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La insultante guanajería de la derecha cobardona y el anticastrismo inflamado

El socialismo del siglo XXI sigue avanzando frente a la cobardía política de la derecha y los demócratas.


Este artículo es de hace 3 años

En los últimos tiempos asistimos a una hemorragia de denuncias sobre la penetración de la izquierda post Muro de Berlín en los sistemas democráticos del mundo y sus movimientos geopolíticos para ganar elecciones, formar parte de coaliciones de gobierno, tejer alianzas multilaterales y favorecer a sus aliados con acciones concretas, como hacen con el Gobierno de Cuba.

La pataleta de la derecha y los medios que amplifican su alarma carece de sentido por tres razones: En una democracia no se puede impedir la libre concurrencia de fuerzas políticas; lo que ahora ocurre forma parte de la estrategia de revolución armada pospuesta, enarbolada por Fidel Castro en 1989, cuando adivinó que la URSS se iba a bolina y la evidencia de que mal debe estar gobernando la derecha, cuando los ciudadanos prefieren votar al socialismo del siglo XXI, que ni es socialista ni de esta centuria.

La Venezuela de Chávez con el precio del petróleo por las nubes y la irresponsabilidad de Occidente convirtiendo a China en mano de obra esclava para sus juguetes de consumo, eso que los posmodernos llaman la Internet de las cosas, son los mejores ejemplos de la irresponsabilidad de la democracia y de la vocación suicida de la derecha siempre acobardada frente a los desmanes de la izquierda sectaria y violenta.

El anticastrismo inflamado y simplón airea su enojo con una fórmula castrista: Trump sí, Castro no, intentando lapidar a aquellos cubanos que critican razonablemente los errores y la política de Donald Trump, como es norma saludable en democracia,

Tildar de comunistas a quien discrepa representa un menoscabo democrático y evidencia la incultura política del Hombre nuevo y de una parte del exilio histórico, corresponsable de la llegada de Fidel Castro al poder, a quien mimaron y financiaron con la típica desmesura sentimental cubana.

¿Cómo habrá gobernado Macri para que una mayoría de argentinos haya votado otra vez a los peronistas?, que no son buenos ni malos, sino incorregibles, como avisó el gran Jorge Luis Borges.

¿Por qué el presidente Piñera se ha acobardado frente a los desmanes de la izquierda radical chilena que usó el pretexto de medidas antipopulares de subida de tarifas e incendió las calles del país?

La mayor prueba del cinismo de la izquierda sectaria mundial es su solidaridad con el castrismo, la dictadura más antigua de América Latina, que atropella los derechos humanos de los cubanos y ha destrozado la economía de Cuba, convirtiéndola en una nación pobre y de emigrantes.

El despliegue de brigadas sanitarias cubanas en diferentes países, usando diferentes trucos para no comprometer las relaciones de sus gobiernos centrales con Estados Unidos, forma parte de la estrategia del neosocialismo que denuncia la explotación capitalista y la política antiemigrantes de Donald Trump y calla ante el despojo del 75% del salario de médicos, enfermeras y demás personal sanitario cubano, mediante contratos leoninos que son obligados a firmar por el gobierno tardocastrista.

La Habana -experta en alborotar el gallinero multilateral- sale a rasgarse las vestiduras, cuando la ocasión resulta propicia a sus intereses, como evidencia con su defensa cerrada de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tomada por la activa Inteligencia cubana desde años ha, con el reclutamiento de jefes y funcionarios, que actúan a favor de la dictadura más antigua de América Latina.

Otro aspecto es la proporción entre los miembros totales de esas brigadas sanitarias y el número reales de especialistas y técnicos de la salud, como se demostró en Bolivia, donde de 702 cubanos que entraron como sanitarios, 497 eran militares y asesores al servicio de Evo Morales.

La Habana ha conseguido generar en la retina de buena parte del mundo y en la de muchos cubanos que su venta de servicios médicos es un gesto de solidaridad; cuando no pasaría nada si reconoce que es su principal fuente de ingresos económicos, eleva el precio de sus contratos en correspondencia con la calidad de su personal sanitario y hace un reparto más justo del dinero que cobra por salvar al mundo.

Resulta imposible que Cuba salve nada ni a nadie porque ella está para que la salven, como muestra el creciente deterioro de los servicios básicos, incluidos la educación y la salud pública. hasta el extremo que los cubanos pobres ya tienen asumido que los médicos no miran a los ojos para ver que mal los aqueja, sino a las manos para ver que les llevan de regalo.

Cualquier persona con un mínimo de decencia se espantaría con la desolación de las farmacias cubanas, con el mercado negro de medicamentos que pulula en Cuba y con las dificultades de los pobres para conseguir incluso los medicamentos normados en un Tarjetón (otro invento comunista) para sus enfermedades crónicas.

