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Mientras miles de manifestantes se enfrentan a agentes federales en las calles de Los Ángeles para rechazar las redadas de inmigración, el pasado político de la alcaldesa Karen Bass ha vuelto a ocupar titulares en medios conservadores y redes sociales.
Críticos han desempolvado sus lazos con la Brigada Venceremos, un grupo de inspiración socialista que operaba desde Estados Unidos y promovía la solidaridad con Cuba durante los años 70.
Bass viajó a la isla en 1973, siendo joven activista, y llegó a presenciar un discurso del dictador Fidel Castro. Décadas más tarde, en 2016, tras la muerte del ex gobernante cubano, lo elogió públicamente llamándolo “Comandante en Jefe”, expresión que generó el rechazo inmediato de sectores del exilio cubano, sobre todo en Florida.
“Fue una gran pérdida para el pueblo cubano”, dijo en ese momento, aunque años después reconocería que fue un error utilizar esos términos, asegurando que había aprendido la lección.
Medios conservadores como Daily Mail han reavivado los señalamientos de que Bass fue incluso “líder de la Brigada Venceremos en el sur de California”, una organización que era vista por algunos como una extensión del régimen comunista en territorio estadounidense.
“Karen Bass fue entrenada en la guerra revolucionaria y la subversión por las brigadas patrocinadas por el régimen cubano”, escribió un usuario en X.
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Otros la acusan de “comunista revolucionaria” e incluso piden una investigación federal sobre su influencia política actual.
En 2020, cuando su nombre sonaba como posible compañera de fórmula del expresidente Joe Biden, diversos sectores del exilio cubano se pronunciaron en su contra.
La congresista demócrata Donna Shalala incluso sugirió que Bass “debería pasar una temporada en Miami para entender lo que significa vivir bajo una dictadura”. Otros líderes políticos cubanoamericanos la tildaron de "neomarxista" y cuestionaron su idoneidad para ocupar un cargo tan cercano al poder presidencial.
A pesar de las críticas, un portavoz de Bass recordó que su enfoque buscaba promover mejores relaciones entre Estados Unidos y Cuba, como parte del proceso de deshielo impulsado por Barack Obama, al que ella respaldó activamente viajando a la isla en 2015 y 2016.
Este resurgir del pasado de Bass, de 71 años, ocurre en medio de una crisis migratoria encendida por las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y las órdenes del presidente Donald Trump, quien ha enviado a 2,000 miembros de la Guardia Nacional a Los Ángeles para contener los disturbios.
Los enfrentamientos han dejado un saldo de vehículos incendiados, gases lacrimógenos, municiones no letales y un creciente ambiente de tensión en barrios latinos como Paramount.
Trump responsabilizó directamente a Bass y al gobernador Gavin Newsom por no controlar la situación y aseguró que ambos eran “incompetentes”. La alcaldesa, por su parte, negó que se haya desplegado oficialmente a la Guardia Nacional en la ciudad y agradeció el apoyo del Departamento de Policía de Los Ángeles.
El gobernador Newsom acusó al gobierno federal de “provocar deliberadamente” a la población con el envío masivo de tropas y advirtió que eso “erosionará la confianza pública”.
Mientras tanto, los cubanos en Estados Unidos, en especial aquellos que huyeron del comunismo, observan con inquietud el protagonismo de una figura política como Bass, que en su juventud mostró simpatías abiertas con el régimen de La Habana. Aunque ella ha matizado sus posturas con el tiempo, sus palabras siguen teniendo un peso simbólico para una comunidad marcada por el exilio y el trauma político.
Las protestas, que ya se extienden por varios días, han sido convocadas nuevamente para este lunes. Y mientras las fuerzas del orden intensifican sus operativos, el nombre de Cuba vuelve a resonar en medio del debate sobre inmigración, derechos civiles y el papel de los líderes locales frente a una de las crisis sociales más tensas de los últimos tiempos en Estados Unidos.
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