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Mariela Castro improvisando

La penúltima marielada consiste en llamar “improvisados e ignorantes” a los cubanos que, buscando una beca del Departamento de Estado norteamericano, elaboran tesis críticas con algunos aspectos del trabajo que desarrolla el CENESEX.

Mariela Castro Espín © Facebook / Cenesex
Mariela Castro Espín Foto © Facebook / Cenesex

Este artículo es de hace 4 años

A Mariela Castro Espín, con una sólida formación psicológica y en temas de sexualidad y derechos civiles, de cuando en vez le puede el animal político que lleva dentro y comete algún exceso emocional que salpica la labor que ha hecho en defensa de un grupo de diferentes dentro de la falsa unanimidad cubana.

La penúltima marielada consiste en llamar “improvisados e ignorantes” a los cubanos que, buscando una beca del Departamento de Estado norteamericano, elaboran tesis críticas con algunos aspectos del trabajo que desarrolla el CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), que ella dirige.

A estas alturas de la película, Mariela debía agradecer esas críticas, por mal intencionadas que sean o parezcan, y por el componente de oportunismo que pueda tener la aspirantura a una beca de los yumas. Tales criticas serían el contrapunto ideal a la guataquería manifiesta de que bonita estás hoy, que bien te queda el pelo así, o fingir indignación contra los posibles becarios del Department of State y otras lisonjas obligatorias en el poder totalitario y sus víctimas.

El papel de Mariela debe ser detectar qué parte de esas críticas tienen fundamento real y usarla para mejorar su labor y la del CENESEX y no caer en la tentación de descalificar a priori al adversario, añejo y costoso padecimiento castrista.

Incluso puede criticar que el gobierno norteamericano dedique un millón de dólares de fondos públicos para promover la formación de líderes ¿independientes? en Cuba. Rara independencia esa que empieza con el pago gubernamental de los estudios. ¿Verdad, Mariela?

No contenta con el primer epíteto, Mariela lanza dos más: ignorantes y penoso oficio. Muy ignorantes no deben ser cuando califican para un curso promovido por el Departamento de Estado y –lo más tremendo- su grado de ignorancia no sería atribuible al sistema educativo norteamericano, sino al de la revolución, que hizo una obra social reconocida en los ámbitos de educación, cultura, deportes y salud pública.

Lo de penoso oficio es relativo, Mariela. Piensa por un momento en la cantidad de compañeros de lucha que han pasado por la Ñico López, la de Cadetes Antonio Maceo, la Máximo Gómez y la propia Universidad de La Habana y no han valido ni para sacar los perros a mear.

Tú ya sabes lo difícil que es construir hombres y mujeres de éxito y lo decepcionante que resulta para un mentor poner toda su ilusión en un pupilo y llevarse un chasco, como le ocurre a tu papá con el compañero Nicolás Maduro, ex alumno de la Ñico López, que habrá costado un dinerito a las arcas cubanas, aunque ha sido una inversión económica muy rentable con magros resultados políticos.

Por cierto, Antonio Maceo, Máximo Gómez y Ñico López no se formaron con becas del Departamento de Estado ni del gobierno revolucionario. Y para no remontarnos en los tiempos, recuerda que Ñico López era un hombre excepcional, valiente, austero y consecuente hasta el final.

En fin, Mariela, que debías evitar ponerte solemne en temas sin importancia como ese de una docena de aspirantes a la formación subvencionada de los yumas porque, como bien sabes, los esfuerzos baldíos conducen a la melancolía; salvo que te hayas instalado en la alarma de combate del Carril Dos y temas que gente formada en la pluralidad represente un peligro para el poder de tu familia, que sería otro empeño baldío porque es un poder limitado por la biología por el esquema que estableció tu tío y continuó tu papá, con pequeñas variantes de nombres y trámites; aunque con mejor estilo.

Sabiendo que eres la única de tu familia interesada realmente en la política, debías ser más Raúl y menos Vilma, pues eso de estar siempre dando la cara y opinando sobre casi todo, conlleva que te quemes por efecto de saturación y, como bien sabes, a ti no se te juzga solo por lo que digas y hagas, sino por tu circunstancia familiar, que no elegiste tú, pues nos paren y el parentesco es cosa del azar cromosómico y heráldico.

Reflexiona sobre lo ocurrido con la discusión del artículo 68, en la que fuiste victima de tu propio juego político, mientras curas, militares y militantes te hacían la 13-14 y rescata aquel poema de Rilke que avisa: un dios que revela su fuerza, carece de sentido; lema que debía guiarte en el proceloso mundo político desde tu mesita de noche y mesa de trabajo.

Quizá Paquito el de Cuba, fraterno y coherente, sería un buen portavoz para lidiar con toda esa gente que te distrae y enerva, mientras tú te proteges y te reservas para las buenas noticias y las grandes ocasiones con las que sueñas legítimamente, pero evitando distracciones como las de tu hermano Alejandro que, de todo, pasó a la nada y al que no le gusta tanto la política como a ti, que te vuelve loca.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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