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Seis cabezas de niños para un Protestódromo de La Habana

El mismo funcionario que hizo de portavoz para minimizar el derrumbe parcial que hirió a seis niños en una escuela de La Habana, es la fuente oficial que cita hoy la propaganda cubana para alabar la reconstrucción de la Tribuna Antimperialista frente al malecón. ¿No es una maravilla de la crueldad y la indecencia socialista?

La "Tribuna Antimperialista" en fase de reconstrucción total © Cubadebate
La "Tribuna Antimperialista" en fase de reconstrucción total Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 4 años

En el malecón no se escucharon los gritos de espanto. Eso, seguro. La escuela José Martí se encuentra en el municipio Playa mientras que el segmento de malecón en cuyos frentes se ubica la Tribuna Antimperialista -ese agrio eufemismo de cemento y hormigón armado- figura en el Vedado.

Pero no fue la distancia la que acalló lo gritos. No hay distancia en este mundo capaz de anular el pánico por niños en peligro. Los gritos de las maestras y de los vecinos de la escuelita “José Martí” se escucharon este miércoles en toda Cuba menos en la Tribuna Antimperialista: el ruido de las retroexcavadoras y los martillos eléctricos impidió a los obreros helarse con los pedidos de auxilio.

“Ruido de cristales, ruido de gemidos, ruidos animales, contagioso ruido” bramaría aquí el viejo Sabina con su voz de lija que hace mucho escupió a la Revolución traidora.

El mismo día en que el contingente “Blas Roca Calderío” destina una manada importante de hierro y brazos y cascos y ruedas a reconstruir esa tribuna estúpida, un pedazo de techo de escuela se venía abajo a pocas millas de allí, el mismo abajo donde se encontraban decenas de niños de entre 5 y 10 años. Seis de ellos terminaron heridos.

Cometieron el error de practicar Educación Física a la hora que les mandaron en la escuela que los mandaron. Cometieron el error de corretear sonrientes por un centro educativo de escasa o nula importancia estratégica, hasta donde no llegan los expertos de cuatro entidades nacionales que se dedican hoy, ahora mismo, a poner sus ciencias y recursos en función de reconstruir el Protestódromo. Que nadie venga con otro orden de prioridad.

Cuatro. No una escueta oficinita municipal. No. Cuatro entidades completas se dedican ahora mismo a estudiar, demoler, evaluar el suelo y las condiciones ambientales para reemprender muy pronto el levantamiento de otra estructura más colosal y desafiante frente a la embajada de Washington en La Habana. Cubadebate, flor y nata del periodismo riguroso y desprejuiciado que se practica en la isla de Castro-Díaz-Canel, nos da cuenta: el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas, el Instituto de Planificación Física, y la Empresa de Proyectos “Diseño Ciudad Habana”.

Confiésalo, lector: es la primera vez que escuchas algo sobre algunas de estas empresas o institutos. Bueno, pues todos esos se dejan esfuerzo, neuronas, cemento, hormigón armado, combustible, electricidad, tecnología y salarios en función de erigirle una nueva sede al griterío y la propaganda ideológica, mientras una escuela primaria en la misma ciudad se cansa de desidia, infamia y descaro y lanza un primer aviso en forma de concreto y ladrillos.

Con el sobrante de un día de trabajo en la revolucionaria tribuna se pudo reparar el alero resquebrajado de la escuelita “José Martí”. Ahora mismo las cabezas de los niños que fueron estremecidas por escombros caídos desde ocho metros de altura tendrían solo fantasías y sueños dentro, no grapas y desinfectante fuera.

Según Cubadebate, derrame inagotable de fino periodismo insular, “ante versiones en las redes sociales sobre las dimensiones del desplome, (el funcionario Orestes Llanes Mestres, vicepresidente del Consejo de Administración Provincial de La Habana) especificó que los escombros no llenan un cubo”.

A ocho metros de altura una guayaba encierra amenaza de proyectil. Pero el funcionario Llanes, sobre el que ya volveremos dentro de pocos párrafos, siembra la calma con su imagen gráfica: poco menos de un cubo de escombros. Desde ocho metros. Sobre cabezas de niños. De ese funcionario habría dicho Martí (a quien de paso le usurparon el nombre también para esta ruinosa escuela) que tenía la viruela en el alma.

