Todos los Castro viven como reyes, pero al que linchan es al bufón

Igual que el 11J, cuando Díaz-Canel lanzó al régimen contra manifestantes pacíficos, hoy parece que alguien activó a las clarias contra Sandro Castro.

La orden de atacar a Sandro esta dada Foto © OpenAI Sora.

Igualito que Díaz-Canel el 11 de julio, cuando soltó las fuerzas del régimen contra manifestantes mayoritariamente pacíficos, hoy parece que alguien ha dado luz verde para que las clarias se activen… pero en redes sociales. "La orden de combate contra Sandro Castro está dada. ¡A las redes, clarias revolucionarias!" Y dicho y hecho.

En menos de 48 horas, han salido en tropel, perfectamente coordinados, a "destruir" al "pobre Sandro".

Columnas, posts, directas y hasta sermones desde trincheras ideológicas comenzaron a lloverle al nieto del Comandante. Lo acusaron de frívolo, imbécil, traidor, provocador. De degradar la imagen de su abuelo, de ofender al pueblo, de burlarse de los apagones. La línea era clara: Sandro es un símbolo peligroso y hay que neutralizarlo.

Pero, ¿por qué ahora? ¿Y por qué solo él?

Sandro no es el problema. Es la coartada.

Sandro Castro es un blanco fácil. No tiene cargos. No tiene poder. No milita. No representa nada institucional más allá de un apellido. No es funcionario, no es militar, no es diplomático. No tiene contactos útiles. Solo tiene un teléfono, seguidores y un apellido que lo convirtió en viral. Es farandulero, deslenguado y exhibicionista. Subió a internet mostrando su Audi, brindando whisky, lanzando indirectas a la UNE mientras el país entero sufría apagones.


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Es, en efecto, un símbolo grotesco del privilegio... pero no el único. Es útil como chivo expiatorio.

El Necio escribía en redes: "Es muy duro e injusto ver cómo campea delante de nuestras narices y hace lo que le da la gana, como ninguna autoridad política de este país se atreve a decirle que esto no es un país de apellidos, ni de castas, sino de un pueblo con conciencia histórica liderados, con orgullo, por la dignidad de Fidel y Raúl". ¿En qué país vive El Necio que no sabe que esto sí es un país de castas? ¿Dónde ha estado los últimos 30 años? Cuba ha sido, precisamente, un sistema de apellidos, de linajes intocables, de herederos que viven en mansiones y yates mientras el pueblo sobrevive. No solo hay casta: hay inmunidad para esa casta. Lo verdaderamente duro e injusto es seguir fingiendo que no existe.

A Sandro lo sacrifican porque no importa, porque su quema sirve para salvar al resto.

Mientras a Sandro lo despedazan públicamente, otros miembros de la familia Castro viven una vida de lujos aún más escandalosa, pero rodeados de silencio. No hay columnas del necio ni posts de Henry Omar, o Ernesto Limia, ni reflexiones ideológicas en Cubadebate. A nadie se le ocurre hacer un solo artículo cuestionando a ninguno de los herederos del linaje Castro. Quienes hoy critican a Sandro no tienen valor ni principios, callan ante los verdaderos privilegiados del sistema porque saben que tocarlos implica cruzar una línea que el poder no permite.

Sandro, al no estar vinculado formalmente al aparato del Estado, sirve como víctima simbólica.

Ninguno criticó las vacaciones de Antonio Castro en yates por las islas griegas, golpeando fotógrafos como si fuera un jeque. Tampoco levantaron la voz ante la mansión de lujo en Miramar de Vilma Rodríguez (nieta de Castro), ni dijeron una palabra sobre la de Mariela reformada con total impunidad. Nadie menciona la vida de privilegios de Raúl Guillermo “El Cangrejo” entre fiestas, yates y modelos. Ni siquiera se atreven con el hijastro de Diaz-Canel y su vida de lujos en España, que no es Castro, pero es hijastro del "presidente" de Cuba. Todos ellos son invisibles en los discursos críticos porque están blindados.

A Sandro lo sacrifican porque no importa, porque su quema sirve para salvar al resto.

Sandro no es el problema. Es la coartada. El ataque contra él sirve para canalizar la rabia popular hacia un objetivo sin peso institucional, salvar al resto de la familia preservando la mística del apellido, y simular autocrítica mientras se protege a los que realmente tienen poder. Los periodistas que lo atacan no están siendo valientes: son herramientas del sistema. Arremeten contra Sandro porque no tiene defensa, y al hacerlo, refuerzan la protección de la casta.

Cuba no es un país de iguales. Nunca lo fue. Pero ahora ni siquiera lo disimulan. Hay una élite familiar, hereditaria, blindada. Hay apellidos que no se pueden tocar. Hay privilegios inmobiliarios, económicos, simbólicos y políticos. Y hay una prensa servil que solo se atreve con el Sandro torpe de turno mientras calla ante los Castro que realmente importan. Por eso, cuando veas a uno de estos "críticos revolucionarios" señalar a Sandro con el dedo flamígero de la moral, no te engañes: no están rompiendo con la casta. La están protegiendo.

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Luis Flores

CEO y cofundador de CiberCuba.com. Cuando tengo tiempo escribo artículos de opinión sobre la realidad cubana vista desde la perspectiva de un emigrante.


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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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