Pero no, la izquierda post Muro de Berlín sigue diciendo que Cuba es una potencia médica y alborotando contra los sistemas médicos de Estados Unidos y Europa, entre los mejores del mundo, por tradición y riqueza económica. Tanta es la ignorancia que todavía hay incautos que siguen creyendo que los pobres del capitalismo no tienen asistencia médica ni educación.

Ileana Ross Lethinen, demonizada por la factoría de mentiras castristas, hizo una noble labor en defensa de los sistemas educativos de Florida, facilitando el acceso y permanencia de los hijos de familias de menores recursos económicos, como fórmula de superación de la pobreza.

El día que los empobrecidos cubanos descubran las ventajas reales de los pobres en Estados Unidos y Europa se sublevarán; pero el anticastrismo y la derecha simplones siguen poniendo el acento en denunciar los excesos castristas contra opositores y activistas, en vez de mostrar a los cubanos como es la vida en democracia, incluidos sus derechos laborales, salariales y sociales.

Los opositores anticastristas deben poner el acento en todo lo que amarga la vida de los cubanos, desde la escasez de agua potable y alimentos, hasta un bache crónico en una calle.

La represión contra opositores es consustancial al comunismo y a la casta verde oliva que teme una Rebelión de los vegueros, pero tiene escaso eco en un ejército de pobres que va perdiendo su vida en colas interminables y llenas de incertidumbre, ahora controladas por compañeros de la Contrainteligencia que hacen fotos de coleros acaparadores para sostener en el poder a los mayores acaparadores de la riqueza de Cuba.

Díaz-Canel, que lleva días sin encontrar el tono adecuado para un mandatario, reveló el imaginario poético del tardocastrismo: Tras la huella y esos episodios de operativos fulminantes televisados contra aliviadores de la pobreza cubana, en parte por su candidez de dar jamón de prosperidad y llenarse de símbolos externos en un océano de pobreza estructural y simuladores.

El mandatario aseguró que el General de Ejército orientó que se siga informando al pueblo de la represión con la técnica del terror revolucionario televisado.

Otro desengaño para incautos que creían al compañero Raúl coleccionando postalitas de Los tres Villalobos e intentando borrar el casete de Chan Li Po, aquel detective chino que dibujó Felix B. Caignet, a su imagen y semejanza, y que fue anunciado como: ¡La inteligencia contra el crimen! ¡La virtud contra el vicio! ¡La serenidad contra el peligro!

Todo ello ante la cobardía de la derecha que no hace nada efectivo para pararle los pies a los mataperros violentos que incendian calles y plazas del mundo democrático, que cuenta con unan herramienta formidable, el imperio de la ley.

La izquierda destrozadora calla los atropellos de las dictaduras comunistas de Corea del Norte, China, Irán, Viet Nam y Cuba y ni se atreve a criticar los desmanes del integrismo radical o el desguazamiento de un periodista en el consulado de Arabia Saudí en Turquía. ¿Por qué será, temerán ser sodomizados mirando a La Meca?

La derecha y la democracia están obligadas a una renovación que incluya el combate contra la pobreza y la exclusión social en la portada de sus discursos y programas electorales y, cuando alcance el gobierno, ocuparse de los problemas reales de la gente y reprimir con contundencia y sin vacilación a quienes infrinjan la ley e intenten desestabilizar a las democracias.

La pobreza subvencionada es la arcilla fundamental de las escuelas de Ciencias Políticas y movilización popular del socialismo del siglo XXI.

Mientras esto no ocurra, ya podrán seguir contando que Hugo Chávez e Irán financiaron a movimientos de izquierda en España e Italia, hoy gobernando en coalición con otras fuerzas, en Madrid y Roma, y asumiendo poses de indignados ante la desfachatez de la izquierda.

Lamentablemente, ese no es el problema, la izquierda seguirá haciendo de las suyas hasta el fin de los tiempos; lo que deben hacer la democracia y la derecha es pensar en que fallan, qué errores comete cuando gobierna, torpezas que acaban abriendo las puertas de palacio a los neobolcheviques, aliados de las peores dictaduras del mundo.

Resulta absurdo que la democracia permanezca indefensa ante los embates totalitarios de grupos organizados cuyo objetivo primordial es alcanzar el poder para poner a comer caliente a los suyos, como hizo Chávez con Telesur y otros inventos regionales, y perpetuarse en el poder con el discurso de los pobres y el antiimperialismo yanqui, que siempre llegan a oídos receptivos, incluso de víctimas del comunismo que, cual ovejas siguen creyendo que el lobo solo quiere acariciarlas en noches de Luna llena.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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