El cuento chino del petróleo en Cuba: Otra promesa que huele a humo

En medio de la crisis energética, los cubanos vuelve a ser víctimas de otro anuncio de exploración petrolera con China. Sin embargo, tras décadas de promesas similares, el escepticismo crece entre la población.

Especialistas chinos y cubanos estudian mapa geológico Foto © Captura de video Facebook / Canal Caribe

En uno de los momentos más críticos del sistema eléctrico cubano, con apagones diarios, crisis de generación y escasez crónica de combustibles, el Noticiero Nacional de Televisión volvió a recurrir al recurso habitual del régimen para intentar calmar la incertidumbre popular: la promesa de que esta vez sí se encontrará petróleo.

El reportaje del NTV -pergeñado por el vocero oficialista para cuestiones de energía, Bernardo Espinoza- anunció una supuesta intensificación de estudios geológicos con apoyo de la República Popular China, para identificar posibles zonas de interés para la exploración de crudo y gas en tierra firme.

Bajo el paraguas de una presunta “geología alineada con las prioridades del país”, Espinosa explicó que se están desarrollando mapas geoquímicos con tecnología de punta que permitirán detectar anomalías químicas en todo el territorio nacional, en busca de nuevos yacimientos. El proyecto, aseguró, “no tiene precedentes” y cuenta con el respaldo total del gobierno chino.

Según las palabras de los especialistas entrevistados, estos estudios ayudarán a detectar desde concentraciones de elementos minerales hasta posibles bolsas de hidrocarburos, y tendrán impacto incluso en la agricultura y el medio ambiente.

Pero la promesa central es clara: se trata de encontrar petróleo para sostener la generación eléctrica nacional, uno de los talones de Aquiles más expuestos del país.

Sin embargo, este tipo de anuncios no es nuevo. El régimen cubano lleva más de dos décadas vendiendo expectativas energéticas que nunca se concretan.


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Basta revisar los archivos de prensa para identificar un patrón: en cada ola de apagones, cuando la tensión social escala, el gobierno responde no con soluciones inmediatas, sino con anuncios espectaculares sobre hallazgos inminentes de petróleo, tecnologías revolucionarias o convenios internacionales “estratégicos” que supuestamente resolverán la dependencia energética. El resultado es siempre el mismo: nada cambia.

En 2018, por ejemplo, se promocionó con bombo y platillo la participación de la empresa china Gran Muralla en la perforación de nuevos pozos en Matanzas, con técnicas avanzadas que permitirían extraer petróleo desde tierra firme hasta zonas marinas.

La promesa era clara: aumentar la producción nacional y reducir las importaciones. Hoy, seis años después, esa producción sigue estancada y Cuba importa más del 70% del combustible que consume.

A inicios de 2024, el titular fue la perforación de nuevos pozos en la franja norte de Matanzas. Más recientemente, en enero de 2025, se volvió a hablar de cinco nuevos pozos exploratorios en Varadero. Ninguno de estos anuncios ha generado una mejora visible en la capacidad energética del país.

Este ciclo repetitivo de promesas energéticas tiene un objetivo claro: construir un relato que desplace la culpa de los apagones hacia factores externos o coyunturales, y a la vez proyectar una supuesta capacidad nacional de revertir la crisis con recursos propios, soberanos y en alianza con potencias extranjeras “amigas”. En la práctica, se trata de propaganda reciclada.

La narrativa geológica cumple una función ideológica: la idea de que el subsuelo cubano esconde una riqueza potencial que solo necesita tiempo y ciencia para ser aprovechada. Pero esa idea se repite desde los años noventa, sin que los resultados acompañen.

En ocasiones se prometió que el petróleo cubano era comparable al del golfo de México; en otras, que con nuevas técnicas se multiplicaría la producción. La realidad es que el país produce apenas una tercera parte del crudo que consume, y ese crudo es de baja calidad y difícil procesamiento.

China, en esta ecuación, aparece como el socio ideal en la retórica oficialista: tecnología avanzada, respaldo político, discursos grandilocuentes. Sin embargo, los convenios con Beijing rara vez se traducen en inversiones cuantiosas ni en transferencia efectiva de tecnología.

Más allá de algunos equipos de perforación o asistencia técnica puntual, no existen resultados visibles que justifiquen la retórica del “respaldo total”. De hecho, muchas de las iniciativas energéticas anunciadas con China han quedado en el limbo tras ser titulares de un día.

La población cubana, que sufre en carne propia los efectos de los apagones, ha aprendido a leer entre líneas. Cada vez que se anuncia un “nuevo yacimiento potencial”, lo que suele venir después no es luz, sino más oscuridad. Los apagones no desaparecen con palabras, ni con mapas geoquímicos, ni con promesas de soberanía energética.

Lo que necesita el país no es una nueva historia sobre el petróleo oculto bajo tierra, sino transparencia, gestión eficiente y voluntad real de cambiar un modelo energético fallido. Mientras eso no ocurra, el petróleo seguirá siendo, para los cubanos, no un recurso, sino un cuento. Un cuento chino.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.



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Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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