Presidente de Tabacuba promete "mejorar condiciones de vida" de trabajadores, sin hablar de salarios dignos

La retórica se enfoca en medidas paliativas y en inversiones en energías renovables o equipamientos, mientras la plusvalía generada por los tabacaleros continúa fluyendo hacia la “liquidez central del país”.


El presidente del grupo empresarial Tabacuba, Manuel Marino Murillo Jorge, aseguró en un reciente reportaje del Noticiero Nacional de Televisión (NTV) que su entidad “trata de mejorar las condiciones de vida de los productores y trabajadores del tabaco”.

Sin embargo, en ningún momento hizo referencia a la necesidad de garantizar salarios justos y suficientes en un sector que genera más de 100 millones de dólares anuales en exportaciones.

La campaña tabacalera actual abarca unas 15 mil hectáreas sembradas, con una estimación de más de 17 mil toneladas de hojas cosechadas, según datos divulgados por Murillo Jorge.

Las proyecciones apuntan a la producción de más de 80 millones de tabacos, de los cuales más de 70 millones están destinados a la exportación, particularmente desde la provincia de Pinar del Río, responsable de más del 65% del cultivo nacional.

Pese a estos impresionantes volúmenes y aportes en divisas, los trabajadores del sector siguen enfrentando una dura realidad, marcada por los altos precios que el Estado impone a sus insumos.

Según el directivo, muchos productores deben levantarse de madrugada para aprovechar las pocas horas de electricidad disponibles y regar sus vegas, mientras la empresa improvisa soluciones como la compra apresurada de grupos electrógenos, cuyo combustible debe adquirirse en divisas.


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En medio de la crisis energética y los rezagos productivos provocados por eventos meteorológicos, Murillo Jorge insistió en que Tabacuba ha tenido que "entender" a los campesinos que se niegan a sembrar si no cuentan con recursos mínimos como madera para levantar casas de cura. No obstante, la respuesta institucional sigue sin traducirse en mejoras salariales estructurales.

Más allá de promesas vagas de “mejorar condiciones de vida”, el discurso oficial elude mencionar cualquier política concreta que dignifique los ingresos de los trabajadores, a pesar del alto valor de su producción en el mercado internacional.

La retórica se enfoca en medidas paliativas y en inversiones en energías renovables o equipamientos, mientras la plusvalía generada por los tabacaleros continúa fluyendo hacia la “liquidez central del país”.

El contraste entre los millones que genera el tabaco cubano en el exterior y las precariedades que enfrentan quienes lo cultivan y procesan dentro de la isla, es cada vez más difícil de justificar.

Las palabras del presidente de la estatal Tabacuba parecen confirmar que, en el modelo empresarial cubano, el bienestar real del trabajador sigue siendo secundario frente a los intereses macroeconómicos del Estado.

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