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“En Cuba una cosa es lo que dicen los medios de comunicación y otra lo que dice la calle”

“Haya algún cambio o no en nuestra licencia tenemos que reinscribirnos, al menos en las oficinas de Administración Tributaria, y eso hace que las colas se multipliquen y lleguen al doblar de la esquina" se queja un cuentapropista cubano

Oficina de la ONAT Municipio Cerro: Palatino y Vía Blanca © Cibercuba
Oficina de la ONAT Municipio Cerro: Palatino y Vía Blanca Foto © Cibercuba

Este artículo es de hace 4 años

“Están de madre”, “son interminables”, “un verdadero calvario”, “lo mejor que hay para perder el tiempo”. Así califican algunos cuentapropistas cubanos las enormes colas que están teniendo que pasar para poner en regla la licencia que los habilita como trabajadores privados, según lo establecido en las regulaciones del sector no estatal en la isla, entradas en vigor en diciembre último y restructuradas en febrero pasado.

Las medidas restrictivas, tomadas luego de haber estado detenida la entrega de nuevas licencias durante más de un año, obligan a los cuentapropistas a acudir “en masa” a los organismos que deben velar por el ejercicio de la actividad para tener en orden sus papeles.

De acuerdo con el joyero Henry, de 36 años, “se ha hablado de hacer restructuraciones para que haya menos burocratismo y los trámites sean más ágiles, pero las demoras siguen siendo eternas, demasiado grandes. Siempre ha habido que esperar, pero lo de ahora no tiene nombre.

“Haya algún cambio o no en nuestra licencia tenemos que reinscribirnos, al menos en las oficinas de Administración Tributaria, y eso hace que las colas se multipliquen y lleguen al doblar de la esquina. Ante las direcciones municipales de Trabajo y Seguridad Social solo hay que hacerlo si uno va a hacer algún movimiento, ya sea para cambiar de actividad o de organismo rector”, agrega este residente en el Vedado.

Sin embargo, Jorge Alberto, propietario de un restaurante en Playa, indica que “uno puede quitarse todo eso de arriba, pagando cinco y hasta diez CUC, en dependencia del lugar de la ciudad en que viva (para Playa, Plaza de la Revolución y otros municipios el nivel de vida es más alto), para que alguien haga la reinscripción por ti. El esposo de la que me lleva a mí los papeles del fisco se dedica a eso y así resolví rápido.

“Decimos que estamos construyendo un socialismo ‘próspero y sostenible’, pero lo que estamos es llevando la vida real por debajo del telón, desarrollando cada día más un sistema donde todo se paga ‘por la izquierda’ y todo el mundo lo sabe, mas nadie hace nada por cambiarlo. Vemos una cosa en los medios de comunicación y otra dice la calle. Quiero hacer mis propias riquezas, pero sobre la base del trabajo no de tener que estar comprando gente”, afirma el cuentapropista de 42.

En palabras de Dayana, funcionaria de una de las oficinas capitalinas de Administración Tributaria, “existen disímiles insatisfacciones porque hay cuentapropistas que han venido varias veces y se han demorado en sacar una nueva licencia o renovar la ya existente.

“Además, hoy tenemos sistemas automatizados nuevos que tienden a colapsar y al presentar fallas, provocan grandes demoras. Hay días de atender a más de 200 personas. Sabemos que esta situación debe cambiar. No acabamos de lograr tener orden y control y ese es el principal obstáculo del proceso”, reconoce la joven de 28 años.

Por otro lado, añade, las llamadas telefónicas son constantes porque “hay muchas dudas y la gente quiere saber en qué estado se encuentra su reinscripción o registro. En el caso de los cuentapropistas que sacan la licencia, desde que asisten por primera vez hasta que recogen sus documentos, transcurre alrededor de un mes.

“Son cientos los que están pidiendo licencias de trabajador por cuenta propia. Sabemos que no van a ejercerla, que lo que quieren es irse, pero no podemos impedirles que vengan y la saquen. Sin dudas, la condición de cuentapropista que se pide para conseguir la tarjeta panameña de Turista, ha hecho que se incrementen grandemente las solicitudes de permisos”, asegura la trabajadora pública.

A tenor con lo que explica Magalys, quien solicitó hace par de semanas una licencia de arrendataria, “se demora un poco el trámite, pero no tengo más remedio que esperar si quiero viajar pronto a Panamá. Para nadie es un secreto que las licencias a veces son un escudo. Mucha gente ni siquiera las ejerce, sino que las tiene como una tarjeta de viaje y una manera legal de justificarse ante el banco”.

Datos oficiales indican que al cierre de 2018 había en la isla más de un millón 400 mil trabajadores privados, 588 mil de ellos por cuenta propia. En tanto, el Estado emplea a más de tres millones del total de cuatro millones 482 mil 700 personas ocupadas en el país.

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