Lo que debía ser el comienzo de una nueva vida terminó con las esposas puestas y una celda en Buffalo, Nueva York, en Estados Unidos para el exjuez cubano Yosniel Alginis Villalón López, de 34 años.
Villalón fue arrestado por autoridades migratorias estadounidenses cuando intentaba reunirse con su esposa canadiense en la frontera terrestre entre Canadá y Estados Unidos. La pareja, convencida de que cumplía con las condiciones migratorias necesarias, fue separada en cuestión de minutos. Él fue entregado al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), indica un reporte del medio canadiense The Gazette.

Villalón fue juez del Tribunal Provincial Popular de La Habana y había sido investido con solemnidad en el Salón de los Espejos del Museo de la Revolución en junio de 2021. En aquel acto, juró fidelidad a la Constitución socialista y recibió la toga como símbolo de compromiso con la justicia, informó el medio oficialista Tribuna de La Habana.
Pero semanas después, el 11 de julio, Cuba vivió las mayores protestas contra el régimen en décadas. Miles de ciudadanos, cansados del hambre, la represión y el abandono, tomaron las calles. Y fue entonces cuando Villalón decidió hacer lo que consideraba justo: se negó a condenar a los manifestantes que llegaron a su tribunal. “Los cargos no reflejaban delitos reales”, dijo. Su decisión le valió una acusación de traición por parte del régimen.
La presión aumentó. Lo intimidaron, lo vigilaban, y finalmente tuvo que huir. En 2022 emprendió un largo y riesgoso viaje por Sudamérica hasta llegar a Estados Unidos, donde solicitó asilo y comenzó de cero en Miami. De día trabajaba limpiando juzgados. De noche, almacenando cerveza. Así transcurría su vida hasta que el amor tocó su puerta por Instagram.
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Stéphanie Penta, una masajista canadiense madre de dos niñas, y Yosniel comenzaron a hablar, se conocieron en persona, y tras varios viajes decidieron casarse en mayo de 2025. La relación floreció. Ella llevó a sus hijas a conocerlo. Querían construir una familia.
Tras consultar a un abogado en Montreal, creyeron cumplir con la excepción familiar al Acuerdo de Tercer País Seguro entre Canadá y EE.UU., que impide a los solicitantes de asilo entrar a Canadá si ya pasaron por un “país seguro” como EE.UU. Pero al llegar a la frontera de Lacolle el 2 de julio, todo salió mal.
En minutos, Yosniel fue detenido, incomunicado y devuelto a territorio estadounidense. Desde entonces está recluido en el centro de detención de ICE en Batavia, Nueva York, junto a más de 100 personas en un dormitorio común. Allí duerme, come tres veces al día y escucha los sollozos de quienes, como él, vieron frustrado su intento de comenzar una nueva vida.
El gobierno canadiense alegó dudas sobre la autenticidad del matrimonio. Según testimonios de ambos, los agentes no revisaron los documentos, no aceptaron correcciones de fechas ni fotografías familiares. “Solo buscaban justificar lo que ya pensaban de mí”, dijo el exjuez a The Gazette.
Una audiencia de deportación en EE.UU. está fijada para finales de agosto. Si es enviado de vuelta a Cuba, Villalón teme ser encarcelado por traición. Su abogada en Canadá intenta negociar una vía para que pueda reingresar legalmente y presentar su caso. Pero incluso si Canadá acepta, ICE debe liberarlo primero y permitirle pagar una fianza, algo cada vez más difícil bajo las restricciones migratorias.
Mientras tanto, Stéphanie trabaja, cuida de sus hijas, paga abogados y responde preguntas difíciles en casa. “Mi hija menor no para de preguntar: ‘¿Cuándo viene?’”, cuenta. Pero ella no tiene respuesta.
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