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En contundente mensaje pastoral publicado este 15 de junio, en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, los obispos católicos cubanos afirmaron que hay que "hacer algo para salvar a Cuba" y devolverle la esperanza al pueblo.
Bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, el mensaje se enmarca en la celebración del Año Jubilar, periodo que constituye un tiempo especial de gracia, reflexión y renovación espiritual en toda la Iglesia Católica.
Sin embargo, el episcopado cubano publicó un mensaje que no solo invita a la oración, sino que exige transformaciones estructurales, llama al diálogo real sin exclusiones y denuncia, con palabras firmes, el dolor cotidiano del país.
“Con desesperanza y sin alegría no hay futuro para ningún pueblo”, advirtieron los obispos, quienes llamaron a abrir nuevos caminos con valentía y sin miedo.
“Las cosas no están bien, no podemos seguir así, hay que hacer algo para salvar a Cuba y devolvernos la esperanza", con esa frase directa y estremecedora, los obispos católicos firmaron uno de los mensajes más críticos, valientes y compasivos que han dirigido al pueblo en los últimos años.
“Con desesperanza y sin alegría no hay futuro para ningún pueblo”
El documento se articula en torno a una verdad central: la esperanza está debilitada en la sociedad cubana, y sin ella, no hay camino viable para ningún pueblo.
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A lo largo del texto, los obispos describieron una nación golpeada por el desgaste económico, el agotamiento emocional y la fractura social.
“También entre nosotros son muchos los que viven desesperanzados, aprisionados por la incertidumbre y la confusión ante un presente dramático y un futuro que no se acaba de ver con claridad, porque se tiene la impresión de que hemos perdido los resortes, el dinamismo y la voluntad para cambiar las durísimas condiciones de vida del pueblo”, afirmaron.
No se trata, explican, de un mensaje derrotista sino de un llamado urgente a actuar y transformar.
“La realidad dolorosa y apremiante que experimentamos, pide no quedarnos únicamente en los análisis, descripción de los problemas y sus múltiples causas. Nos exige cambiar el rumbo de esta situación”, advirtieron.
Dolor cotidiano y fractura social
En uno de los fragmentos más duros del documento, los obispos ofrecen una descripción concreta de la angustia diaria de millones de cubanos:
“Cuando la cotidianidad obliga a la búsqueda afanosa de los bienes primarios, la falta prolongada de corriente eléctrica afecta el descanso y paraliza el estudio y el trabajo; las familias se fragmentan cada vez más por la emigración creciente, y el desencanto y la apatía se apoderan de tantos, agobiados por la repetición de promesas que no se concretan nunca… cuando todo esto nos invade el alma, el horizonte de la esperanza se desdibuja y la tristeza se apodera de nuestros corazones”.
Lejos de ser un texto religioso, los obispos articularon una mirada política y social cargada de responsabilidad ética:
“Es el momento de crear un clima, sin presiones ni condicionamientos internos y externos, donde se puedan llevar adelante los cambios estructurales, sociales, económicos y políticos que Cuba necesita".
Nadie sobra en la construcción del futuro
En otro pasaje clave, el episcopado rechazó toda forma de exclusión en el debate nacional, abogando por una Cuba plural donde todos los puntos de vista tengan cabida:
“Esta inquietud ha acompañado los reiterados mensajes que los Obispos Católicos de Cuba hemos dirigido en las últimas décadas, con el único deseo de servir al bien común de la patria, estimulando la escucha respetuosa de todos los que, amando la tierra donde han nacido, desean aportar, con sus competencias y potencialidades, a la construcción de una nación más próspera, justa y feliz”.
Añadieron, además, que "la diversidad de puntos de vista es una necesidad y una riqueza cuando se busca el interés más grande de la patria, por encima de los intereses particulares".
Diálogo, dignidad y confianza en el pueblo
El mensaje no evadió responsabilidades ni se refugió en la neutralidad, sino que exige valentía, respeto y voluntad de encuentro:
“Con el Papa León XIV, queremos tender puentes y trabajar por un ambiente de auténtica paz que ‘exige una sincera voluntad de diálogo, animada por el deseo de encontrarse más que de confrontarse’”.
En esa línea, la Iglesia se declara “en comunión con el Santo Padre”, y reafirmó que opta “siempre por el diálogo, por el respeto a la dignidad de cada ser humano, por la confianza en las enormes posibilidades del pueblo cubano”.
Conscientes de su rol pastoral, los obispos también convocan a intensificar la oración por Cuba:
“Hoy renovamos este compromiso, seguros de la fuerza de la oración, porque ‘si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles’ (Salmo 127,1)”.
El mensaje concluyó con una expresión de fe y consuelo que no rehúye el dolor, pero lo enfrenta con una confianza activa:
“Que [Cristo Resucitado y la Virgen de la Caridad] muevan nuestras mentes y nuestras voluntades, para que, dejando a un lado resistencias, desconfianzas y temores, seamos capaces de abrir para este pueblo nuestro, la puerta luminosa y bella de la esperanza”.
El mensaje ha sido muy bien recibido por miles de ciudadanos que han reaccionado de forma positiva a una mirada que insta a abrir un camino de esperanza al pueblo cubano.
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