La crisis energética en Cuba no solo se mide en horas de apagón, sino en vidas interrumpidas, rutinas rotas y un creciente desgaste emocional que recorre el país de oriente a occidente.
En semejante panorama, los testimonios de cubanos están cobrando fuerza como documentos vivos de la desesperanza colectiva. Entre ellos, destaca el relato del profesor y dramaturgo Irán Capote, quien compartió en redes sociales su experiencia al visitar a su familia en el poblado de El Jíbaro.
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Desilusión y desamparo gubernamental
Irán Capote viajó fuera de La Habana con la intención de compartir un día feliz junto a los suyos en El Jíbaro, pero el apagón, de más de 26 horas, transformó su visita en una crónica de resistencia forzada.
“Pensé que sería uno de esos días felices en familia. Pensé que sería uno de esos días en los que nos ponemos al día y nos reímos un poco. Pensé que sería uno de esos días en los que mi hermano cocina una cangrejada con ají picante… Pero no lo fue.”

Capote quedó varado en el pueblo, sin poder recargar su motorina eléctrica, en medio de una comunidad que suele pasar más de un día sin electricidad. Su relato pone rostro a la crisis, desde la mirada del que, aun viniendo de la ciudad, reconoce su propio privilegio como algo relativo.
"Mi madre atiza carbón con pedazos de tea para colarme el café. Mi hermano me dice que hará algo rico en la leña, pero que no habrá agua fría. Mis vecinos me preguntan todo el tiempo: 'Niño… ¿Y cómo es allá en la ciudad?' Y yo les respondo viéndoles sudar a chorros mientras se espantan los mosquitos: 'Un poco mejor, pero la misma mierda, la misma porquería, la misma desilusión, el mismo desamparo gubernamental'. Y me abren los ojos".
Capote, con imágenes simples pero potentes, describe el ambiente de su pueblo natal. "Muy triste ver el desgaste de todos en el barrio, con sus refrigeradores apagados, con sus comidas echadas a perder, sin suministros, cocinando con leña y en un silencio terrible, con este calor de todos los demonios".
El dramaturgo recuerda algunos contrastes evidentes en la isla, sobre todo atendiendo a las noticias desde los medios oficialistas.
"Mientras, en la pasarela presidencial, en la visitas fugaces 'helicoptereanas', se da un mensaje de aliento, se da un mensaje de una engañosa positividad: 'Vamos a salir de esta trabajando'… Y toman el vuelo a Moscú vestidos con Gucci, perfumados con Chanel. Y la prensa replica. Y la ley reprime a quien se oponga, a quien se queje. Y la prensa replica. Y toman el vuelo hasta Roma vestidos con Gucci, perfumados con Chanel. Pero nunca toman el vuelo hasta mi barrio, nunca acampan en patios como el de mi madre. Nunca se espantan los mosquitos, nunca botan la carne que se les ha podrido en el refrigerador", expresó.
Desde Matanzas confirman: "No vivimos, malvivimos, o sobremorimos"
En Matanzas, la periodista Yirmara Torres Hernández también compartió en su perfil de Facebook una visión aguda y dolorosa de cómo los apagones han dejado de ser eventos excepcionales para convertirse en el estado natural de las cosas.
"Ya en Matanzas no tenemos apagones. Tampoco alumbrones. Ya no hay bloques, ni programación de apagones. Les explico: para tener apagones hay que tener electricidad. Si nunca la tienes y te la ponen de Pascua a San Juan, no sé cómo se llama eso, pero apagones no son", dijo Torres.
Su publicación, escrita tras 17 horas sin corriente, retrata una rutina hecha de improvisación, ansiedad e insomnio:
"Vivimos esperando las migajas de electricidad para cocinar, lavar o trabajar. Corremos a cargar todo, pero ya ni tiempo da, así que andamos también descargados. Y ni trabajamos, ni producimos. Somos un pueblo fantasma, andamos como zombies. No dormimos, no descansamos. Así andamos, sin energía ya ni para quejarnos", expresó.
