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Lo privado y lo público: una delgada línea que no respetan los represores cubanos

Las fotos íntimas de Luis Manuel Otero Alcántara divulgadas anónimamente pretenden desprestigiarlo en un intento de desacreditarlo.

Luis Manuel Otero Alcántara, artista independiente cubano © Facebook / Luis Manuel Otero
Luis Manuel Otero Alcántara, artista independiente cubano Foto © Facebook / Luis Manuel Otero

Este artículo es de hace 3 años

Los responsables de divulgar imágenes privadas de un opositor cubano para intentar denigrarlo son tan cobardes como aquellos que desde el anonimato inundan las redes sociales con consignas y mensajes manipulados de un país que no existe.

En esta oportunidad la víctima de esos ataques, para nada fortuitos, ha sido el artista independiente Luis Manuel Otero Alcántara, quien se ha convertido en una piedra en el zapato para el régimen cubano y a quien intentan silenciar una y otra vez presentándolo como un delincuente marginal de la empobrecida Habana.

Usar su orientación sexual para desacreditarlo políticamente es una excusa barata y recurso de impotencia, que solo podrán comprar aquellos que siguen sin quitarse la venda de los ojos y creen que la Revolución fidelista tiene el derecho a usar todas las armas para defenderse, aun cuando estas signifiquen denigrar al ser humano y humillarlo al extremo.

En este caso se hace evidente que el plan fracasó porque el propio Otero Alcántara ha reconocido que no siente vergüenza por las fotos que se divulgan y mucho menos cuando se trata de desnudos explícitos concebidos en una sesión de cibersexo.

Intentar que un ser humano libre se ofenda porque imágenes de sus partes íntimas recorren el mundo es tan absurdo como pretender atrapar el viento en una botella de cristal, sobre todo si la intención viene de una dictadura ilusionada con tener el control de un mundo que no le pertenece.

Sin embargo, lo sucedido no solo es éticamente incorrecto, sino que se vuelve ilegal y anticonstitucional, ya que el Artículo 48 de la Carta Magna de 2018 establece que "todas las personas tienen derecho a que se les respete su intimidad personal y familiar, su propia imagen y voz, su honor e identidad personal".

Sabemos que la Seguridad del Estado cubano no asumirá la responsabilidad que se le atribuye en este cobarde acto de intento de humillación a un opositor, porque su proceder en la época de internet es la de reproducir ciberclarias en las redes sociales con perfiles y nombres falsos que esparcen odio y mentiras entre aquellos que han encontrado la democracia participativa en el universo digital.

Lo privado y lo público está dividido a veces por una delgada línea que muchas veces se salta sin que nos percatemos de las consecuencias; anotarse puntos con mensajes homofóbicos desde el seno de esa Revolución que dice ser inclusiva y martiana, solo demuestra la incapacidad de sus seguidores para tolerar al diferente.

Nunca estaré a favor de que lo privado se utilice para denigrar a otras personas. No lo estuve cuando se divulgaron presuntos mensajes de WhatsApp entre un periodista oficialista y un técnico del ICRT, tampoco cuando un vídeo donde Edmundo García se masturbaba frente a una pantalla recorrió el sur de la Florida y parte de Cuba, como estrategia para burlarse del hombre que defiende el castrismo desde Miami.

Hace poco circularon rumores de que un diplomático cubano mantenía una relación homosexual paralela a su matrimonio, misma táctica de difamación desde el anonimato que también me causó indignación.

Para enfrentar a ese individuo no es necesario decir con quién se acuesta ni lo que hace por las noches debajo de una sábana. Para enfrentar a ese individuo, que por cierto me tiene en su larga lista de usuarios bloqueados en Twitter, solo hay que cuestionarle su discurso totalitario, amenazante, obsoleto y plagado de mentiras a favor del régimen.

Más allá de lo que representa como político, es un ser humano común y corriente, con deseos, frustraciones y filias, que al terminar su jornada laboral pueden ser complacidas sin que nadie tenga derecho a interrumpirle.

El placer del sexo siempre ha escandalizado a los más conservadores, quizás por eso la Revolución cubana se considera enemiga de la pornografía pero no repara en que uno de los artículos más leídos de la prensa oficialista sea sobre el tamaño del pene.

Los desnudos de Luis Manuel Otero Alcántara no constituyen una ofensa para él como individuo ni para quienes hemos recurrido al anonimato de internet para practicar el sexo a distancia, una experiencia que todo ser humano debería vivir antes de marcharse de la tierra.

Pero no me extrañaría que en el futuro se publique desde perfiles o páginas anónimos un catálogo con los penes, senos y vaginas de todos aquellos que decidimos defender nuestra verdad y enfrentar al régimen. Si eso pasara, entonces me gustaría que el ciudadano de a pie deje de alimentar el morbo institucional y se ponga del lado correcto para denunciar a quienes cometen el error de confundir lo privado con lo público.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Lázaro Javier Chirino

Periodista de CiberCuba. Licenciado en Estudios Socioculturales por Universidad de la Isla de la Juventud. Presentador y periodista en radio y televisión


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