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La muerte de Aida Álvarez: una denuncia de negligencia médica en un hospital de Cuba

Una negligencia médica en la sala de cuidados intermedios del Hospital Camilo Cienfuegos de Sancti Spíritus causa la muerte de una paciente.

Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos de Sancti Spíritus © Escambray / Vicente Brito
Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos de Sancti Spíritus Foto © Escambray / Vicente Brito

Este artículo es de hace 3 años

Aida Álvarez Álvarez, mujer de 77 años de Sancti Spiritus, falleció en la noche del 13 de septiembre en el hospital Camilo Cienfuegos de esta ciudad. La causa, según denuncian los familiares: una negligencia médica en la Sala de Cuidados Intermedios, sumada a la indolencia del personal de guardia en dicha sala.

La denuncia la hace llegar a esta redacción María Mercedes Hernández Álvarez, hija de la fallecida y persona que le acompañó en sus últimos momentos en el hospital. El dolor por la muerte de su madre se mezcla con el sentimiento de rabia e impotencia que le produjeron los hechos ocurridos en el hospital.

El viernes 11 de septiembre, Aida llegó al hospital en compañía de su hija Mercedes. Padecía de fiebre alta, dolor de cabeza y diarreas. Por su edad y estado de salud, los médicos que la atendieron en Urgencias y propusieron su ingreso, siguiendo el protocolo indicado para personas de su edad.

El sábado se le realizan las pruebas indicadas por la doctora que la atendió en el Cuerpo de Guardia, pero su estado empieza a empeorar a lo largo del día. Diferentes especialistas la valoran e indican una serie de pruebas a realizar. El resultado de los mismos arrojó un diagnóstico de “insuficiencia renal crónica”.

Luego de improvisar soluciones para pasarle una sonda, pues no tenían el material médico requerido, los médicos consiguieron estabilizar los síntomas que presentaba: hipertensión, deficiencia respiratoria con presencia de líquidos en los pulmones, colitis e hiperglicemia.

Hasta aquí todo bien. María Mercedes agradece el trabajo de ese equipo que la atendió y consiguió estabilizarla. “Difícil encontrar las palabras para expresar toda mi gratitud al equipo de médicos y enfermeras que laboran en el Hospital Clínico Quirúrgico de la provincia de Sancti Spiritus, específicamente en la ‘Sala 4G’, los que pusieron todo su empeño en salvarle la vida a mi adorada madre… Son unos verdaderos innovadores; superaron lo insuperable para cumplir su objetivo de salvar vidas”.

Sin embargo, con el cambio de guardia, el nuevo equipo decide trasladar a Aida a la sala de cuidados intermedios donde, en principio, recibiría los cuidados especializados que su caso requería. Como es lógico, en el traslado se adjunta el expediente médico con el diagnóstico elaborado y el resultado de todas las pruebas practicadas por los especialistas.

Para su hija, lo importante era que su madre se recuperase. Que el hospital no tuviese agua, que los baños estuviesen inmundos, que no tuviesen camillas, sondas o colector, nada de eso le preocupaba más que el estado grave en que se encontraba su madre, afirmó.

Pero, para su asombro, una vez llegada a la sala de cuidados intermedios, su madre no es bien atendida. “Para que mi madre fuese atendida tuve que implorarlo en reiteradas ocasiones. Todos iban a su aire, sin mucha prisa y ningún interés. Así pasaban las horas, pidiendo criterios de cirujanos, indicando ultrasonidos, pruebas de laboratorio y todo, repito, a su aire”.

Se le repiten los análisis sin necesidad de ello y con los resultados en la mano, una enfermera decide introducir un medicamento por vía intravenosa. Y es entonces que cometen el fatal error, pues deciden medicarla sin leer la historia clínica que ya traía la paciente.

“¿Para que sirven las historias clínicas?” se pregunta María Mercedes. “Todas las analíticas estaban realizadas de ese mismo día, al igual que ultrasonidos, gasometría, valoración de cirujanos, informe de urología… Salta a la vista las pocas ganas de trabajar que tenían. Para mí [repetir todas esas pruebas] es una forma de dilatar la atención y dejar constancia para justificar su actuación”.

Lo cierto es que, más allá de repetir pruebas que ya estaban hechas, con el diagnóstico fijado, el personal de la sala de cuidados intermedios no actuó según debía haberlo hecho. Las condiciones de Aida exigían una rápida actuación que atendiese a mejorar su estado en base al diagnóstico ya establecido.

Pero esa actuación no llegó nunca, o más bien, llegó tarde. María Mercedes cree que debían haber empezado a tratarla con Rosefín, Metronidazol y otros medicamentos. Pero que el personal de la sala no estaba pendiente de su madre, que le indicaron las mismas pruebas para salir del paso y seguir conversando, y perdiendo el tiempo en asuntos que nada tenían que ver con atender a los pacientes que allí estaban: su madre y otra persona moribunda.

Al parecer, la sala de cuidados intermedios no goza de buena reputación, sino todo lo contrario. “Ya me lo habían advertido... ni se te ocurra poner a tu mami en terapia intermedia… de allí no sale viva… eso es un matadero, etcétera”. Desgraciadamente, las advertencias terminaron siendo acertadas, pero ¿qué otra opción quedaba para esta familia?

En determinado momento, según el testimonio de María Mercedes, la enfermera le informó que su madre estaba muy débil, que llevaba días sin comer y con diarreas, y que por ello le pondría algo intravenoso para mejorarla. María Mercedes cree que aquello que le pusieron fue glucosa o similar. Ella no es médico y tampoco le informaron, pero a partir de ese momento todo empezó a complicarse.

“Cuando realmente se dieron cuenta que mi madre se estaba muriendo comenzaron a correr… la medicaron sin leer su historia clínica… y cuando llamaron a la jefe de Cuidados Intensivos ya era demasiado tarde”. La hija cree que el desencadenante fue el suero de glucosa administrado a una paciente que venía diagnosticada con la glicemia alta en una historia clínica que nunca leyeron por desidia y falta de profesionalidad.

Ante el agravamiento de su madre, la obligaron a salir de la habitación y ni siquiera pudo despedirse de su ella. Inmediatamente llamaron a la Jefa de Cuidados Intensivos, pero no se pudo hacer nada, salvo un parte médico indicando como causa de la muerte una insuficiencia renal crónica que, en la realidad, pudo haberse atendido.

Que mi madre haya muerto, lo puedo entender… Todos vamos a morir algún día. Pero que lo haya hecho por dejadez y negligencia médica, eso ya no lo puedo aceptar callada”, afirma. María Mercedes sufre por la indolencia y la negligencia de algunos profesionales del hospital que no pudieron, siquiera, darle la atención debida ni respetar la dignidad que le correspondía como ser humano.

La mujer está convencida de que en el hospital Camilo Cienfuegos tienen que haber ocurrido historias parecidas a la suya, de que la falta de empatía y profesionalidad de algunos médicos y enfermeros provoca desgracias como la suya. Además, cree que un sistema sanitario como el cubano, la llamada “potencia médica”, no se permite reconocer fallos y tiene una filosofía corporativista que tiende a que sus profesionales siempre busquen protegerse y tapar los “trapos sucios”.

No voy a perder mi tiempo en hacer quejas que al final terminarán en un archivo pasivo… Creo que hacerlo público en las redes sociales hoy en día es más efectivo y que realmente se sientan aludidos los que tenían asignado a la paciente de la cama 1, a las 8:00 p.m. del domingo 13 de septiembre… Son una verdadera vergüenza para la medicina cubana”, subrayó.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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