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Yunior y Archipiélago provocan oasis temporales de prosperidad

Tardocastrismo reacciona improvisando y con miedo, mucho miedo, que es la arcilla fundamental de su estrategia política.

Estampa habanera © Cubadebate
Estampa habanera Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 2 años

Cuando Fidel Castro lanzó su campaña por la liberación de los cinco espías fracasados, funcionarios del Departamento Ideológico del gobernante partido comunista -presos de sus propias mentiras- mandaron a publicar detalles de la dieta y condiciones del quinteto preso en Estados Unidos; desliz que aprovecharon los presos políticos cubanos de entonces para reclamar acceso a llamadas telefónicas con sus familias y a comer pollo, entre otras concesiones.

De cara a la marcha pacífica de este lunes, el gobierno cubano surtió tiendas, organizó planes de la calle para niños -¿qué tiempo llevaban sin atender la necesaria recreación de los infantes?- montó timbiriches en el parque del Quijote y otras zonas de La Habana, cercó a Yunior en su casa y disfrazó a Díaz-Canel y señora de Peter Panes, en un arrebato infantil ridículo e innecesario.

La prensa estatal -habitualmente combativa y enérgica- oculta la movilización de tropas y de turbas maoístas emboscadas en sitios estratégicos de Cuba y cercando la casa de Yunior García Aguilera y otros opositores- y ha dado rienda suelta a su pasión de colorín colorado para contar mentiras tralalá; sin reparar siquiera en el costo económico y de mayor empobrecimiento que implican los juegos de guerra y las fantasías animadas de los verdugos de Cuba.

Tras el regaño público de Díaz-Canel a la prensa escogida, solo queda espacio para los Otto Meruelo de la dictadura castrista, que no quiere llanto ni reclamos, solo obediencia ciega y serpentinas para las glorietas que dibujen una Cuba que solo existe en el miedo de los que mandan y obedecen.

Los cubanos -maestros en el arte de fingir por imposición totalitaria- agradecen al Movimiento San Isidro, 27N y Archipiélago las pequeñas mejoras parciales y temporales y saben que si la dictadura más antigua de Occidente consiguiera apagar la justa ira, sus vidas empeorarían todavía más; aunque ahora muestren alegría para las cámaras de los medios oficiales y reciban a Díaz-Canel como al hombre de la Casa Prado*.

Culpar a la Casa Blanca de todos los males de Cuba solo cabe en la cabeza de mentecatos, incluidos extranjeros cómplices, al servicio del poder, que lloriquea en todos los foros posibles por el restablecimiento de las remesas en dólares para jinetearlas y vende pollos Made in USA en las tiendas que dolarizó por decreto, tras años jugando al fantasioso Monopoly del CUC y la multa del diez por ciento.

Luis Manuel Otero Alcántara, Maykel Osorbo, José Daniel Ferrer, Félix Navarro, las Damas de Blanco, Archipiélago y Yunior García -entre otros muchos- solo han puesto voz y rostro a la desdicha cubana, pero el devaluado poder reacciona improvisando y con miedo, mucho miedo, que es la arcilla fundamental de su estrategia política.

El tardocastrismo -noqueado desde el 11J- se ha puesto a comprar adhesiones con limosnas parciales y temporales y cubanos vecinos de barrios empobrecidos y rebeldes han visto al presidente Díaz-Canel al frente de pelotones con pico y pala, cemento y arena, pintura, agua y detergente; y las tiendas del barrio mejor surtidas que el 10 de julio; con alardes similares en zonas claves para la supervivencia de la casta verde oliva y enguayaberada.

En paralelo, el partido comunista echó a andar la maquinaria de terror judicial con peticiones fiscales de hasta 30 años de cárcel para cubanos que estallaron el 11J. ¡Descomunal fracaso!, tras 62 años de revolución, muchos jóvenes consideran al comunismo sinónimo de cárcel con hambre y enfermedades.

Díaz-Canel y su equipo, que se dicen comunistas, andan aterrorizando a un pueblo noble con la justicia totalitaria y comprando legitimidad popular, con recursos de todos los cubanos, que aparecieron como por arte de magia, tras la egoísta negativa del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja de compartir recursos para mejorar las condiciones de vida de los cubanos, provocando la muerte de muchos por falta de oxígeno medicinal y medicamentos.

La actuación de López-Calleja invirtiendo en activos inmobiliarios de lujo, mientras Cuba se desangraba de coronavirus, y la cobarde permisividad de quien debe ser presidente de todos los cubanos y no empleado de lujo del raulato; podrían ser constitutivas de delitos, especialmente en un país donde no hay separación de poderes; como reconoció el presidente y que facilitará juzgarlos con todas las garantías democráticas.

¿Dónde estaban Díaz-Canel, el Buró Político, el gobierno y el partido comunista, el 10 de julio de 2021? En sus mansiones burguesas de Siboney, reformándolas con dinero de todos los cubanos y estilo de dudoso gusto de nuevos ricos; demostrando que, además de parásitos, solo envidiaban el confort de la sacarocracia nacionalista que hizo a Cuba próspera e injusta; estos muchachones los han superado, con creces y la nación ahora sigue siendo injusta, pero pobre y descabezada políticamente.

Hasta protagonistas de la generación del centenario de José Martí y numerosos combatientes revolucionarios se sienten agredidos por el desastre actual, y sueñan con un milagro que saque a Cuba del infantilismo político; Raúl Castro morirá desconsolado porque apostó todo su capital a un gallo manso que cacarea su incapacidad a toda hora.

*Popular programa musical de la radio cubana, en los años 50 del siglo XX, que premiaba al oyente que adivinara la ubicación exacta de El hombre de la Casa Prado, con una guayabera a la medida, confeccionada por la sastrería de igual nombre, patrocinadora del espacio.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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