En una Habana sumida en la oscuridad por los apagones constantes, un espectáculo de luces resplandece como una burla a la realidad del cubano común.
Se trata del lujoso hotel Gran Muthu Habana Tower Mirador del Caribe, ubicado en la exclusiva zona de Miramar, que, en plena madrugada, luce encendido de extremo a extremo, como si el país no atravesara una de las crisis energéticas más severas de su historia reciente.
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La escena, compartida en redes sociales por el creador de contenido Yosmany Mayeta Labrada, muestra la ostentación lumínica del inmueble, mientras las calles circundantes permanecen en penumbras.
El contraste no solo es visual, sino profundamente simbólico: mientras los ciudadanos enfrentan cortes eléctricos diarios, escasez de alimentos y un deterioro acelerado de los servicios públicos, el régimen continúa priorizando la inversión en infraestructura turística de lujo, inaccesible para la mayoría de la población.
El Gran Muthu Habana Tower, que recién abrió sus puertas en febrero de 2025, cuenta con más de 500 habitaciones, piscina panorámica, restaurantes de alta gama y vistas privilegiadas al mar Caribe. En su planta baja alberga la polémica primera tienda en dólares abierta por el régimen cubano en su última apuesta por la "dolarización parcial de la economía".
Esta apuesta, respaldada por la cadena india MGM Muthu Hotels y gestionada en coordinación con el régimen cubano, es parte de una estrategia oficial que sigue canalizando recursos hacia el sector turístico, a pesar del colapso visible de la red eléctrica nacional, los hospitales sin insumos y el éxodo masivo de profesionales.
El Hotel Gran Muthu Habana Tower Mirador del Caribe es una inversión conjunta entre la cadena india MGM Muthu Hotels y el grupo turístico estatal cubano Gaviota S.A., perteneciente al conglomerado militar GAESA.
La gestión y operación del hotel están a cargo de MGM Muthu Hotels, que también administra otros establecimientos en Cuba, como el Gran Muthu Almirante Beach en Holguín y el Gran Muthu Rainbow en Cayo Guillermo.
Un modelo que no se sostiene: Se levantan nuevos hoteles y se desploma la ocupación
Paradójicamente, esta inversión intensiva en turismo ocurre en medio de una caída estrepitosa del arribo de visitantes extranjeros. Según datos oficiales publicados recientemente, la ocupación hotelera en Cuba se ha desplomado a mínimos históricos, con más del 70 % de las habitaciones desocupadas.
El turismo internacional, una de las principales fuentes de divisas del país, no ha logrado recuperarse tras la pandemia ni ha alcanzado los niveles proyectados por el gobierno, a pesar de las cuantiosas inversiones en nuevos hoteles.
Mientras se levantan complejos de lujo como el Gran Muthu o el Torre K, los barrios cubanos permanecen en la oscuridad y en el abandono. No hay recursos para mejorar la infraestructura básica ni para garantizar una alimentación digna, pero sí para iluminar hoteles vacíos y destinar dólares a proyectos que poco benefician al ciudadano promedio.
El régimen cubano continúa promoviendo estas construcciones con la promesa de atraer turistas y divisas, pero la realidad demuestra que se trata de una apuesta fallida. La Habana brilla para unos pocos mientras se apaga para la mayoría. Y esa luz, más que iluminar, deslumbra por su injusticia.
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