Si las dificultades diarias en Cuba para encontrar alimentos, medicinas o transportarse, entre otras funciones básicas, son un rompecabezas para el cubano promedio, esta situación se vuelve insostenible para las personas que sufren discapacidad o enfermedades crónicas.
Bienvenido Acosta Lobaina es uno de los tantos discapacitados graves del país que vive en total desamparo, sin recibir atención gubernamental, según ha documentado ADN.
Adquirió un estafilococo que ya ha contaminado sus huesos a causa de la insalubridad en la que se ve obligado a vivir, en un diminuto cuarto que no tiene ni siquiera un baño propio. En silla de ruedas, porque le faltan sus dos piernas, Acosta Lobaina padece también de diabetes y le falta un riñón.
Como si la lista de enfermedades no bastara, este hombre debe salir a “luchar”, según sus palabras, porque solo cuenta con su madre que está ya muy anciana.
De acuerdo a su relato, desde el 2012 ha estado solicitando ayuda a la Dirección Provincial de Asistencia Social, a la Dirección Municipal del Partido Comunista de Cuba (único legal en el país), a la Dirección de Trabajo y “nadie hace nada”, aseguró. Además, debido a sus escasos recursos, la comida a la que puede acceder le hace daño y sufre constantemente de hipoglucemia.
“Esta situación está acabando conmigo de dinero, de vivienda, de medicamentos, de comida, de todo y yo tengo que salir a luchar, si puedo salir”. Explicó que depende de alguien para bajar un muro y salir a la calle.
“Si el problema de la vivienda no se me acaba de resolver, no duro cinco meses más”, denunció desesperado.
Gran número de personas discapacitadas y sus familiares en Cuba se enfrentan a diario con el descuido por parte de las instancias gubernamentales. Muchos afirman que la figura del asistente social es simbólica en el país, una fachada que no resuelve los asuntos serios que afectan a estas personas.
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