Pero el alma revolucionaria va salva y rampante: desde el pasado 4 de mayo no existe prioridad constructiva alguna que no sea la cirugía cosmética al Protestódromo, casa natal de los algunos de los peores discursos de Fidel Castro.

¿Se fijaron en el enjambre de obreros con cascos, las montañas de arena y cabillas y equipos pesados, junto a los cuales los mercenarios de la policía política cubana aporrearon a algunos activistas de la marcha alternativa LGBTI+ el pasado 11 de mayo? Bueno, este ejército constructor, vibrante de recursos, había puesto manos a la obra justo una semana antes.

Eso, en la misma Cuba que reporta un déficit habitacional de 929 mil viviendas, por lo bajito. Según las propias cifras que desliza el poder dictatorial y que buscan, cómo si no, lavarle un poco la cara al desastre.

Ahora que los sesudos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente depositan sus cálculos y estimados sobre planos que recrean la explanada antimperialista, en esa misma Habana de socialismo constitucional faltan 206 mil viviendas. También por lo bajito. Sin coger mucha lucha, que le dicen.

Cuando un constructor de esa brigada tan ineficaz como burlesca (ponerle a un contingente de construcción el nombre de un individuo cuyos apellidos son Roca y Calderío es de un preciosismo jodedor imperdible) se alista para llegar temprano a reconstruir una tribuna envenenada de odio y manipulación, ese mismo día, en esa misma mañana, Holguín tiene 147 mil viviendas menos de las que necesita su gente.

El ser humano que dirige el departamento de viviendas en el Ministerio de la Construcción de Cuba se llama Vivian Rodríguez. Esa dama declaró hace dos años, ante la Asamblea Nacional, que durante el año anterior (2016) no se habían construido ni siquiera 5,800 casas de las 9,700 prometidas para ese período, “por carencias severas en la disponibilidad de recursos.” No cerró su informe, eso sí, sin deslizar que la mayoría de las estructuras deterioradas por todo el país tienen como mínimo 30 años de antigüedad sin reparaciones ni retoques.

Hoy, en ese mismo país, un medio oficial, proletario y humanista llamado Cubadebate, refiere que la construcción de la Tribuna Antimperialista será de tal magnitud que constará de dos fases. La primera, que deberá concluir para el simbólico, ay, 26 de julio de este año, se encargará de demoler hasta los huesos todo el aquelarre de arcos y tarima y banderas gigantes anti-letreros electrónicos. De la segunda apenas se habla en términos de planificación. Hasta que el proyecto patrio lo pida.

“La Tribuna en ningún momento se convertirá en otra cosa que para lo que fue concebida: una plaza por excelencia para la lucha contra el imperialismo”. La cita es de adivinen quién: el mismo Orestes Llanes Mestres, funcionario ubicuo, omnipresente como un Dios con sentido del momento histórico que reparte citas a la prensa cubana según convenga.

La coincidencia es de una ironía grotesca, sorry not sorry Cubadebate, por haberla notado precisamente yo, uno de vuestros villanos recién predilectos: ¡el mismo funcionario encargado de minimizar un derrumbe parcial sobre las cabezas de niños de primaria cubanos, es el mismo que detalla la grandeza necesaria de una reconstrucción para el Protestódromo nacional!

En esa misma ciudad, entre los municipios de San Miguel del Padrón, Regla, Guanabacoa, Diez de Octubre y Habana del Este contabilizaron 579 derrumbes totales por el paso del tornado maldito aquel de enero. Cuba se viene abajo como una señora sin fuerzas ni salud ni ganas, los balcones de Centro Habana son bombas de tiempo, las fachadas juegan a desapuntalarse contra el suelo de una puñetera vez, y seis niños pasaron esta noche hospitalizados por culpa del estado mugriento de la escuelita donde acuden, cada día, a aprender que habitan el mejor país del mundo.

La tribuna que absorbe los recursos de todas las escuelas y todos los balcones y todos los sueños del país, servirá para recordarle a Donald Trump, el hombre que más edificios ha construido en el mundo antes de firmar como presidente, que los cubanos ya viven en el mejor de todos los países posibles.

Aunque en ello a los niños les vayan sus cabezas como una ofrenda macabra.

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Ernesto Morales

Periodista de CiberCuba


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