El equipo de Cementerios de la Oficina del Conservador de la ciudad de Cienfuegos ampliaba sus líneas investigativas cuando centró su atención en el misterioso panteón local perteneciente a la familia Tejera-Del Real y Oruña, en el conocido Cementerio de Reina.
Sin el consentimiento de sus propietarios, historiadores y autoridades de la región permanecieron por décadas al margen de las iniciativas para la exploración de este recinto fúnebre, considerado el más grande de la necrópolis cienfueguera.
Una vez que el grupo de investigadores corroboró que en el país ya no existía persona alguna con el documento de propiedad de la cripta, recibieron los permisos necesarios para adentrarse en él.
Tras el paso del huracán Irma en septiembre pasado, los historiadores se dieron a la tarea de ingresar al mausoleo para retirar toda el agua de las inundaciones. Una vez adentro, corroboraron que el tipo de construcción que distinguía a la cripta era única y diferente al resto de estructuras ubicadas en el cementerio.
“Pudimos constatar que hay una escalera y una bóveda de mármol de Carrara impresionante y todo está muy bien conservado”, dijo a la televisión cubana una de las especialistas al frente de la ‘exploración’.
Aunque se conoce que la portentosa escultura que adorna el panteón pertenece al artista local Miguel Valls, aún resulta un total misterio quién yace adentro de la bóveda, cuya arquitectura soterrada no es nada común en la Isla, según expertos.
Inaugurado en 1839 a unos tres kilómetros de la ciudad de Cienfuegos, el Cementerio de Reina se destaca por su estilo neoclásico y sus nichos verticales, única evidencia de ese estilo de enterramiento en Cuba. Este camposanto cienfueguero fue declarado Monumento Nacional el 30 enero de 1990.
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