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Creciente deterioro, y pésima atención al público, en Centro Comercial 3ra y 70

Dentro del general deterioro de los servicios en Cuba, el llamado “Mercado de 70” compite fuertemente por el último lugar, entre los peores

Foto de anaqueles llenos del mismo producto © www.mipasaporte.com
Foto de anaqueles llenos del mismo producto Foto © www.mipasaporte.com

Este artículo es de hace 5 años

Catalogado, hace diez o quince años, en la high class de los supermercados habaneros, en la actualidad es un lugar sórdido, mal oliente y donde predomina la pésima atención al público, a pesar de su excelente ubicación, en un área turística, frente al Hotel H 10 Panorama, a unos pasos de Quinta Avenida y muy cerca de centros recreativos, turísticos, embajadas, comercios y en el corazón de Miramar, una de las zonas residenciales más hermosas de La Habana.

Si bien el Centro Comercial 3ra y 70 perdió su exclusividad y variedad, y pasó a ser, desde hace cuatro o cinco años, un "llega-y-pon" de compras al por mayor, una vocación a lo cual contribuye su morfología de gran almacén, el lugar ha perdido también todo atractivo para la mayoría de los clientes imposibilitados de gastar más de veinte o treinta cucs.

Y esa pérdida de atractivos no se refiere solamente a la falta de un acceso adecuado para los peatones, pues solo existe la estrecha calle de entrada para los vehículos, ni me refiero a los locales exteriores de comida ligera, casi siempre cerrados y mal servidos, ni a la escasa variedad de productos ni a los anaqueles repletos de una misma mercancía.

Hablo de que en el guardabolsos se niegan rotundamente a recibir sombrillas y solo explican que es una orden del jefe; hablo de que cuando consigues entrar tienes que montear una cesta donde la hayan tirado los clientes anteriores; hablo de que los trabajadores se la pasan inundando los anaqueles del mismo producto y ninguno sabe explicar nada, y atropellan a los clientes con su apuro y grosería…

Hablo de la cola infinita para comprar productos lácteos sin que la administración perciba que hace falta más de un vendedor en ese mostrador; hablo de la enorme cantidad de productos que no tienen precio colocado (sobre todo jugos); hablo de que cuando surten malta "casualmente" aparece una cola de acaparadores que no dejan ni una sola latica para quien no quiere o no puede comprar la caja; hablo de que cuando vas a reclamar por alguno de estos problemas la actitud es de sordera total (típico de las cajeras, porque ese no es su problema) o de grosería y enfrentamiento (típico de los aburridos porteros que deben chequear tus productos y que pagaste tu cuenta, y por tanto lo estás importunando con tu "excesiva" inconformidad=.

Y todo eso se menciona, sin hablar del mal olor en las neveras, de los productos en precario estado de descongelación o en evidente mal estado sin que le rebajen un solo centavo ni lo retiren de la venta; y tampoco quiero mencionar los charcos de agua o las acumulaciones de basura (cartones y nailons) que se encuentran con más frecuencia de la deseable en medio del camino, y nadie parece notarlo, eso sí, cuando el cliente saca un celular para poner en las redes sociales el estado lamentable de la tienda, se aparecen tres o cuatro empleados que, del peor modo, te prohíben usar el móvil en un establecimiento cuyo estado lamentable seguirá avanzando si no se toma urgentemente alguna medida.

Conste que la atención, en los departamentos de artículos electro domésticos, perfumería y cosméticos, ferretería, y enceres menores es bastante mejor que en las galerías mayoritarias de productos fundamentalmente alimenticios, cuyos pasillos por lo visto seguirán inundados de estibas de mercancías que dificultan el paso y obstruyen la circulación del público, porque lo importante, por lo visto, no es el cliente, sino priorizar que un grupo de trabajadores, sus cargamentos y sus vehículos transportadores, ocupen durante horas todo el pasillo, o se entretengan ventilando sus intimidades mientras ignoran las respuestas a las preguntas más elementales sobre el lugar donde trabajan.

Y que no se te ocurra quejarte porque no hay gerentes ni administradores y los pocos que te escuchen, ya sabes, te acusarán de cualquier cosa, desde irrespetuoso y difamador hasta contrarrevolucionario. Porque hay que resignarse al mal trato, a la falta de profesionalidad, a la grosería y la hediondez en lo que era uno de los mejores supermercados del municipio Playa, y de la capital cubana.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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