Los apagones sostenidos durante tanto tiempo han dejado al pueblo cubano sumido en la apatía absoluta, en el silencio y en la resignación.
"Ya no nos importa saber por qué no hay corriente. Estamos hastiados del déficit, de las termoeléctricas y sus averías. Solo queremos saber si tendrá solución algún día o si ya tenemos que acostumbrarnos a vivir como si estuviéramos antes de la revolución industrial, si el futuro que nos espera es de más carbón y leña".
La periodista cubana comenta con ironía cómo sus vecinos ya no esperan respuestas porque se conocen al dedillo los discursos del gobierno y saben quienes serán siempre los culpables de lo que pasa en el país.
"No es por nada. No es que sintamos que nadie tenga la responsabilidad de responder. Na, si no somos responsabilidad de nadie. No, si los apagones ahorita solo son culpa del bloqueo y de nosotros. Nadie siente que debe darnos explicaciones reales", dijo.
"Seguro pronto vemos alguna declaración donde alguien dice que debemos resistir más y ahorrar. Siempre se puede más. El aguante es infinito, imagino que piensan. Y la falta de electricidad y de vergüenza también. Normal, normalizado todo", señaló.
Voces que no pueden ser ignoradas
Los testimonios de Irán Capote y Yirmara Torres son dos ejemplos de un mismo mal que afecta a millones de cubanos: La inestabilidad del servicio eléctrico, la precariedad cotidiana y el silencio institucional ante un pueblo que resiste sin energía, literal y emocionalmente.
Ambos relatos, aunque distintos en estilo, coinciden en hacer una denuncia de cómo la vida en Cuba ha sido secuestrada por la oscuridad y la indiferencia del gobierno.
Preguntas frecuentes sobre la crisis energética en Cuba
¿Cómo afectan los apagones prolongados a la vida diaria en Cuba?
Los apagones prolongados en Cuba interrumpen gravemente la vida cotidiana, afectando la refrigeración de alimentos, la utilización de electrodomésticos y la realización de actividades básicas. Las familias se ven obligadas a cocinar con leña o carbón y a luchar contra el calor y los mosquitos sin ventiladores. Esta situación genera un desgaste emocional significativo y dificulta el acceso a servicios esenciales como la educación y el trabajo, especialmente en un contexto de crisis económica generalizada.
¿Qué medidas están tomando los cubanos para afrontar la falta de electricidad?
Ante la falta de electricidad, los cubanos recurren a la inventiva para sobrevivir. Algunas soluciones incluyen el uso de paneles solares, baterías de motos e ingeniosos sistemas caseros para generar electricidad. Además, muchas familias cocinan con leña y carbón, aunque el acceso a estos recursos también es limitado y costoso. La creatividad se ha vuelto una herramienta esencial para enfrentar la crisis energética en la isla.
¿Cuál es la respuesta del gobierno cubano ante la crisis energética actual?
El gobierno cubano ha prometido estabilizar el suministro eléctrico, pero hasta ahora no ha dado respuestas concretas ni soluciones a largo plazo para la crisis energética. Las autoridades han inaugurado algunos parques solares, pero la falta de combustible y el deterioro de las termoeléctricas continúan siendo un gran obstáculo. La población sigue sufriendo las consecuencias de los apagones sin una solución visible en el horizonte.
¿Cómo está afectando la crisis energética a las familias y a los niños en Cuba?
La crisis energética afecta gravemente a las familias y niños en Cuba, exponiéndolos a condiciones de vida inhumanas. Los apagones prolongados obligan a las familias a improvisar para cocinar y protegerse del calor y los mosquitos. Los niños sufren de insomnio y picaduras constantes, lo que afecta su salud y bienestar. Esta situación también impacta emocionalmente a los padres, quienes deben hacer sacrificios diarios para cuidar de sus hijos en medio de la precariedad.
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