo de los precios de los alimentos. Esta situación afecta especialmente a los grupos más vulnerables, como adultos mayores y personas con discapacidades.

¿Por qué ha aumentado la desnutrición en Cuba?

La desnutrición en Cuba ha aumentado debido a una crisis alimentaria severa, caracterizada por la dependencia de importaciones, baja inversión en agricultura y el deterioro de los servicios básicos. Estos factores han dejado a la población sin acceso a alimentos suficientes y nutritivos, lo que ha incrementado las muertes por desnutrición entre 2022 y 2023.

¿Cómo afecta la crisis alimentaria a la economía doméstica en Cuba?

La crisis alimentaria en Cuba afecta gravemente la economía doméstica, con el 60% de los hogares dedicando entre cinco y quince horas semanales solo a buscar comida. Muchos hogares gastan todos sus ingresos en alimentación, y algunos necesitan invertir hasta cinco veces el salario mínimo para adquirir productos básicos. Este enfoque en la supervivencia alimentaria limita la capacidad de las familias para cubrir otras necesidades básicas.

¿Cuáles son las principales causas de la crisis alimentaria en Cuba?

La crisis alimentaria en Cuba es causada por la alta dependencia de importaciones, una inversión agrícola mínima y fallidas políticas económicas. Estos factores han reducido la disponibilidad de alimentos y han exacerbado la escasez, obligando a los cubanos a depender de un mercado informal caro e inestable para adquirir productos básicos.

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